La chuleta de Sanllehí y el tiempo para el ascenso

Mire usted, el fútbol es un volcán en constante erupción de urgencias y el Real Zaragoza, como parte de esa naturaleza salvaje, no puede desmarcarse de una impaciencia que en el caso de club aragonés se multiplica por diez y por 90 años formando parte de la historia sobresaliente de este deporte. El proyecto a largo plazo de la nueva propiedad, cuyos principales portavoces, Jorge Mas y Raúl Sanhellí, solicitan menos pasión y más calma, es un plan de negocio estructurado para la futura explotación de la nueva Romareda. Para optar a ese objetivo han tenido que hacer frente, como es lógico, a la compra del equipo y a atender parte de su ingente deuda, la de una empresa en quiebra técnica. Esa inyección económica ineludible ha causado un impacto social considerable, sobre todo por el contraste con la parquedad de gasto del gobierno anterior, persistente en sobrevivir para acabar claudicando por su nulo interés real y falta de cultura futbolística. No obstante, ese riego de capital no ha afectado en la mejora de la plantilla de sus trabajadores de élite, los jugadores. Los límites impuestos por el techo salarial ha sido la coartada para justificar una ventana de verano insuficiente y una de invierno que dará para lo justo. Las consecuencias inmediatas se traducen en un Real Zaragoza que cumplirá su undécima temporada consecutiva en Segunda como mal menor. En este contexto y aunque algunas de las razones tengan su fundamento, pedir tranquilidad al hincha es una grosería porque la ruta de la ambigua multipropiedad en lo concerniente al reto deportivo aparece en un plano borroso. La cantera como catalizadora del éxito exige como mínimo décadas de trabajo, por lo que su presentación como uno de los motores del vehículo no resulta convincente. Las sinergias, la otra pieza expuesta para reforzar el vestuario, están resultando un fiasco.

El Real Zaragoza, su gente, tiene el derecho y la obligación de exigir la transparencia suficiente para descubrir cuál es la duración prevista para que se produzca el regreso a Primera. Una aproximación, por supuesto, para calibrar los límites de la paciencia que le requieren y de la que ha hecho gala con cariño y estoicismo en las peores circunstancias y humillaciones. Por el momento ha recibido quiebros tan elegantes como inútiles, y la información que ha recogido sobre la capacidad de los nuevos dueños para entrelazar sus intereses inmobiliarios con el porvenir del equipo genera una considerable inquietud. Las diferentes actuaciones del director general, Raúl Sanllehí, cuestionan su capacidad como ejecutivo omnímodo. La renovación de Miguel Torrecilla como director deportivo, la contratación de Juan Carlos Carcedo –ambos destituidos– y el fichaje de Makhtar Gueye como solución al mal endémico del gol son gestiones que desatan la preocupación y cuestionan su cualificación para el cargo dentro del tejido de un club de las características del Real Zaragoza. El detalle, en nada baladí, de que pidieran ayuda primero a Xavi Aguado y después a César Láinez para que representaran institucionalmente a la entidad en Albacete porque no había consejeros disponibles, resulta vergonzoso, un claro síntoma de dejadez.

En plena vorágine humilde por zurcir la nada despreciable cantidad de errores cometidos en el arranque de la aventura, se acaba de presentar a Tomás Alarcón como primera adquisición. Sanllehí, como no tiene todavía director deportivo, se ha apoyado en una chuleta de la secretaría técnica para hacer la introducción y describir al mediocentro chileno cedido por el Cádiz. La imagen ha destilado un profundo aroma rústico con el ejecutivo leyendo el perfil a brincos… No es de recibo lo que está sucediendo en un Real Zaragoza que espera a Juan Carlos Cordero como a un mesías tras una operación convulsa con el Tenerife de por medio, con regateos y acuerdos públicos para no desembolsar un euro en la cláusula de desenganche. La responsabilidad que esgrime Jorge Mas como pilar del fondo de inversión al que representa está brillando por su ausencia en el apartado futbolístico. Apremia subir de categoría y para conseguirlo lo antes posible habrá que avivar la categoría profesional de las personas que integran la institución, por ahora ajenas a la conciencia de lo que es y significa el Real Zaragoza, un club que forma parte del volcán y cuya afición no se va a detener para pedir lo que es suyo y en el tiempo que considere oportuno, no en el que le quieran imponer.

One comment on “La chuleta de Sanllehí y el tiempo para el ascenso

  • José Rodríguez Benítez , Direct link to comment

    Son los pequeños detalles que debe pulir nuestro REAL ZARAGOZA . Estos fallos garrafales de la presentación de Alarcon lo ve toda España y deja mucho que desear un club histórico como es ha sido y será nuestro REAL ZARAGOZA .
    Y es como he dicho en otras ocasiones en este apartado estamos perdiendo mucho caché desde que estamos una década ya consecutiva en este auténtico pozo que es la segunda división. Y creo que la gran afición BLANQUILLA no se merece estos detalles tan feo que no da una imagen muy favorable a la entidad ZARAGOCISTA .

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