El equipo aragonés mezcla motivos futbolísticos para la desesperanza con un dato extremo de su comportamiento que fomenta el optimismo moderado
Guti prefiere jugar contra el Racing que, pongamos, contra el Cartagena, porque el centrocampista considera que un triunfo en El Sardinero sería capital para colmar de ilusión a un Real Zaragoza bloqueado de las cejas a los tobillos. El centrocampista ve en la máxima dificultad una oportunidad, cuando la realidad dice lo contrario: cuanto menor sea el rival, más posibilidades hay de sacar un resultado positivo. Echó un órdago porque, aunque lo hiciera con fe, se necesitan arengas donde no hay un gramo de fútbol como se ratificó por enésima vez contra el Córdoba en un partido sin fundamento alguno salvo el empuje titánico de la grada. El estreno de Gabi, quien lidera la convicción en un permanencia muy sufrida hasta última hora, no se puede adornar con nada, pero es tal la necesidad y la angustia que se quiere exprimir la cáscara como si fuera un fruto recién recogido. Se frenó la sangría goleadora, los chicos pelearon dentro de una formación conservadora como pocas veces que la grada perdonó, pero un triunfo andaluz no hubiese sorprendido a nadie. La dinámica es de descenso y, por ahora, se mantiene fuera de él por dos puntos, lo que le otorga la ventaja de depender de sí mismo en lo que resta de competición. El Eldense, un par de escalones por debajo, asoma como un enemigo muy serio, más preparado para la disputa en igualdad de condiciones. El miedo y también el pánico acompañan a un equipo que necesita reaccionar cuanto antes para no acabar en Primera RFEF, una opción muy presente por la pobreza de argumentos exhibidos a lo largo de toda la temporada.
El Real Zaragoza, sin embargo, mezcla motivos futbolísticos para la desesperanza con un dato extremo de su desequilibrado comportamiento que fomenta el optimismo y que, de aquella manera, se volvió a confirmar ante el Córdoba. Empató un encuentro que tenía perdido con la donación de un penalti y casi se impone si el colegiado no anula el gol de Soberón por falta del delantero en la pugna de camisetas con Magunazelaia. Es decir que pudo haberse llevado los tres puntos de la nada. Y aquí reside una de las razones que podrían ayudarle a evitar el desastre pese a que se relacione constantemente con él. En 22 de 32 jornadas ha estado en desventaja en el marcador, el que más del campeonato, y de ese asolador quebranto ha conseguido rescatar 17 puntos, el que más de Segunda contracorriente. Remontó en Cartagena (1-2), en Tenerife (2-3), en Elda (2-3) y en Málaga (1-2), e igualó después de ir por detrás contra Huesca (1-1), Deportivo (1-1), Tenerife (2-2), Granada (2-2) y Córdoba (1-1). Los otros 13 los perdió. Tiene una ligera aura de superviviente que no le libera del peligro que le acecha en estos momentos, pero que podría servirle para continuar en la categoría si conserva esa rebeldía. Por una regla de tres, le corresponden casi 8 puntos engendrados en la agonía en los diez próximos partidos, lo que le elevaría a los 45, una cantidad próxima a las exigencias de la salvación.
Sería conveniente que mejorara en todos los aspectos para no agarrarse por norma a esta conducta de recuperar el aliento con el fracaso en la nuca. El tiempo, la funesta configuración de una plantilla manifestada en su espeluznante fragilidad defensiva y en una rendimiento individual a la baja auguran lo peor, con el Real Zaragoza sometido a una presión para la que no está preparado al margen de que tenga mejor o peor calendario por delante. Gabi, aun con su inexperiencia, sabe que la única estrategia que puede implementar en este ejército desaliñado es el del corazón más Soberón y Arriaga; quizás Guti hasta que le den las piernas. De las entrañas, de su goleador y de un par de todocampistas depende el conjunto aragonés para seguir por 13ª vez consecutiva en Segunda. También de esa extraña capacidad para resucitar de vez en cuando. Ya se sabe, entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva… Un rechace, un error del contrario, uno o dos goles mientras se baja el telón de la tragedia que permitan un final feliz. Jugando al fútbol desde el academicismo es muy probable que se condene. En su esquizofrénico proceder reside mucho más la redención.
✍️ Nadie ha rescatado más puntos en Segunda que el Real Zaragoza. En 22 partidos ha ido por detrás en el marcador y ha salvado 17 puntos con cuatro victorias y cinco empates ➡️⬇️https://t.co/625F3xroFN https://t.co/GYIdjPnkak
— Alfonso Hernandez (@alfonherndez) March 28, 2025
Que así sea, Alfonso.
Los actos heroicos siempre son fruto de la desesperación.
Fútbol, sobradamento se sabe que no hay en el equipo. Individualmente y como ejemplos más claros, alguna pincelada de Soberón, Bazdar, Guti y Pau. ¿Entonces que? Para ganar en estas condiciones un partido hay que hacer un derroche físico y psíquico al límite del aguante con gran generosidad en ese esfuerzo. Esto conlleva muchas faltas y un porcentaje mayor de tarjetas amarillas que también complicará la confección de las aliniaciones de futuros partidos. Pero no cabe otra solución porque el equipo está herido de muerte y hay que dar todo lo que cada uno tenga de si.
Totalmente de acuerdo Félix, cuando no existe la aptitud la actitud debe ser del 150%. AUPA REAL ZARAGOZA