El Real Zaragoza, que cuenta con cinco oportunidades hasta el final de Liga, se juega cerrar la continuidad virtual en Segunda con una victoria frente al Burgos en La Romareda que le dejaría a ocho puntos de la zona de peligro
El porcentaje de posibilidades de que el Real Zaragoza vea comprometida su continuidad en Segunda, objetivo que persigue por cuarta temporada consecutiva, ha quedado reducida a una catástrofe prácticamente imposible con cinco partidos por delante para el ocaso del torneo. La anterior jornada se produjo un cierto desasosiego cuando tras empatar en Leganés, todos los equipos de abajo se pusieron rebeldes para rebajar el colchón de seguridad del conjunto aragonés con el descenso a cinco puntos. No están las cosas como para torear con amenaza alguna, y ese recorte lo era porque para este equipo que gotea mejoras individuales pero como grupo acusa males similares si no calcados a la historia antes de la era Víctor Fernández, un soplo es un huracán. Ha aprendido a reponerse a escenarios muy complicados y no se rinde, un avance importante en esta guerra del fin del mundo, pero futbolísticamente sus argumentos siguen siendo bastante planos. Por eso ha sumado 9 puntos de 21 posibles con el nuevo entrenador, una cantidad pobre pero enriquecida por el mal ajeno de quienes le persiguen y por un sistema de tres centrales heredado de Julio Velázquez, que algo detectó aunque, superado por el desplome de los jugadores y el suyo propio, no pudiera acompañarlo con resultados. Cuatro de los del coche escoba, Mirandés, Villarreal B y Huesca y Alcorcón, este ante un Cartagena que supera en la tabla a los aragoneses con 48 puntos con aroma a permanencia, han perdido este sábado… Un triunfo este domingo (18.30) frente al Burgos en La Romareda dejaría la permanencia al alcance de la mano si no agarrada a ocho puntos del peligro, con cuatro citas más por delante por si acaso. Cuanto antes mejor, por decoro, por respeto a una afición que en las últimas seis campañas no ha visto nunca diez victorias en casa. Si se pospusiera la octava en la actual, no sería un drama, pero seguiría enrareciendo este proyecto que nunca ha tenido rostro de ascenso.
La urgencia se centra en dar carpetazo a otro año con capital extranjero, Jorge Mas y las gruesas sombras rojiblancas en su segunda experiencia en la gestión global del club, pero con el mismo collar deportivo que anteriores dueños locales. Sin mirar al futuro ni sembrar de promesas y líderes un porvenir que arrastra once ejercicios de fracasos y una política que se anuncia continuista en cuanto a la venta de sus perlas (Francés) y a la construcción de plantillas discretas que opten de lejos a estar entre los mejores. A la espera de un pulso entre poderes que se prevé tenso y ameno en verano, lo que toca es el Burgos, tres puntos más que le despegarían a ocho de la zona de mayor peligro. El conjunto que entrena Jon Pérez Bolo, en plena disputa por entrar en playoff, se presenta como el segundo peor visitante de la categoría y el más goleado. En El Plantío no conoce la derrota, pero en cuanto hace las maletas, sufre una grave amnesia competitiva con alguna considerable paliza recibida de por medio. Roca y cristal. El Real Zaragoza, que no es precisamente un diamante, haría bien en no tener muy en cuenta ese brutal contraste de texturas de su adversario. Otros con menos enjundia pasaron por El Municipal, incluso colistas, y vencieron. El plan no tiene truco y ya tiene raíces: ocurra lo que ocurra, no hay que tirar la toalla hasta el último segundo porque a estas alturas el miedo es la tónica general y el empate se celebra como un título.
No parece que Víctor Fernández vaya a mover el tablero. Jugará una vez más con negras aunque le seduzca poco con una formación de cinco defensas y esperará a que alguien acierte con la portería. Vuelve Mouriño por Lluís López para compartir eje defensivo con Francés y Jair, mientras que en los costados permanecen Gámez y Zedadka aunque el francoargelí bien podría dejar su puesto a Valera para dar mayor viveza a los carriles. En el centro del campo la baja por lesión de un Aguado que había subido varios peldaños en su rendimiento y se perderá lo que esta de campeonato, será cubierta por Grau, un pivote de supuesta contención con poca chicha participativa. A Toni Moya, también mejorado en sus últimas participaciones, se le va a acumular el trabajo. La dinamita ofensiva volverá a ser trasportada por Maikel Mesa por detrás de Azón y Liso, la pareja de canteranos ya responsable de un ataque donde han languidecido hasta desaparecer –Bakis por dos veces– los elegidos por Juan Carlos Cordero para percutir arriba. La salvación como mal menor y ninguna heroicidad está a la vuelta de la esquina. Doblar la siguiente sin ella no provocará taquicardias, pero sí recrudecería el debate o la certeza de que con gran parte de los que están no se va a ninguna parte en ese dulce mañana pintado sobre un lienzo todavía muy en blanco y negro.
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— Real Zaragoza (@RealZaragoza) May 5, 2024
Lo peor que puede ocurrir os es que en las jornadas que restan tengamos unos resultados brillantes a estas alturas y que nos lo creamos a despecho de la vergüenza de campaña realizada. Aseguremos la permanencia, pero la poda en la plantilla es inevitable si no se quieren repetir catástrofes.