La réplica de Víctor a Fernando López sobre el ascenso, el mensaje del técnico a Cordero y la propiedad para que no bajen la guardia en el mercado y el resultado que se dé en Cádiz otorgan relevancia a esta cita inaugural
Las aguas no bajan tranquilas en el Real Zaragoza. Víctor Fernández simula la paciencia que le ha pedido la propiedad pero no es un entrenador acostumbrado a comenzar las temporadas en esta tesitura de absoluta provisionalidad, mucho menos cuando Fernando López, el director general, sale por primera vez a escena para señalar el ascenso como objetivo ineludible. Quieren que le den lo que ha pedido y, por el momento, eso no ha ocurrido, teniendo además que recular en las intenciones de mantenerse firme con los descartados, algo que no va a ocurrir con Bermejo. En esta reconstrucción masiva aún casi a medias hay varios jugadores de Juan Carlos Cordero que Víctor no conocía, caso de Bernardo Vital, uno gestionado por los inversores, Bazdar, y una portería que al final se ha quedado como estaba cuando en la hoja de ruta figuraba el fichaje de un guardameta que ocupara la plaza de Poussin. Al día siguiente de que el director general sacara pecho con el regreso inmediato a Primera, Víctor hizo uso de su turno para replicar la bravuconada del ejecutivo con una serie de razonamientos, el principal que le faltan bastantes, bastantes futbolistas para plantearse siquiera esa meta. Trasladó la presión al director deportivo y la responsabilidad a la directiva, y por el camino dijo que la plantilla ahora mismo es pequeñita. Con poco tacto, pero con la verdad por delante, se le ve muy a la expectativa de lo que sucede hasta el 30 de agosto.
En el Nuevo Mirandilla (21.30), frente a un Cádiz con sus problemas pero con el esqueleto suficiente para postularse como gran potencia de la categoría desde la primera jornada, es muy probable que el Real Zaragoza juegue con una alineación en la que esté Jair con el cartel de trasferible y posiblemente Bermejo. Aunque Vital ha llegado físicamente en forma, parece improbable que desplace del once a Lluís López, quien mientras el portugués se aclimata y no venga otro central superior, seguirá con sus galones de pretemporada. Con Femenías en el arco, las bandas serán propiedad de Calero y Tasende. A mediados de agosto, con los equipos muy tiernos, el centro del campo se convierte en un refugio de alta seguridad, y aquí Toni Moya, muy del gusto de Víctor como ya se ha comprobado, la cólera de Keidi Bare y el rigor posicional de Aguado apuntan a fijos en un 1-4-3-3 que tendrá a Soberón, el mejor durante el verano, Liso y Azón o Bazdar con más opciones para el canterano como hombres más avanzados. ¿Aketxe? Lo más lógico es que vaya entrando poco a poco, aunque conociendo la devoción del entrenador por el vizcaíno… La apuesta de inicio por el cañonero zurdo cambiaría demasiadas cosas para un equipo cogido con hilos y que si de algo puede complacerse es de una homogeneidad de la que no sería aconsejable desprenderse en este momento.
Con Víctor con la mosca detrás de la oreja, el Real Zaragoza interino hace frente al primero de sus tres choques consecutivos lejos de La Romareda. Nada menos que en Cádiz, un recién caído que no podrá contar con Rubén Alcaraz, pieza fundamental en la medular, ni con Ontiveros, un verso libre con poesía intermitente, de la familia futbolística de Aketxe. Aun con esas bajas, Paco López, que ha puesto por la nubes el rendimiento del Real Zaragoza al mismo tiempo que Víctor lo ha hecho con los gaditanos –la estrategia de ceder con elegancia la responsabilidad al otro–, amasa un bloque bastante compacto, con flecos todavía de Primera. El carril de Iván Alejo, que ha renovado hasta 2028, es puro veneno, y tendrá a Tasende muy ocupado. Rubén Sobrino también hará que Calero active todas las alarmas, con Chris Ramos y Roger como más serias amenazas para unos centrales que van a tener que aplicarse muy en serio frente a la velocidad y verticalidad de ambos. Fali, el exzaragocista Iza, el enérgico Matos y el solvente Víctor Chust custodiarán a Caro, por detrás del doble pivote formado por Álex Fernández y el canterano Moussa, que ha llegado como un tiro de los Juegos Olímpicos, donde participó con Mali.
El partido tiene dos caras antes de empezar. Una presenta al Real Zaragoza vulnerable, presa fácil. La otra, a la que debe agarrase el equipo aragonés, es que en esta parrilla de salida ningún motor ruge con fiabilidad por muy llamativo que resulte su chasis. El Cádiz, como hizo y logró en la primera mitad contra el Lazio en el trofeo Carranza, intentará robar y salir como un tiro por dentro y por fuera, atosigando al adversario con la máxima intensidad. Después, la gasolina no sobra, por lo que si el Real Zaragoza se mantiene intacto de esas agresiones, es muy posible que lleve la contienda al equilibrio. En el caso contrario, si del Nuevo Mirandilla se sale con un resultado llamativo para mal, las aguas intranquilas se volverán turbias. Por eso este partido es algo más que un simple debut del que, por lo general, no suele sacarse grandes conclusiones.
✅ Los para Cádiz pic.twitter.com/od3XRSeifs
— Real Zaragoza (@RealZaragoza) August 15, 2024
Foto Real Zaragoza