A punto de viajar a Ottawa, hoy se cumplen siete años del espectacular regreso de Zapater

Le ha podido el gusanillo por seguir jugando, por conocer otro fútbol, otras latitudes, otra cultura. El Atlético Ottawa, con un cuerpo técnico español que le quiere en el equipo, ha sido el que ha llamado con más insistencia e interés a su puerta y la familia Zapater ya está haciendo las maletas para sumar, a partir de este domingo, una nueva experiencia en el ocaso de la carrera de Alberto, quien asume el reto con la ilusión deportiva del infantil que llegó de Ejea a la Ciudad Deportiva. Le da igual el frío que le espera en Canadá (ya se abrigó y blindó contra todo tipo de inclemencias en Moscú), los campos de hierba artificial, una competición en marcha a la que se incorporará a primeros de julio. A sus espaldas deja una despedida única de su Real Zaragoza, un grandiosa reunión de emociones y agradecimientos como nunca se había visto en este club de mitos y leyendas. Hoy se cumplen siete años de su presentación en La Romareda, de vuelta de un enriquecedor y duro exilio internacional, del infierno físico. Aquel 20 de junio de 2016 en el que dijo no ser el Mesías, aunque se lo pareciera tanto a la afición que ahora le ve irse de nuevo con más cicatrices pero el mismo espíritu de una persona verdadera que quiere dar a la vida, ni más ni menos, otro sorbo de felicidad.

TEXTO PUBLICADO EL 20 DE JUNIO DE 2016

No es el Mesías, pero se le parece

Alberto Zapater es recibido como un ídolo por más de 5.000 aficionados que desbordan su ilusión con el ejeano

Alfonso Hernández

«No soy el Mesías ni prometo el ascenso a Primera. Lo que aseguro es que voy a darlo todo, a competir. Entiendo lo que significo para la afición, pero yo me siento uno más. Un equipo lo hace una plantilla, no un solo futbolista, y sabéis que no digo un tópico. Para mí esto es un sueño, un ilusión que ahora me la puedo permitir». Alberto Zapater se sentó por primera vez en su carrera para ofrecer una rueda de prensa como nuevo futbolista del Real Zaragoza y, con su oratoria sencilla pero directa al corazón, dejó muy claro que entiende el protagonismo que ha alcanzado, aunque delega en la directiva el calado de la trascendencia que le quiera otorgar. «No soy Messi. Llego con más experiencia, con un par de hijos y sabiendo lo que quiero vivir, pero dispuesto para luchar en cada partido como merece el Real Zaragoza».

Lo que ni él mismo puede negarse es que se parece mucho a un Mesías, por lo menos para los más de 5.000 aficionados que se congregaron en La Romareda para recibirle en un espectáculo inédito en los últimos diez años, desde la pueste en largo de Pablo Aimar en el 2006. Zapater pisó el césped del Municipal y la grada estalló como si hubiera aterrizado una estrella de nivel mundial. Cánticos, gritos, súplicas y un torrente de cariño que no cesó durante casi una hora. Para esta hinchada, todavía con el alma partida en dos tras el fiasco de Palamós, el centrocampista de Ejea de los Caballeros es un astro. Se lo hizo saber con demostraciones de todo tipo. «Zapater te quiero» y «Volveremos a Primera» atronaron en el santuario zaragocista. El efecto que pretendía la directiva con su fichaje ha desbordado todas las previsiones en esta tarde calurosa, entrañable y emocionante. Posiblemente, en la historia de la entidad sólo el recibimiento a Cafú en 1994 tras proclamarse campeón del mundo con Brasil tuvo semejante o superior impacto. Entones por el glamour del personaje; hoy, «porque eres uno de los nuestros!», le recordaron con insistencia. «¡Compromiso, Alberto, queremos compromiso!».

«Las ilusión hay que venderla con hechos». Ni una fisura en sus palabras para la galería. Rocoso en su ternura natural, el futbolista agradeció a todas las personas que le han ayudado a escapar del infierno físico que sufrió con su lesión de pubis y posteriores complicaciones, entre ellos al preparador Andrés Ubieto, y también la comprensión y la discreción con que se ha llevado su recuperación en la capital aragonesa. «Llevo mucho tiempo entrenándome en Zaragoza y lo hacía con la intención de jugar en Primera. La gente me preguntaba por la calle y yo, que ya sabéis como soy, a todo el mundo le respondía lo mismo, sin esconderme. Estoy muy bien». Está tan en forma, dice, que se negó a realizar prueba alguna en la pretemporada. «Alberto se comprometió con nosotros antes de saber quién iba a ser el entrenador», aclaró Narcìs Julià, que estuvo junto a él en la sala.

Firmó autógrafos en todo tipo de soportes, bufandas, balones, móviles, retratos suyos, camisetas… Regaló pelotas y, descarado, se hizo un selfie con todo la afición detrás, eufórica y desatada por haber recuperado a un jugador en el que se reconoce y a quien admira. «No quiero irme de vacaciones, quiero entrenarme». Público de todas las edades, distintas generaciones, padres con sus hijos y abuelos con sus nietos. La Romareda ha sido una auténtica fiesta pese a la proximidad del mayor de los golpes. Qué más da, el Mesías se paseaba junto a ellos por la hierba en todo su esplendor («Ponerme la camiseta del Zaragoza cada día es un regalo»), así, tan fresco, tan auténtico, tan aragonés. Sin saber Zapater que andaba sobre las aguas de la esperanza zaragocista».

Foto: Jaime Galindo (el Periódico de Aragón)

One comment on “A punto de viajar a Ottawa, hoy se cumplen siete años del espectacular regreso de Zapater

  • Félix , Direct link to comment

    Me alegro por Zapater. Tiene todavia condiciones para jugar y además es lo que más le gusta. En su estancia aquí no ha creado problema alguno, al contrario, cuando ha jugado lo ha hecho con buena cara y cuando no pues también. Le deseo mucha suerte y larga vida.

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