Complacencia Club de Fútbol

El Real Zaragoza y su entrenador, Fran Escribá, juegan en Elche resucitando el viejo e impostor discurso del desencuentro entre las buenas sensaciones y los malos resultados, con la urgencia no admitida de ganar en el Martínez Valero y, sobre todo, al Huesca en una cita que sí podría ser clave para el técnico

Para Fran Escribá, el partido de mañana en Elche (18.30) no es clave. Mentira piadosa o no tanto. ¿Cómo no lo va a ser para un equipo que en las últimas nueve jornadas ha ganado un solo encuentro y ha sumado 7 de 27 puntos? Determinante con todo el futuro por delante no debería ser, pero sí esencial para revertir esta terrible dinámica para la que el entrenador y los jugadores ya han encontrado el viejo e impostor discurso del desencuentro entre las buenas sensaciones que en teoría transmite el Real Zaragoza y una colección de resultados que le han lanzado cuesta abajo en el rendimiento efectivo y en la clasificación. Se puede dar una excelente imagen y no concretarla con triunfos, aunque no es lo habitual si ese contraste se mantiene en el tiempo. Lo que resulta inaceptable es rescatar buenos momentos de algunas jornadas para lamentarse de que se han hecho méritos para llevar más puntos. Racing, Racing de Ferrol, Mirandés y Alcorcón sacaron los colores al conjunto aragonés –también colaboró él mismo–, mientras que contra Sporting, en el mejor partido del curso, Eibar y Burgos, los errores individuales y la impericia y el pánico para conservar marcadores favorables en los últimos minutos predominó la frustración. El único triunfo, frente al Andorra, se logró en superioridad y aun así sometido por el equipo del Principado, y en el empate ante el Oviedo la culpa fue de la falta de puntería. La suma de todos estos factores se traduce en una crisis nada casual, de mala gestión de los jugadores y de su entrenador. La cantinela de que se nos queda cara de tontos es porque, quizás, no seas muy listo o no estés aprovechando tu inteligencia.

Escribá tiene una plantilla para competir, seguramente para conseguir acabar la campaña entre los seis primeros, algo cada vez más en entredicho. La lesiones le han penalizado, como al resto de los clubes, pero su fútbol ha carecido de regularidad y ha acusado las dudas y los experimentos gaseosos del técnico, inestable en las alineaciones y en las piezas y posiciones a retocar y muy apurado cuando el rival se lanza a la desesperada. El Real Zaragoza se ha convertido en un grupo voluntarioso, desapegado por completo del que era o parecía en un inicio atractivo y con el viento a favor ante Tenerife y Cartagena, de donde se sacó petróleo sin escarbar demasiado, sufriendo no poco. Directo cuando se siente asfixiado, sin apenas asociación, con delanteros sin gol y una verticalidad salvaje, en nada depurada. Su buena defensa, donde los inesperados Borge y Quentin llevan siendo tres jornadas consecutivas los más destacados del equipo, le sostiene aún cerca de su objetivo de estar arriba. El Martínez Valero, por lo tanto, no es un campo para ir de cristiana excursión. El Elche, como todos los favoritos que arrancaron con el freno de mano, ha metido la sexta y amenaza con superar al Real Zaragoza si le derrota mañana. Si además el Racing doblega al Valladolid, se restarían dos puestos para caer a la undécima plaza tras una decena de jornadas de complacencia ante pérdidas fundamentales, entre ellas la de una Romareda que no ve una victoria desde hace dos meses.

Hay material para mejorar sustancialmente, pero en primer lugar es de obligado cumplimiento admitir la situación sin medias tintas, sin esa exposición de la realidad trufada de espejismos. El Real Zaragoza, en este túnel que atraviesa, demostró en El Molinón y El Plantío capacidad y calidad. También en unos fulgurantes veinte minutos de la primera parte frente al Eibar. En su cita con el Oviedo le pudo la ansiedad y el correcalles, pero fabricó un considerable ramillete de oportunidades. Progresa adecuadamente pero no aprueba porque le falta poso, más pegada y proponer alternativas cuando al adversario le tapone la salida, una de sus facetas más vulnerables y que le suelen transformar en una animal sin domesticar hacia arriba y herido en zonas intermedias. Para este desplazamiento no están Cristian, Gámez, Nieto y Bakis por lesión ni Mollejo por sanción. Por contra, Escribá recupera al cien por cien después de los minutos que participó en el último encuentro a Francho Serrano, un alfil con alma de caballo, de gran valor sobre el delicado tablero centrocampista. El entrenador repetirá el mismo bloque defensivo, con Rebollo, Borge, Francés, Jair y Quentin, y en la medular, si por fin Francho recupera su casaca titular, podría haber alguna variación con la vuelta de Toni Moya. Manu Vallejo, a la izquierda de Valera, apunta a ser el relevo de Mollejo, con Azón de nuevo como referencia ofensiva sin descartar que Sergi Enrich disponga de su segundo partido en el once.

El Elche, con el limite salarial más alto de la categoría, ha reaccionado con 11 puntos de 15 en los últimos cinco partidos a su pésima puesta en escena, pero comparte con el Real Zaragoza una pobre relación con el gol, sobre todo en su feudo, donde tampoco es sencillo sorprenderle. Beccacece sigue sin poder contar con Sergio León y Borja Garcés, lesionados, y sólo tiene a Mourad como único delantero con la colaboración del mediapunta Óscar Plano, que ha marcado en las dos últimas jornadas. En esa tesitura, se prevé un pulso de poca presencia en las áreas o con problemas para pisarlas, con pequeños detalles en el acierto o en el error que pueden resultar fundamentales. La última vez que el conjunto aragonés visitó el Martínez Valero fue el 13 de agosto de 2020, en la ida del playoff por el ascenso que los franjiverdes afrontaron con uno menos desde el minuto 27 por expulsión de Jonathas. No se pasó –ni se quiso– del 0-0 y en la vuelta… Nino. De vuelta al lugar del crimen, el encuentro no será clave si se vence aportando más tantos que sensaciones. Si no es el caso, la concentración en Alicante a la espera del partido de Copa del martes ante el Atzeneta se hará muy larga, con el Huesca de fondo en un duelo angustioso en La Romareda. Posiblemente definitivo para Escribá si el equipo sigue alimentándose de lo que pudo ser y no fue.

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