Una de las pañoladas más impresionantes de la Romareda tuvo lugar después del encuentro entre el Granada y el Zaragoza que terminó con un humillante 6– 2 en Los Cármenes. Y eso que ganó el domingo siguiente en Las Palmas por 2-3. Hasta sábanas llevaron los ofendidos zaragocistas después de jugar cuatro finales de Copa consecutivas en la década de los sesenta. También hubo pañuelos, bronca y sábanas en la primera jornada de la siguiente temporada aunque se ganó al F.C. Barcelona por 3-2. ¿El motivo? Ser eliminados el 7 de mayo de 1967 por el Europa, equipo de un barrio barcelonés que se impuso en el tercer partido. Años después también la afición se quejaba al derrotar por 8-1 al Español en 1978 y por el mismo resultado una década después al Sevilla. Cabreo por no llegar a las dos cifras en temporadas insulsas. Los silbidos después de perder en el minuto 97 contra el Lugo no tienen nada que ver con esas citas históricas. La afición está decepcionada, desilusionada, pero ha abandonado la soberbia de antaño y está acostumbrada a vivir en las alcantarillas.
Aquello eran pitadas, pañoladas y el campo inundado de almohadillas, con los directivos atrincherado en el palco. Ahora, en la etapa del kleenex, difícilmente se pueden repetir. Además del adocenamiento del aficionado, como la sociedad en general. Triste futuro para el Real Zaragoza.
¿Adocenamiento?
Ni su afición ni el Real Zaragoza, hemos vivido jamás en las alcantarillas.
Un poco de contención.