La posición de extremo impuesta al mediapunta para conservar el 1-4-4-2 nublan al equipo y al jugador, cuyas virtudes se ajustan más al dibujo en rombo, lo que sacrificaría a Liso, o a situarlo como segundo atacante
Desde que Ager Aketxe se estrenó como titular –ya había disputado unos minutos en Cádiz, donde hizo el cuarto gol–, el Real Zaragoza ha perdido dos partidos, contra el Sporting y el Racing– y ha ganado uno después de ir 2-0 por detrás en el marcador frente a diez y remontar por la fe de un equipo que se motiva ante los abismos. No es que el vizcaíno sea culpable directo de esta minicrisis de juego, pero en los tres encuentros apenas se le ha visto despuntar situado de extremo libre de obligaciones en un sistema que Víctor Fernández, por el momento, no negocia. Con el 1-4-4-2, de una u otra forma, el conjunto aragonés está en posición de ascenso directo, pero ni Aketxe ni el Real Zaragoza han sido felices con actuaciones desdibujadas. Víctor Fernández entiende que el futbolista es la estrella del proyecto y debe estar en el once, más aun tras las decepcionantes participaciones de Adu Ares, pero por cuestión de naturaleza y de un estado físico condicionado por la falta de pretemporada y por la lesión que sufrió, el ex del Éibar no ha mostrado sus principales virtudes.
Bermejo empezó por la banda derecha, Liso apareció durante algunos minutos, Ares deambuló y Pau Sans ha sido el más productivo de todos desde la suplencia, si bien el canterano es un delantero para atacar parcelas centrales con su atrevida vericalidad. Aketxe tiende por estrategia a desplazarse a zonas interiores para contactar más con el balón y abrir el pasillo para Calero. No ha podido filtrar balones, ni activar su poderosa zurda para el disparo. En las faltas que ha ejecutado ha estado impreciso y ha fallado un penalti crucial para haber salvado un punto ante el Racing. Se le nota incómodo y martirizado por el repliegue defensivo, algo que nunca ha llevado bien en su carrera. Resolver este problema para ver al mejor Aketxe es un tema muy complicado si el técnico continúa jugando con su sistema de cabecera, que incluye dos delanteros , dos hombres ocupándose del mediocentro y otro par en las orillas ofensivas.
Por las características de esta plantilla, para que Aketxe se aproxime a su plenitud de prestaciones, Víctor tendría que renunciar a su plan maestro. O confiar en que, con el tiempo, se vaya adaptando a ese espacio del campo sin grilletes posicionales. Lo segundo es lo más probable pese a que el Real Zaragoza haya acusado, y no es casual, la mínima aportación de uno de los elementos con más talento individual. Las alternativas para intentar que aumente su brillo serían derivar hacia un rombo con él de enganche de los dos atacantes y tres centrocampistas por detrás, opción que forzaría en teoría el sacrificio de Adrián Liso. La otra posibilidad, más remota todavía aun defendiendo el 1-4-4-2, consistiría en que ejerciera de segundo delantero junto a Bazdar.
Por ahora nada va a cambiar, pero el equipo necesita al Aketxe diferencial para compensar los riesgos de su traslado a una franja del campo demasiado expuesta sin el sacrificio que exige. Su ecosistema está por dentro, lo que busca en no pocas ocasiones por inercia. En la casilla que ocupa su fútbol es mucho más detectable. No es nada sencillo buscarle un lugar acorde a sus condiciones sin agitar el tablero que en las tres últimas jornadas, con él de inicio, ha sufrido demasiadas fases en blanco.