Azón, el gigante sigue creciendo

El micropartido de Iván Azón, un encuentro que jugó para sí mismo y con maravilloso altruismo para su equipo frente al Valencia, necesitaría de notario para certificar un gigantesco salto de calidad en sus prestaciones naturales. Juanjo Narváez tuvo y regaló gol y ofreció un recital de juego de espaldas que, seguramente, dará que pensar a la secretaría técnica del conjunto de Bordalás, todavía con una limitada lista de fichajes en sus manos. El colombiano está para seducir a cualquier club de clase media alta de Primera y será complicado que el Real Zaragoza pueda retenerlo. Mientras tanto, como dice JIM, a disfrutarlo. Y a su lado, es una gozada contemplar a ese chico de 18 años que irrumpió como un bisonte la temporada pasada y acabó llevándose por delante a El Toro, Vuckic y a Álex Alegría con oportunismo anotador y facilidad para provocar penaltis. Un ariete a la antigua que se hizo con por fin la titularidad en las últimas cinco jornadas, un futbolista sin la menor duda clave en la salvación. A la pretemporada se ha presentado con idéntica voracidad pero con un perfil bastante más fino.

Ya contra el Elche dejó pinceladas de artista. Se le reconocían combates cuerpo a cuerpo a riesgo de vértebras y piernas, carreras infinitas, saltos con los que su coronilla alcanza la Vía Láctea. Cierto olfato y no demasiada capacidad de definición. Algo ha hecho en las vacaciones y habrá que descubrirlo porque a su irreverente espíritu guerrero ha añadido un catálogo de acciones supremas en las dos últimas citas. La asistencia a Nárváez en el primer tanto frente al Elche, un balón que dominó y prolongó al esprint al espacio del cafetero fue una delicia. Una serie de descargas al primer toque, una de ellas de tacón, avisaron de su posible transformación. Había que esperar sin embargo para comprobar si es que tenía su tarde o si estábamos viendo algo distinto. El Valencia lo confirmó: Azón empieza a escribirse con mayúsculas, las de un atacante que busca partidos y no minutos residuales o de carácter revulsivo.

Una vez más lo hizo, pero en esta ocasión rozando la perfección ante el conjunto de Bordalás, un bloque que ya empieza a dar señales de la personalidad poco amiga de hacer prisioneros de su entrenador. Azón toca de cara y se va; hace movimientos de ruptura y caídas a banda intercambiando la fiereza que a veces le devoraba por la inteligencia, con una lectura precisa de los momentos para intervenir en el desahogo del juego o para prolongarlo en conducción o en pases. Rematando de cabeza, que es su especialidad, como cuando obligó a Rivero a emplearse de lleno para evitar el primer gol en el Pinatar Arena Football Center, un balón que en el rechace no alcanzó por poco Jair. Con Diakhaby pegado a su dorsal, un central de casi dos metros prohibitivo en los pulsos físicos a quien el canterano sacó de zona y de quicio.

Cómodo, rápido, a un nivel superior, impropio de una pretemporada, el zaragozano desmanteló a la defensa ché en una jugada que merece relato: cae a un costado muy lejos del área, contiene el balón, retrocede, se gira y ve cómo Bermejo se cuela como un colibrí por un espacio despejado para entregarle un pase digno de un medio volante de toda la vida. Con esos tres gestos habilitó al centrocampista, quien llegó al fondo y retrasó para el empeine inmisericorde de Narváez, un yunque. Antes de retirarse en el minuto 82 con matrícula de honor, Azón se lanzó por la banda como si hubiera comenzado el partido. Sí, el gigante sigue creciendo y pide paso con huella profunda.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *