La Copa, donde se estrena al Real Zaragoza ante la Multivera de 2ª RFEF, carece de poderes sanadores aun con una victoria y un altísimo grado de toxicidad si se incide en la derrota
El Real Zaragoza se estrena en la Copa ante la Multivera de 2ª RFEF (19.00, miércoles) buscando una antídoto transitorio para su achacosa salud deportiva en la Liga. Pero el debut en el torneo que le dio la gloria y que desde hace décadas aparece en mitad de la competición para incomodar en su hábito de salvarse de descensos, ha elevado en esta ocasión al máximo la fastidiosa obligación de jugar por algo que nada bueno puede traer. Rubén Sellés ha dicho en rueda de prensa que puede significar «un punto de inflexión» si se gana, un resultado que la plantilla ha perdido de vista y que podría suponer un alivio moral para sus jugadores y el primer paso de crecimiento hacia el equipo creíble que quiere construir. No hay, sin embargo, poderes sanadores en este encuentro en tierras navarras incluso con un triunfo que es obligatorio por la diferencia de categorías y que en caso de derrota elevaría la toxicidad a niveles insoportables antes de la visita del Deportivo. En realidad, por mucho que se quiera aplicar tonalidades cicatrizantes, es un encuentro con la marca del diablo.
El técnico, por lo que ha comentado y por lo que recomienda un vestuario que físicamente también va con lo justo, hará rotaciones y otorgará minutos para que se reivindiquen los menos utilizados. No está el Real Zaragoza para abrir una ventanilla de oportunidades. Debería armar la mejor alineación posible precisamente para ir implementando el programa de comportamiento para el que trabaja y que en Gijón se vio a cuentagotas en la primera parte y para impedir que la Multivera, en su estadio de césped artificial y con su público como motor de combustión desde la grada, tenga la menor posibilidad de conseguir su sueño. Las lesiones de Radovanovic y Tachi y las molestias de Valery, que no viajarán, reducen efectivos sobre todo para un eje central ofensivo que se queda de nuevo con un solo inquilino habitual, Insua, y que abre un abanico de opciones con Saidu a la cabeza, Kosa y los canteranos Hugo Barrachina y Álex Gomes, incluidos en la citación. Sellés recupera a Juan Sebastián tras cumplir una jornada de sanción por la roja que recibió contra la Cultural y asegura el preparador que Paulino regresará frente al Deportivo.
Tampoco es posible, por lo tanto, configurar un once de titulares donde vuelve a estar de baja por sanción Akouokou en un centro del campo ausente de fantasía alguna y ahora de un referente físico, una parcela en la que Toni Moya, el inmutable, apunta a tener los galones perdidos en el campeonato doméstico. La Copa no se tira, ha subrayado Sellés, y más le vale. No hay un fondo sentimental ni histórico en sus palabras, sino la certeza de que si escapa la eliminatoria, la atmósfera en el Ibercaja Estadio el próximo domingo se haría irrespirable además de hurgar más en la herida en un colista que sólo ha ganado al Mirandés y que arrastra unos números terribles como defensor y atacante. La Multivera, no obstante, va a presentar batalla desde su papel de víctima como ocurre en numerosas ocasiones en este torneo que aboga por premiar a los modestos con un día de fútbol contra un adversario de más jerarquía. El Real Zaragoza, un sufridor por naturaleza y por talento limitado, afronta una cita incómoda desde cualquier perspectiva, sobre todo si rebaja lo más mínimo la exigencia combativa de este tipo encuentros. Vencer es lo que corresponde sin esperar una palmadita en la espalda ni un trampolín animico. Perder sería la bomba. La Copa es un veneno.

