En un proceso difícil por la reacción de la afición zaragocista ante un nuevo fracaso, Raúl Sanllehí ha sabido quemar sus naves con la salida de Cuartero, los ceses de Torrecilla y Carcedo, la ilusión de la nueva Romareda y la goleada ante la SD Huesca en el estadio municipal. Ha asumido sus riesgos y además los problemas en forma de lesiones de Cristian Álvarez e Iván Azón pero la suerte le ha acompañado. De la misma manera que ha ejercido el control de los medios oficiales y adscritos al régimen para crear un vacío de silencio cuando le interesaba o para difundir rumores de cara a conocer el pensamiento del zaragocismo a través de las redes sociales. La celebración del Mundial y la deficiente actuación de la selección con la salida de Luis Enrique también han despistado a los seguidores del Real Zaragoza. Que ahora están preocupados por el problema entre los socialistas del Gobierno de Aragón y los populares del Ayuntamiento de la ciudad por La Romareda, en un anticipo de confrontación entre los que serán candidatos, Lambán y Azcón, a la presidencia de la Comunidad Autónoma. Por si acaso ayer abrieron las puertas del coliseo blanquillo para que pasara el público infantil y disfrutase, como antaño, de la cercanía con sus futbolistas.