Una cosa es lo que uno pretende incluso con la mejor de las intenciones y otra lo que sucede fuera, donde la distopía que muchas veces gobierna los vestuarios de fútbol impacta contra la realidad del ciudadano común, del aficionado que ve el partido y resuelve que ha sido una castaña. Le pueden estar explicando durante horas que la culpa fue del cha cha cha y que el equipo hizo méritos suficientes para ganar sin que la gente cambie su sólida opinión. Pero en ocasiones ocurre, y no es nuevo en este club que cierra filas con sus propios delirios, que se genera una atmósfera que por promover el optimismo se sumerge en el ridículo. Se habla del ascenso sin pudor cuando, después de nueve años en Segunda y con la experiencia que otorga el fracaso continuado, lo aconsejable es aplicar la moderación y sobre todo el respeto. Pues bien, hoy Jaume Grau, un profesional que hasta el momento había demostrado tanto equilibrio en el campo como frente a los micrófonos, se ha despachado con la prensa en una charla como mínimo lisérgica. «Sí, hay equipo para subir. No sé hasta dónde nos dará, pero sin duda lo tenemos. Hemos hecho grandes partidos y hemos puesto en apuros a todos salvo en Miranda. En todos los encuentros podíamos habernos llevado los tres puntos», ha dicho el centrocampista sin titubear. No con firmeza, sino más bien en un ejercicio de autoconvencimiento extremista que ha dejado de piedra al personal.
Grau ha invitado a todos los presentes a una visita a su fábrica de chocolate, una dulce y adulterada interpretación que habría que compulsar si se comparte al cien por cien por el resto del equipo y el cuerpo técnico o ha sido una intervención a título personal del valenciano después de una noche toledana. No hay gol, no hay fútbol, apenas victorias y la clasificación hace daño a los ojos, pero, según el mediocampista, «el equipo tiene identidad y sabe a cada momento lo que hace. «No tenemos dudas. Sabemos muy bien lo que debemos hacer. A pesar de no conseguir los tres puntos frente al Eibar, las sensaciones no fueron malas. Sé que remontaremos el vuelo». ¿Sensaciones buenas tras no poder vencer a un rival con dos menos? «En todos os encuentros –insiste– hemos sometido al contrario y en muchos hemos mantenido la portería a cero. Es cierto que hay que mejorar algunas cosas, pero el año es largo y veremos todo bien distinto. Cuando ganamos dos partidos seguidos las cosas se veían de otra manera…», reprocha.
«Es un hecho que nos gustaría tener más puntos, pero estamos con la misma ilusión de siempre porque estamos compitiendo bien. La línea a seguir es esta y estoy convencido de que sumaremos de tres en tres», repite Grau para quien quiera comprar su discurso. La sequía goleadora es algo pasajero porque «cambiará esa dinámica en cuanto los balones comiencen a entrar», y está «muy a gusto» ponga donde le ponga Juan Carlos Carcedo. «Hay que adaptarse en función de cada partido». Vuelve a la tierra al hablar del Real Oviedo, «un gran rival que vendrá con ganas», y al reclamar el apoyo de la afición como elemento fundamental para que esta empalagosa disertación cobre algo de sentido con triunfos. «Queremos darles una alegría ahora que llegan los Pilares». Este inesperado paseo por la fábrica de chocolate que se ha montado Grau, más que dulzura ha trasmitido mucha preocupación. Sobre todo en el caso de que en el Real Zaragoza se piense que la afición se va a chupar los dedos.
Lo peor es nos quieran tomar por imbéciles. Para decir esto, mejor que no haya declaraciones de ningún tipo.