El Real Zaragoza ha dejado atrás todos los demonios deportivos que le han perseguido durante buena parte de la temporada. Ha sido pieza codiciada en la montería del descenso, pero después de cuatro partidos consecutivos ganando y rompiendo con sus malas costumbres de no golear y pagar muy caro el mínimo error defensivo, se encuentra en ese parte del bosque de la clasificación donde aún está por descubrir si esos árboles que antes le servían de refugio son ahora un buen puesto de caza. Mientras, está relajado, con los pies en el arroyo y una escopeta en la mano a la espera de si va a poder utilizarla o no para cobrarse la sexta plaza. Depende de él mismo aunque la complejidad es mayúscula porque necesita un mínimo de siete victorias en once partidos. Es decir, 21 puntos que sumar a los 42 que tiene y que harían un total de 63, una cantidad que podría alcanzarle para entrar en el playoff. Como dice Juan Ignacio Martínez, están «mirando de reojo», camuflados por si salta la liebre, aunque muy conscientes de que además de emplearse como un campeón olímpico de tiro, sus balas han de liquidar por el camino a todos los aspirantes que lleva por delante. Entre ellos y en primer lugar, este sábado (16.00) al Cartagena de Rubén Castro, el eterno francotirador.
Los 12 puntos sin tomar aire, su acierto rematador, la influencia de la cantera y alguna que otra ayuda de los porteros rivales han hecho que el pulso del conjunto aragonés se acelere por la ilusión y no por el vértigo. Este aspecto juega a su favor. En contra, sin embargo, maniobra al filo de la navaja con un fútbol aun con todo no demasiado fiable, al menos para subirse al vagón de los seis mejores. Además, para esta cita JIM deberá inventarse un centro del campo sin Francho por lesión ni Grau, quien ha sido intervenido para corregir la taquicardia que le hizo retirarse frente al Fuenlabrada y que descubrió que sufría fibrilación auricular paroxística. Petrovic y Eugeni son fijos y la otra posición estratégica será para Vada o Bermejo en función de cómo se encuentre este último del golpe que recibió en el entrenamiento del miércoles o del sistema que utilice ante el equipo murciano. En ese dibujo inicial, o en el que sea, se solicita en punta por enésima vez a Azón, pero habrá que esperar a lo que decida el técnico, que prefiere al ariete para los cafés. En ataque, si bien con puesto en el banquillo, vuelve Nano Mesa.
El Cartagena es otro furtivo entre la maleza aunque con un punto más. No firma el empate en Cartagonova –solo lo ha hecho en una ocasión– y es el cuarto máximo goleador de la categoría como local. Se deduce, por lo tanto, que el encuentro queda abierto a la tempestad salvo que el Real Zaragoza lo calme. El conjunto que entrena Luis Miguel Carrión y que celebra su 200 partidos en Segunda va en dirección contraria ya que sólo ha logrado una victoria en sus últimos seis compromisos, con cuatro derrotas que le han desinflado en sus aspiraciones de ser el tapado. Eso sí, el triunfo fue por 4-1 contra el Eibar, el líder, por lo que confiarse de lo que diga su rendimiento actual no parece el mejor plan. Las anécdotas son que se enfrentan el tercer y cuarto límite salarial más bajo de Segunda y que JIM regresa a Cartagena, donde nunca jamás tuvieron mejor equipo que con el técnico alicantino. El Real Zaragoza buscará su quinta victoria consecutiva para continuar silbando con disimulo por si la liebre sale de su madriguera.
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