El club utiliza todo su arsenal para convertir la despedida frente al Albacete en un homenaje al estadio que apacigüe cualquier voz crítica con la funesta gestión deportiva de la propiedad
Nada más conseguir la permanencia de forma matemática, el club se puso a trabajar para que el encuentro frente al Albacete no se convirtiera en un foro de protestas y quejas contra la nefasta gestión deportiva de la propiedad. Habrá que comprobar hasta qué punto lo ha logrado, pero de momento no ha escatimado esfuerzos para, haciendo un llamamiento a la vena emocional, intentar que el aficionado asista al festejo con el menor o ningún ánimo discordante. Las iniciativas tienen como eje honrar el actual Gol Sur antes de que se proceda a su derribo en julio. Será el primer movimiento hacia la construcción del nuevo estadio, es decir para mirar al futuro y aparcar el ingrato pasado con la salvación certificada en la penúltima jornada. El completo ejercicio de marketing contempla la venta de un pack especial de mil unidades con una bufanda conmemorativa, una camiseta retro con la que los futbolista saltarán al campo y postales históricas. El reclamo ha sido un éxito. Ramón Vila, autor del primer gol en La Romareda en 1957, hará el saque de honor. Además, hoy se ha anunciado que las puertas del viejo templo zaragocista se abrirán del 3 al 28 de junio para quien quiera despedirse de él, con la opción de hacerse fotografías desde el mirador del Gol Norte. ¿Se habría desplegado semejante campaña en el caso de que este domingo el Real Zaragoza todavía no hubiera conseguido su continuidad en el fútbol profesional? No, pero el día se ha quedado estupendo.
Así que el Gol Sur, con su historia y sus intrahistorias, su nobleza, su indudable valor de pieza capital en los partidos locales, será el gran protagonista. En realidad su inmediata demolición y la mezcla de añoranza e ilusión que genera esa despedida. El Albacete, liberado también de presión alguna está siendo presentando como un invitado a esta liturgia del optimismo que empalma con el esbozo del ambicioso proyecto que se viene sugiriendo durante toda la semana y que, en teoría, pondría sus primeras piedras la siguiente, una vez finalizado el campeonato. La operación es conjunta. La atmósfera que se respira va perdiendo la tensión del desengaño, el fracaso, la manifestación airada. La verdad, la terrible verdad, se está guardando en un cajón con el candado de siempre, el del olvido como mejor bálsamo. Pero hay un encuentro de por medio de tanto frenesí que por muy intrascendente que parezca puede rebajar el paisaje idílico que se ha gestado en los despachos. El resultado importa y mucho. Todo lo que no sea una victoria en una campaña con sólo siete triunfos en 20 jornadas domésticas haría que la mirada se centrara en el palco. Al pack especial habría que añadir la postal con la cara de Raúl Sanllehí y los consejeros.
Víctor Fernández quiere ganar también por la afición, el equipo y por él mismo. Y no, no va a hacer rotaciones de cita veraniega. El pregón de que su trabajo de sedante ha estado por encima de los números que ha conseguido sólo convence a sus pregoneros. De no sumar los tres puntos, sería uno de los dos peores entrenadores revulsivo de Segunda, y aunque importe poco de cara al objetivo de la salvación ya confirmada, ratificaría su imagen de técnico reñido para atajar crisis con rotundidad. Su misión, a la espera de la reunión donde le confirmarán si sus deseos son órdenes o hay que seguir las órdenes del fondo de inversión, un cónclave en el que Víctor decidirá si sigue o no con el equipo, es la gloria del ascenso. Mientras, todo gira entorno al Gol Sur, siempre y cuando el Albacete no se ponga serio y la afición pida antes la demolición de una directiva por otra parte intocable en este fútbol tantas veces cuentista.
Al final, leyendas zaragocistas y socios de Gol Sur se fundirán en una instantánea en tributo a esa zona del campo que será la primera en desaparecer. En fin… Que la eternidad sea leve este domingo con nada deportivo que perpetuar.
El último partido sería el momento de expresar la afición su descontento. Pero no ocurrirá…Y así nos va.