En la cabeza y la ilusión de la hinchada se mastica una pareja ofensiva adolescente, dos chicos de 19 años que podrían liderar una parcela que ha sido cementerio durante las dos últimas temporadas para delanteros con mucha más experiencia. Juan Carlos Carcedo tendrá que valorar en qué medida y en qué tiempo asociarlos, si desde el inicio de los partidos o lo largo del mismo. No será este sábado ya que Iván Azón afronta la recta final de la recuperación del edema óseo que le mantiene inédito en la actual campaña, pero es posible que a partir de la semana que viene el técnico visualice en su pizarra mental la posibilidad de juntar en un futuro próximo al canterano con Giuliano Simeone, una opción que sin embargo necesita trabajo y posiblemente un cambio de esquema que llevaría a jugar con dos puntas en un 1-4-4-2 o con uno por detrás del otro en un dibujo 1-4-4-1-1. Se descarta como variante potable que uno sea desplazado a los extremos, algo que ya se ha experimentado y que coarta y disminuye el impacto en los partidos del elegido. El argentino, que empezó de meritorio desde el banquillo, es quien ha alimentado esta propuesta con dos piezas en ataque con su meteórica reivindicación en la titularidad, confirmada tras su exhibición solista frente a la Ponferradina. Habrá que tener en cuenta también la presión que se puede ejercer desde la cúpula para que Gueye, fichado como elemento diferencial, no quede aparcado como tercer hombre. Por su puesto, hay que esperar a lo que pueda decir el senegalés en el campo.
Iván Azón se ha graduado en un par de años sobre el alambre, ganándose un puesto desde el banquillo a base de imponer primero su naturaleza para crear peligro a su alrededor y después con goles. Simeone vino de la 2ª RFEF con un manojo de 25 tantos colgado del cuello, una cantidad abrumadora aunque puesta en cuarentena hasta comprobar si podría, como está haciendo, repetir esa pegada en el fútbol profesional. Reunirlos resulta muy atractivo por tratarse de jugadores poderosos, veloces, ambiciosos, con la portería clavada en el iris y generadores de pesadillas sobre las defensas en la presión alta. La coexistencia, no obstante, necesitaría una meticulosa tarea de ensamblaje porque comparten espacios para desarrollar y explotar sus cualidades y en esa alianza faltaría la complicidad que brota de una calidad técnica cuyo punto más álgido aún no han alcanzado. Serían bidones de pólvora en estado salvaje, y ese espectáculo pirotécnico podría terminar quemándolos si el deseo se antepone a un paso obligatorio por el aula del reparto de funciones. La coreografía debe buscar que dos tipos tan impulsivos sepan cómo, dónde y cuándo intervenir en cada momento, en cada pelota que les busque.
Sin duda, el Real Zaragoza tendería a ser un equipo mucho más directo, y en este sentido afectaría por completo al gusto de Carcedo por la posesión larga y el control. El concepto defensivo variaría pero no en su esencia sino en su forma porque Azón y Giuliano, por sus características, comenzarían siendo la primera fortificación. El centro del campo, del que desaparecería la figura del falso delantero que han interpretado Eugeni, Francho y Vada para articular un modelo más clásico con dos pivotes, Grau y Molina, y dos interiores, Bermejo y Mollejo. La transición en un equipo sin pasadores notables, sin ser alocada, pediría más rapidez en la localización de los movimientos de dos delanteros de zancada larga y que cuando caen a las bandas y saltan a las espaldas los sistemas de seguridad del enemigo desatan tormentas huracanadas. La gestión de la pareja por su cuenta está clara: Azón es un sobresaliente alargador del juego con su poderío aéreo, facultad ideal para activar a un Simeone con una punta de velocidad endiablada; el argentino es un imán que atrae como moscas a los zagueros y que liberaría al zaragozano de algunas de las palizas que recibe en sus luchas grecorromanas para afrontar más fresco misiones en el área. Son demonios de la distracción, muy duros y sofocantes para los adversarios.
Si logran la sintonía, los chicos serán una bomba de racimo porque la detonación de uno implica el fogonazo del otro y porque permitirían a sus compañeros sumarse, por fuera o por dentro, a las segundas jugadas que provocaría su perseverancia. Si Carcedo se decide por anexionar arriba a Azón y Giuliano y los adolescentes le responden, estaremos ante un Real Zaragoza muy distinto, seguramente más divertido y afilado, con un mediocampo con más líneas de pase abiertas. Bailando sobra las tumbas de sus predecesores en ataque para celebrar los goles que aún están dos metros bajo tierra pese a que el pequeño Simeone haya encontrado tres escarbando por su cuenta.
1+4+4+2. No sólo es posible, sino que es el esquema perfecto para Azón, Giuliano y el equipo en general. Es el esquema típico del Real Zaragoza en todas sus categorías. Cuando uno entre por un lado el otro lo hace por el centro o al palo contrario. Con Vada o Francho, incluso Grau entrando de atrás. Muero de ilusión por verlo. Este año sí vamos a tener gol