¿Cómo salvarse sin centrales ni goleadores?

La remodelación de la medular, con Keidi Bare renacido y un Francho apasionado, vertebraron el fútbol necesario para la reacción de un equipo que sigue pecando de su plomizo eje defensivo y una delantera sin pegada

Rubén Sellés ha hecho un buen trabajo, pero la cohesión que ha logrado para formar un equipo de ciertos equilibrios y competitividad tiene unos monumentales límites naturales que condicionan su notable lectura de la plantilla maltrecha de Txema Indias y sus posibilidades. Contra el Cádiz, el técnico, después de excelente racha de tres victorias y un empate, sufrió un par de adversidades en sus planes que desvelaron los problemas para hallar soluciones en una plantilla quebradiza. Las molestias de Francho y la lesión ya en juego de Aguirregabiria, dos futbolistas corrientes que sin embargo habían alcanzado máxima notoriedad estratégica en la obra de Sellés, provocaron un cataclismo energético. El Cádiz asaltó el castillo de naipes sin apenas resistencia, con el Real Zaragoza desarmado para responder salvo por voluntad y rebeldía, dos herramientas complementarias en anteriores partidos y que esta vez no le sirvieron como combustible principal. A la espera de conocerse el tiempo de baja del capitán y del lateral, el conjunto aragonés deberá entrar de nuevo al quirófano de su entrenador, un cuarto oscuro sin órganos vitales para los trasplantes que reclama la salvación.

La remodelación de la medular, con Keidi Bare renacido y un Francho apasionado que activaron la vitalidad de Guti, vertebraron el fútbol necesario para la reacción de un equipo que sigue pecando de su plomizo eje defensivo y una delantera sin pegada. El resto de sus compañeros recibieron ese fluido de los centrocampistas, y se iluminó un bloque capaz de ganar desde la presión alta, el compromiso colectivo, la mejor administración del balón y la épica en distintos formatos al Huesca, al Éibar y al Leganés y de empatar en Málaga. El pasado domingo fue el ejército de sombras de otras ocasiones, traumatizado al final por la derrota y sus consecuencias, la imposibilidad de abandonar la cola de la clasificación y el incremento de la distancia a cuatro puntos de los puestos de permanencia. La enfermería y el gabinete psicológico van a tener trabajo, con la despedida del año en El Plantío y el cierre de la primera vuelta ante Las Palmas y Racing, un calendario de una dureza extrema. Con 16 puntos de 54 posibles, son necesarios tres triunfos para llegar al ecuador del campeonato en la media para continuar en la categoría.

El mercado de invierno aparece por enésima vez como elemento de corrección. Es de público conocimiento que por esta ventana de emergencia en contadas ocasiones entran jugadores determinantes y además habría que ver hasta qué punto la propiedad está dispuesta a invertir en lo que debería ser otra reconstrucción considerable del vestuario, con grietas tan preocupantes como las de Paulino, Akouokou y Bazdar, apuestas perdidas en el caso del bosnio y de dudosa resolución con el frágil extremo y un pivote muy incómodo en este club. Y esperando todavía a Valery, que alumbra pero no quema, y qué decir de Sebas Moyano, en lista de espera sin pasaporte. Queda por desvelar qué ocurrirá con Dani Gómez y con el apartado Pau Sans, los dos puntas con más velocidad pero con quienes el técnico no cuenta. Rubén Sellés ha sabido y querido lidiar con esos enigmas en su firme convicción de que con él sólo jugará quien esté dispuesto a aceptar sus reglas. El caso de Cuenca, titular por delante de titulares, ha demostrado que su axioma es la disciplina. El único lunar, indescifrable, es el intento de recuperar a Sinan Bakis para una causa que al turco le suena a chino por sus carencias físicas y un historial rocambolesco para deshacerse sin éxito de sus pobres servicios.

El Real Zaragoza había comenzado a latir sobre una alineación veterana, organizada y dirigida por Keidi Bare. No obstante, en esa traca de 10 puntos de 12 que sacó al equipo del vertedero de Segunda y de su propia cárcel emocional, se han mantenido latentes aunque edulcorados por los buenos marcadores semblantes de complicada reparación. Los centrales, generalmente Insua y Radovanovic, son de una tremenda respuesta paquidérmica, con movimientos hidráulicos en posiciones bajas y de una profunda vulnerabilidad a campo abierto, donde ambos se ven obligados a placar a sus rivales en cuanto salen de zona. Pomares tampoco es un Ferrari, ni hacia delante ni hacia atrás, y está el nervio de Tachi, aún por descubrir si puede elevar lo suficiente la calidad de esa parcela. Que Gomes, el juvenil, haya tenido buenas actuaciones como recurso ante las bajas lo dice todo de un espacio donde los porteros Andrada y Adrián han sido los más solventes.

Más al norte, Soberón y Kodro se afanan en descargar e iniciar la jugada por orden de Sellés, alejándose del área cuando son dos animales de últimos metros. Kodro marcó frente al Leganés y Soberón de penalti en Éibar. Dani Gómez, tan agitador en las rupturas, como impreciso en la finalización, empató desde los once metros en La Rosaleda. Aguirregabia, Bakis con la cadera, Toni Moya de falta, Francho y Tachi han sido los otros realizadores en este tramo de un Real Zaragoza con la delantera con menos pegada del torneo. ¿Cómo evitar el hundimiento cuando el agua llega de popa a proa? ¿Cómo hacerlo con una tripulación que no puede permitirse un resfriado y con algunos oficiales saltando por la borda? En enero se abre el mercado con Rubén Sellés remando sobre una tabla perforada por Indias junto al yate pirata de Juan Forcén.

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