¿Lo están haciendo mejor que la Fundación? El grupo Jorge Mas está trabajando en otra dirección, la de una empresa pura y dura que no sólo busca la supervivencia, sino que en un plazo medio pueda conseguir beneficios que repercutan en el club y en sus bolsillos. Su herramienta, como se está comprobando, no es otra que, después de haberse ocupado del pago de las acciones, de la asunción de avales y de una ampliación de capital, ajustar la economía de la entidad a sus posibilidades. El limite salarial, reconocido por la nueva propiedad, será muy similar al del curso pasado, por lo que se ha establecido una hoja de ruta muy concreta que consiste en derivar parte de ese dinero en la renovación de Francho, Azón y Francés con fichas de mayor enjundia, reducir nóminas onerosas en relación a la productividad del futbolista en concreto y aplicar un método muy común en este tipo de fondos de inversión: mover jugadores de su propiedad para buscarles un escaparate y devolverles con mayor brillo al mercado.
La maniobra es lícita y podría funcionar, pero en el fondo no se aleja demasiado de los riesgos asumidos por los antiguos dueños, que entregaron la cuchara porque así lo decidió César Alierta, escarmentado de que sus compañeros en semejante y frustrada aventura se desmarcaran de toda responsabilidad financiera. A aquellos les faltaba cultura futbolística; a estos les sobra, aunque habrá que descubrir hasta qué punto la utilizan para que el Real Zaragoza recupere su esplendor o como laboratorio de sus experimentos, entre ellos conseguir al ascenso con un espíritu prestamista. Su primer fichaje ha sido la cesión de Giuliano Simeone de un Atlético de Madrid al que se lanzaron a sus brazos nada más salir de la notaria con los títulos en mano. El hijo del Cholo es una joven promesa que militaba en Tercera RFEF y que ha hecho nada menos que 25 goles. Los informes que llegan son buenos, pero el impacto de su contratación supera por mucho la realidad de un chico que hace un mes militaba en la quinta categoría del fútbol español. Conviene poner los pies en la tierra deseando que Giuliano sea un acierto pleno e histórico, porque jamás se habían bajado tantos niveles para traer un futbolista al que se le quieren dar galones.
¿Decimos la verdad o bailamos el agua? Esa es la cuestión. La nueva propiedad ha hecho un esfuerzo económico y le ha dado al club oxígeno, orden y también un farol con el que intentar salir de la oscuridad. De ninguna manera ha montado una central eléctrica, que es lo que se pretende publicitar desde diferentes foros o, simplemente, lo que parte de la afición desea que ocurra después de una década de ignominias varias. La nueva era, con Juan Forcén en el consejo, Miguel Torrecilla en la dirección deportiva y Luis Carlos Cuartero aún entre bastidores es una muy vieja, la de los mercaderes. Habrá que aceptarla o no y queda a examen como siempre de los resultados. Juan Carlos Carcedo, un técnico válido y curtido a la sombra de Unai Emery, no era la primera opción para el banquillo, luego supone un ensayo más, una moneda al aire. La idea consensuada por todos es que hay que concentrar los refuerzos en ataque, y después en un central y un portero como mucho, puesto que ya tiene casi dueño en Gaizka Campos, del Celta B, cuando el deseado era Andoni Zubiaurre…
El margen de maniobra está fijado en nombres como los de Borja Garcés, otro producto de la academia rojiblanca de quien dicen desde la cantera colchonera que tiene menos gol que Giuliano pese a sumar ya experiencia en Fuenlabrada y Leganés. También en Jairo Quinteros, central sin lugar en el Inter de Miami… Simon Banza (Lens) al igual que Sergio Camello (Atlético) son sueños de una noche de verano porque su valor les sitúa en otra dimensión. En este juego de rumores y certezas se ha colado Daniel Ruiz, la joya del Millonarios, porque Gustavo Serpa, gobernador del club cafetero, se lo ha propuesto a un Torrecilla que carecía de informe alguno del centrocampista de Bogotá. Medios de comunicación de prestigio en Colombia publicaron que era mentira que Ruiz hubiese recibido oferta alguna desde Zaragoza, pero es cierto que al menos Serpa lo está trabajando por su cuenta para facilitarle el salto a Europa y lanzarle a un mercado más apetitoso que el de Brasil, donde el interior tiene varios equipos interesados.
El Real Zaragoza que asoma por el horizonte parece mucho más atractivo por el cúmulo de novedades que promete que por las que se producirán. Ahora bien, según pasa el tiempo, su política de actuación va quedando al descubierto. No existe nada revolucionario en sus fórmulas, más bien un camino trazado para trabajar por el bien del club aragonés priorizando unos recursos propios (sus jugadores) que reporten rentabilidad al fondo de inversión. El éxito de esa simbiosis no es sencillo, sobre todo si la apuesta consiste en transvasar a futbolistas de segunda o tercera fila. Así volvemos a la misma flauta que lleva sin sonar una década.
Lo que Cuartero siga en el club a día de hoy es fenómeno paranormal. ¿Y qué está haciendo? Miedo da todo esto