Amores ‘tóxicos’

Si Saidu y Cuenca siguen sumando elogios y titularidades, los jugadores se habrán ganado su importancia por derecho propio, pero la planificación del Real Zaragoza se asociará al fracaso

Saidu tiene el cariño de la grada y el máximo interés de Gabi Fernández. El marfileño se lo ha ganado a pulso dentro de un escenario donde faltaban actores de rango superior en pleno casting del mercado de verano. Ha ido más allá y con el equipo en marcha sigue figurando en el cartel porque algunos de los futbolistas contratados no han dado aún la talla que se esperaba y porque otros de plantillas anteriores y más experiencia tampoco ofrecen lo suficiente para salir a escena como protagonistas. Con Cuenca ha ocurrido algo similar aunque todavía más llamativo. Con la ventana a punto de cerrarse y destinado a la cesión en una categoría inferior, el club decidió que permaneciera en el equipo. El pasado viernes debutó en el once con 23 años y dejó un encuentro muy notable. Ambos colaboraron en la primera victoria de la temporada contra el Mirandés, en un contexto de máxima urgencia y ruido de sables en el banquillo, en el partido más consistente del curso. Uno de centrocampista y el otro de falso extremo. Por rendimiento y productividad, se merecen continuar este domingo frente al Córdoba, pero el entrenador puede que tenga otra vara de medir para esta cita.

Fueron importantes en Mendizorroza. Más si cabe el delantero. Pero no hay que dejarse llevar por las emociones ni por su ascendencia canterana: Saidu y Cuenca están cualificados para seguir de principio en los partidos que sean necesarios, aunque si eso ocurre, el Real Zaragoza volverá a su textura de equipo superviviente, a aquel decorado de pretéritas aunque recientes campañas de necesidades financieras que favorecieron el salto de Francés, Francho y Azón. También de Puche. Hasta el momento, todo indica que es así, que la salvación es el objetivo, y por lo tanto Saidu y Cuenca no desentonan y sus ilusiones son combustible valioso. Mientras se despeja el horizonte, Gabi espera a Keidi Bare, Valery, Soberón, Moya y Bazdar (al bosnio con menos entusiasmo), confía en que Paulino aparezca para ser diferencial algún día, que Kodro enseñe una altura de la que carece y ha metido a Aguirregabiria en el fondo del armario de los laterales. Su anhelo es que esta milicia con soldadas de coroneles dejen de comportarse como soldados rasos para acometer un curso más apacible, lo que tenía previsto con Txema Indias y por ahora no está sucediendo.

Keidi Bare, por ejemplo, sería una pieza ideal para el trivote estrenado ante el Mirandés. El albanés fue fichado para metas superiores, pero su estado físico y su tendencia a las lesiones hacen dudar de que vuelva a ser quien fue, un todoterreno con varias marchas, prototipo de centrocampista de gama media alta para Segunda. Moya transita por la melancolía y se ha perdido para cualquier causa, y el caso de Valery es un misterio insondable por silencio del club. El catalán nunca fue fundamental en el Girona, ni en Segunda ni en Primera, mucho menos en su última aventura en el Mallorca. Sin embargo, posee una velocidad capital para este torneo y este equipo, virtud que costó muy cara y que ha sido imposible de aprovechar hasta la fecha. Ha disputado 98 minutos invisibles. Tampoco se sabe qué ocurre a ciencia cierta con Soberón, pichichi el año pasado y descartado por decisión técnica en las dos últimas jornadas. Lo de Paulino parece algo pasajero, aunque siete jornadas sin un gol ni una asistencia es para preocuparse y para sentarlo en el banco. Bazdar, la apuesta económica más importante de la propiedad, no encaja en el espíritu del técnico. Su pasotismo ha solapado su calidad y Gabi no está para bromas, menos con su puesto aún entredicho.

Saidu y Cuenca se han incrustado en este Real Zaragoza que dio sus primeras señales de competitividad ante el Mirandés y que se defiende con corrección y ataca sin precisión. Con el centrocampista hay un cierto enamoramiento popular por su forma de emplearse, más que por el fondo del futbolista que es, claramente en formación. Con el punta saltó la chispa porque, antes de fundirse por los esfuerzos repetidos, inoculó al equipo sentido, garra y profundidad ofensivos en la única victoria. A pico y pala, se ha hecho hueco en la alineación, pero de repetir en ella más de lo razonable, la planificación del Real Zaragoza se asociará al fracaso. Son buenos escoltas que en circunstancias concretas encajan en la titularidad. Otra cosa es que los que disponen de más prestigio y mejor nómina se instalen en la sombra de forma definitiva. En esa hipotética situación de amenaza apocalíptica, serían imprescindibles por compromiso.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *