Por qué la afición se rinde a Cristian Álvarez

Aunque parezca de otro mundo, y por ello despierte asombro y admiración por su lenguaje extraterrestre en la portería, Cristian Álvarez ha logrado conectar vía directa con el corazón de La Romareda por muchas cosas más. La gran paradoja de este marciano: ser tan humano. La encuesta que propuso Príncipes de París para que sus lectores destacaran cuál es el recuerdo más profundo que guardan del argentino, que acaba de renovar hasta 2024, o con qué momento se quedarían de sus siete temporadas, acuden por general al gol que marcó en Lugo en el minuto 97 de un 30 de abril de 2021 y al recital que protagonizó en El Sadar el 17 de marzo de 2018, sobre todo al disparo que desvió a Quique. Son un par de instantes que, sin duda, definen su personalidad deportiva, pilar sobre el que el Real Zaragoza ha evitado descensos y disputado promociones de ascenso.

Aunque priman por su espectacularidad y trascendencia esos dos fotogramas de la película que le tiene como protagonista permanente del Real Zaragoza, el arquero ha tocado la fibra del seguidor por su proximidad, cordialidad y un sentido de permanencia y agradecimiento al club que se aleja por completo de la distancia habitual que establecen los jugadores profesionales hoy en día. Su forma honesta y elocuente de expresarse frente a los micrófonos, de dirigirse a la grada con los puños cerrados cuando acude a su puesto de trabajo, de predisposición constante para acudir al reclamo de la gente al ser solicitado para una fotografía o un autógrafo han hecho de Cristian uno más de la familia, el héroe que se sienta a la mesa sin darse importancia antes de bendecirla en busca de un ascenso del que la mayoría quiere que sea capitán.

 

 

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