Anatomía de una mentira más

Raúl Sanllehí, por segundo año consecutivo, y Juan Carlos Cordero protagonizan el fracaso de un proyecto que sólo ha mirado al ascenso por la boca pequeña de Jorge Mas, una meta a la que se sumaron los ejecutivos por empatía empresarial, una opción irreal mucho antes de que el Cartagena la seccionara de cuajo

El Cartagena ejerció de último verdugo de un Real Zaragoza que subió al cadalso por su propia voluntad. La derrota del Efesé tuvo la particularidad de que se produjo después de jugar 50 minutos en superioridad, golpe de gracia que seccionó por completo cualquier opción de avistar la recta final del campeonato con alguna posibilidad real de optar a la sexta plaza. Pero esta decepción no es fruto de un día, ni de dos, sino consecuencia de una temporada por la que el conjunto aragonés ha dejado otras y variadas perlas de desesperanza por el camino, la de un equipo sin suficiente cuajo para estar arriba. La mediocridad del torneo y no el fútbol de un vestuario con mucho más nombres que talentos ha sido la que ha mantenido viva la luz al final del túnel, a la espera, como en el campo, de errores ajenos para alegrar la jornada y el futuro. Se ha buscado una justificación en la plaga de lesiones para explicar el porqué de la crisis que se llevó por delante a Fran Escribá y que ha evidenciado que Julio Velázquez no parece capacitado para superarla. Sin embargo, los primeros indicios del eclipse, que comenzó en la sexta jornada, se manifestaron antes de que Cristian, Bakis, Azón o Valera visitaran la enfermería.

Se focalizó entonces en la ausencia de Francho por lesión como una baja capital. Mientras, se produjeron las derrotas en Ferrol y una doble en casa contra equipos en posición de descenso en ese tramo, el Mirandés (0-1) y el Alcorcón (0-2). Ya había pruebas suficientes, pero la eliminación en Copa contra el Atzeneta dio paso a la visita del Huesca, otro que venía con el agua al cuello y que remató la faena también en La Romareda (0-2). Velázquez debutó perdiendo en el Carlos Belmonte, y metió al Real Zaragoza en la cementera con un sistema de tres centrales que le dio consistencia para no perder y ganar tres encuentros con el favor de los rivales frente su endémica enfermedad del gol. Chirriaba la falta de profundidad, de mordedura en el área y sobre todo de alcanzarla con asociaciones elaboradas. El Cartagena hizo saltar todas las bisagras de la forma más escandalosa y humillante, con uno menos, postulándose por valentía y en contra de todos los pronósticos para un triunfo que mereció por su épica resistencia y su eficaz pegada.

Instalado en la mentira en la eras de Agapito y de la Fundación, este club ha ido a manos de un fondo de inversión que cuenta las cosas a medias, lo que significa que no dice la verdad. Nadie quiso nombrar el ascenso de forma directa mientras se reconstruía la plantilla, y desde los despachos se siguió el juego de las anteriores propiedades, inspirado en la ambigüedad pero siempre evocando que este equipo, por historia y afición, debía aspirar a lo máximo. El conjunto aragonés salió disparado con cinco victorias consecutivas y un liderato deslumbrante. No obstante, ese imprevisto fuego olímpico se apagó con la brisa cántabra del Racing (1-1) y la posterior galerna de malos resultados. No se pudo en la segunda vuelta contra tres recién ascendidos, el Amorebieta (1-1), el Eldense (1-1) y el Alcorcón de nuevo (0-0), con actuaciones deficitarias de ambición, empates que se edulcoraron con las victorias sobre Leganés (1-0), Andorra (2-0) y Sporting (3-0). Eibar y Cartagena, con distintos argumentos, han descosido lo que ya se sostenía con frágiles hilos.

Raúl Sanllehí, por segundo año consecutivo, y Juan Carlos Cordero protagonizan el fracaso de un proyecto que sólo ha mirado al ascenso por la boca pequeña de Jorge Mas, quien volvió a casa por Navidad para brindar por un repentino e innegociable regreso a Primera, una meta a la que se sumaron los ejecutivos por empatía empresarial y sobre la que el siempre feliz Velázquez ha evitado pronunciarse a toda costa. Con Badía se reparó en invierno el carnaval de los porteros, y la lesión de Guti, es cierto, ha hecho mucho daño para intentar lo imposible. No se ha atendido la necesidad de un lateral izquierdo, ni de un delantero, ni siquiera de un extremo. Zedadka, quien por lo visto hasta ahora no mejora las prestaciones de Borge, se ha quedado como la gran operación de esta ventana en lo referente a futbolistas de campo. Con 15 jornadas por delante, el Real Zaragoza tendría que sumar el 62% de los puntos en juego, una auténtica barbaridad y además en el estado catatónico que transmite su fútbol y las pocas variables de la libreta de su entrenador. Seamos sinceros aunque la mayoría de la prensa local se empeñe en publicitar todavía el ‘Sí se puede’. Toca abrigarse para la 12ª temporada en Segunda, la tercera de una multipropiedad rica en vanas promesas.

One comment on “Anatomía de una mentira más

  • Maño de Vilassar , Direct link to comment

    Perfecta descripción de la situación actual. Y por cierto, la connivencia de la prensa/radio local con la Direccióndel Club, merece un artículo y estudio aparte. Se puede entender en los chic@s de Henneo, eternos servidores del poder. Pero ¿el resto?

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