Si la temporada pasada la expresión dominante fue la pomada casera que elaboró Miguel Torrecilla, esta será la de la sinergia que trae la nueva propiedad que encabeza Jorge Mas. El Real Zaragoza se ha distinguido a lo largo de su historia por ser un terreno abonado para jóvenes promesas que buscaban en La Romareda un trampolín para sus carreras o jugadores que en su madurez o en su dorado otoño profesional dejaban aún gruesas gotas de calidad. Así se estableció un estilo atractivo, con tres o cuatro generaciones muy perceptibles que le dieron al club caché y títulos. Desde el penúltimo descenso, en la temporada 2007-2008, se alteró por completo ese espíritu, acentuado con diez temporadas consecutivas en Segunda que han hecho irreconocible al conjunto aragonés con su idiosincrasia natural.
El brutal y provocado cambio climático trajo consigo una caótica sucesión de entrenadores y jugadores, una ruina económica sin parangón y la constante venta de los futbolistas más destacados de la cantera. Esa descapitalización financiera y de valores ha derivado en la venta del club a capital extranjero, a un fondo de inversión que tratará de reflotar el negocio con las herramientas de una empresa que busca compartir beneficios. En la carta de presentación de Jorge Mas y sus socios, uno de los encabezamientos es la sinergia que supuestamente se generara entre los diferentes equipos en propiedad o con estrecha relación que controlan los actuales accionistas: Inter de Miami, Lens, Padova y Millonarios, con el Atlético de Madrid como base de operaciones experimentales.
La sinergia contiene un fuerte componente de corporativismo en la integración de dos o más empresas. Trabajar juntos y en equipo para compartir, reducir gastos y aumentar la rentabilidad. La práctica, sin embargo, demuestra la dificultad para aplicar la raíz del concepto. Para que el Real Zaragoza consiga beneficiarse de esa fusión en la que se ha integrado, necesitaría poder tener acceso a futbolistas por lo general jóvenes que destaquen en los clubes integrados en la sociedad. Por ejemplo que Simon Banza, uno de los nombres que ha aparecido estos días en la prensa como objetivo, recalara en el conjunto aragonés. El delantero francés del Lens, cedido la pasada temporada en el Famalicao luso, marcó 17 goles en un campeonato notable y en un equipo modesto. Sin embargo, el atacante ha subido a un nivel que impide que el individuo se someta al interés general. Sí entra en ese contexto, pero con menor valor en el salón de la fama que no en del mercado (se pagó por él 8 millones de euros), Matias Pellegrini, volante zurdo del Inter de Miami que ha jugado a préstamo en Estudiantes y a quien la prensa argentina sitúa en La Romareda el próximo curso.
Las filosofías de trabajo, los profesionales en las distintas áreas, las administraciones, en general las culturas deportivas son en muchos casos imposibles de vincular y cada club se gestiona a sí mismo. El objetivo de estos fondos prioriza por lo tanto el movimiento de sus jugadores como piedra angular de la mejora o relanzamiento de los proyectos que lidera. En ese ecosistema, este Real Zaragoza tan vulnerable y maniatado por su techo salarial ocupa una de las caras menos luminosas de la sinergia a la que aspira. Con Giuliano Simeone a punto de entrar y Borja Garcés y Víctor Mollejo en la sala de espera, todos del Atlético como nave nodriza en la que viajan los consejeros Mariano Aguilar y Emilio Cruz, se escenifica la realidad de un equipo laboratorio que confía en que los experimentos le salgan lo mejor posible. Dentro de la sinergia mal interpretada y fuera de ella.
Nos hemos convertido en un filial del Atlético por lo que acabo de ver. Lo cual ya me parece mal… Pero lo que me va a reventar será ver que decidan quedarse con Cristian, Francés, Azón o quién sea por intereses o «sinergias» al precio que ellos decidan