Las familias del Real Zaragoza, representadas en los Alierta y en los Yarza, en Capuletos y Montescos en esta historia por mucho que Fernando de Yarza haya intentado reducir ese enfrentamiento al desencuentro que se produjo con la oferta del consejero del Betis José María Gallego y que se escenificó a toda pantalla en la Junta General ordinaria, deberían sintonizar sus posturas en cuanto a la compraventa. Mientras los minoritarios salen a la escena mediática publicitando que la oferta de Jorge Mas Santos, la estadounidense, está a punto de cerrarse, los mayoritarios, más silenciosos, envían un mensaje distinto sin negar que el dueño del Inter de Milán esté interesado pero rebajando las expectativas y manteniendo aún en la puja a Orlegi, el grupo mexicano. La distorsión de los mensajes, unida a un proceso interminable, está produciendo un hastío considerable entre la afición, que asiste maniatada a esa pelea de gallos que se disputa dentro del consejo y se ramifica en los medios de comunicación, y a un desgaste de la imagen del club, al que no se ha protegido con el simple cumplimiento de un acuerdo de confidencialidad.
Ese silencio se había respetado desde el frente de los inversores, con un hermetismo absoluto sobre las hipotéticas o reales negociaciones, mientras se recaba información de la tesorería zaragocista y sus muchas cuentas pendientes. La situación, sin embargo, ha dado un salto a otro plano desde que Alejandro Iraragorri y Jorge Más han aparecido en escena con un par de declaraciones de refilón con las que ha aumentado la incertidumbre. El primero indicando que se sabría algo más adelante, y el segundo dibujando sin excesivo entusiasmo un bosquejo que presenta al Real Zaragoza como una franquicia o empresa filial del Inter de Miami. En ambos casos, la impresión es de que para un acuerdo a gran escala queda un buen trecho de conversaciones y ajustes económicos en el traspaso de títulos. Por supuesto, bajo la condición innegociable de que el equipo siga dentro del fútbol profesional, un requisito que parece que se producirá con menos estrés del previsto en las calculadoras hace una semanas.
Aunque sea a través de sus hilos conductores habituales sería conveniente que la rama de los Alierta ofreciera su versión de una manera más explícita porque los silencios a medias, el ruido difundido por los Yarza sin inocencia alguna y ahora esa ambigüedad de los compradores que contrasta con la seguridad de que la venta es pan comido, han fomentado actitudes ofensivas hacia el Real Zaragoza. Se dice, pero se quiere ocultar. Un día llueve una cantidad de millones para reflotar el club y al siguiente la cifra sufre un desmayo considerable. Se ha llegado a un punto en el que se impone la mayor trasparencia posible salvo que la propiedad, Capuletos y Montescos, teman decir la verdad sin colorantes ni conservantes, sin venenos, a la masa social.
Fotografía: el Periódico de Aragón