Maikel Mesa reincide en el Real Zaragoza en una habilidad natural para inaugurar los marcadores, lo que ha hecho con 21 de los 38 goles que ha logrado en su carrera en Segunda. La calidad de sus tantos alcanza un nivel superior porque 4 más han servido para remontar y 5 para empatar, lo que significa que el 79% de sus dianas producen beneficios para sus equipos
Maikel Mesa lleva el gen canario impreso en sus venas y en su fútbol. Son jugadores muy dotados técnicamente, de lenta cocción trufada de genialidades y esencia suramericana, pero no en pocos casos de prolongadas ausencias, como si buscaran la inspiración ajeno al ajetreo laboral de sus compañeros, en otro mundo elevado o subterráneo. Se sabe muy pronto cuándo va a ser un buen o mal día para el centrocampista ofensivo, y siempre sucede en paralelo a sus primeras intervenciones. Si todo va bien, desprende un halo de distinción; si le toman la medida, se pierde entra la bruma de la languidez. Aun siendo un espíritu demasiado libre y necesitado de ecosistemas muy favorables a un estilo que le ha impedido dar el salto ni una sola vez a la élite salvo los 12 minutos que disputó con Osasuna hace diez años en Primera, es sin duda el mejor definidor que tiene el Real Zaragoza como constata su rendimiento, donde es el pichichi con cuatro tantos, todos ellos con el sello personal de la flema de quien se sabe un elegido en las zonas de remate donde otros se inmolan víctimas de los nervios o la impaciencia. Contra Villarreal B, Sporting, Eibar y Leganés, encuentros de cuidado, estrenó la cuenta del conjunto aragonés, que al final sólo se impuso al filial amarillo y a los madrileños.
Esa habilidad natural para ser el primero en abrir el candado no es nueva. Sin desplazarse mucho en el tiempo, el curso pasado, Mesa firmó ocho goles con el Albacete, cinco para romper el empate inicial (Ibiza, Racing, Eibar, Andorra y Alavés) y dos para protagonizar remontadas (en Lugo con el 1-2 y contra el Sporting con el 2-1). Sólo su acierto en el 0-5 ante el Ibiza decoró el triunfo de los manchegos al conseguir el quinto. Su currículum anterior viene a confirmar esa tendencia a adelantarse a todo el mundo frente a las porterías. Lo hizo con el Las Palmas frente al Cartagena y la Ponferradina y en su primer paso por el Carlos Belmonte con triunfos frente a Extremadura (0-1), Real Zaragoza (4-1) y Cádiz (0-1). En su primera experiencia en el Las Palmas, dio los tres puntos a los canarios en Extremadura (1-2), sin que sus otros tres tantos tuvieran mayor trascendencia en el resultado en los triunfos ante Numancia y Lugo y en la derrota en el Anxo Carro con los gallegos (4-2).
Con el Nástic y el Mirándes manifestó a lo grande lo que está confirmado en La Romareda, que ha sido señalado con el don de estrenar los marcadores de los estadios. Puso por delante a los tarraconenses en Pucela, donde rubricó el 0-1 y el 0-3 definitivo (su único doblete), en Vallecas para doblegar al Rayo y contra el Sevilla Atlético y el Lugo. Igualó la ventaja del Reus a domicilio (1-1) y acortó distancias sin evitar que el Huesca se llevara todo el botín del Nou Estadi (1-2). En Anduva halló su primer paraíso para demostrar su destreza de abrir el tarro antes que nadie. Suyo fue el 1-0 al Elche (1-0), al Mallorca (2-2) y al Numancia (0-2), para encargarse de ser el autor de la victoria en Almería (1-2). Frente al Cádiz colaboró a empatar 2-2 un partido que caería del lado jabato (3-2). 21 de los 38 goles que ha logrado en Liga en su carrera en Segunda (cuenta con cuatro más en Copa) los ha fabricando madrugando más que nadie. La calidad de sus tantos alcanza un nivel superior porque cuatro más han servido para remontar y 5 para empatar (uno de ellos sin recompensa con un 2-1 final favorable al Real Zaragoza en La Romareda), lo que significa que el 79% de sus dianas producen beneficios o marcan el camino para sus equipos. Un auténtico regalo de este abrelatas de oro.