El androide de Gabi, demasiado humano

Un placaje de Calero en el minuto 35 supuso su expulsión y el desmantelamiento de una fortificación defensiva que sin embargo se derrumbó por tres errores, una vez más, intolerables (2-0)

Gabi Fernández robotizó al Real Zaragoza con dos líneas de cuatro, la centrocampista compuesta por Francho, Arriaga, Moya y Guti, sin extremos. El entrenador hizo el enésimo experimento táctico de la temporada para dotar al equipo de la mayor densidad posible. Con cuatro pivotes hundidos y cosidos a la defensa, consiguió que al Racing se le hiciera bola el partido hasta que Calero, que había recogido una amarilla en una pugna por la posición en un córner, se ganó la segunda por hacer un placaje a Javi Castro dentro del área. Expulsión y penalti en el minuto 35. Aunque Poussin detuvo la pena máxima a Andrés Martín y el equipo resistió hasta el ocaso de una primera parte achatada en ataque pero solidaria muy cerca del guardameta francés, el conjunto aragonés se volvió a hacer humano al regresar del descanso. Su ruda armadura se cuarteó como una lata en dos acciones que no tuvieron nada que ver con su inferioridad, sino con dos errores de su delicada genética. Intolerables, muy del Real Zaragoza imposible de corregir, del que se va del partido cuando más alta parecía su concentración, su orden, su castrense disciplina en este complejo desplazamiento.

Nunca pudo el Racing someter al equipo de Gabi, ni con once ni con diez. Pero no le hizo falta asaltar ese fortificación. Le abrieron las puertas desde dentro. Primero con ese ramalazo del Seis Naciones de Calero; después, otra vez, en un córner al que todos dieron la espalda, y por último en un control de Jair que envía al portugués a la escuela de tecnificación de prebenjamines. Si no fuera por ese comportamiento aniñado que se le apodera en momentos puntuales y que termina destruyéndole, es muy probable que se hubiese postulado para pescar algo en El Sardinero. Su red de seguridad le daba para trabajar el empate, no mucho más porque Soberón y Dani Gómez eran simples peones al servicio de torres y almenas. Peleó cada balón sin saber muy bien qué hacer salvo Guti, creciente y autoritario en mitad del atasco, siempre con recursos para hallar vías de escape pese a la falta de compañía creativa. Esa medular, todo hueso, se mantuvo firme. Con diez, Gabi quiso ser valiente y metió a Bazdar por Soberón y a Liso por Arriaga sin desmontar el andamio pero con algo más de aire fresco. No le dio tiempo a comprobar el resultado de esas variantes. En un saque de esquina en el primer minuto de la segunda mitad, sus futbolistas entraron en trance al ver pasar un cometa, o una gaviota.

Le va a costar salvarse del descenso por muy flamenco que se ponga. En cualquier instante, desconecta el Real Zaragoza, desactiva los plomos y se queda sin luces. Contra eso no hay estrategia que valga. El saque de esquina que provocó el primer gol fue tragicómico: todo el mundo desatendió a Íñigo Vicente, que recogió el pase, se puso a pensar dentro del área y tuvo tiempo de enviar un mensaje por WhatsApp a Pablo Rodríguez: «Mételo tú que a mí me da la risa». El centro del extremo se posó en la cabeza de su compañero, que esperaba solo en el segundo palo para marcar. Por menos se le quita el carnet profesional a un jugador. Con el camino despejado y con uno más, el Racing casi nunca dio la sensación de encontrarse cómodo, ni falta que le hacía. En una pelota centrada a los dominios de Jair, el central tocó con la derecha hacia adentro y Andrés Martín le adivinó la pifia. Robo, pequeña carrera y fusilamiento de Poussin.

Hubo buena actitud y el dique aguantaba, pero ambos fueron triturados por la falta de aptitud de un equipo que al final entregó barata la derrota cuando más cara quería ponerla. A un punto del descenso, esa negligencia innata puede resultar fatal. Al imponente androide de Gabi se le oxidaron las tuercas de sujeción más elementales. Hay que seguir atornillando ese cuerpo a la cabeza para salvarle del desguace mientras se suceden los cortocircuitos en su mecanismo de juguete roto.

Racing de Santander, 2: Ezkieta; Michelin, Manu Hernando, Javi Castro, Montero, Mario; Andrés Martín, Aldasoro (Messeguer, min. 69), Maguette (Vencedor, min. 68), Pablo Rodríguez (Rober, min. 68), Íñigo Vicente (Sangalli, min. 78); Arana (Karriakaburu, min. 85).

Real Zaragoza, 0: Poussin; Calero, Bernardo Vital, Kervin Arriaga (Liso, min. 46), Jair, Tasende; Francho, Raúl Guti, Toni Moya (Aketxe, min. 66); Soberón (Baždar, min. 46) y Dani Gómez (Luna, min. 40).

Goles: 1-0, Pablo Rodríguez, min. 48; 2-0, Andrés Martín, min. 68.

Árbitro: Pérez Hernández (colegio madrileño). Amonestó a los locales Javi Castro (min, 31), Aldasoro (min. 61) y Maguette (min. 65) y a los visitantes Kervin Arriaga (min. 20), Calero (min. 31 y min. 36, expulsado por doble amarilla), Toni Moya (min. 52) y Raúl Guti (min. 89).

Incidencias: Partido de la trigésimo tercera jornada de la Liga Hypermotion celebrado en los Campos de Sport de El Sardinero ante 22.007 espectadores.