Los partidos en el Anxo Carro se juegan con una intensidad superior. El Lugo, consciente de que su objetivo principal, la salvación, pasa por su estadio, obliga a sus rivales a una presión y tensión constantes, a un ejercicio de concentración sin tregua. El Huesca ha sido su primera víctima esta temporada en casa como consecuencia de una lluvia de fuego incesante que los altoaragoneses no pudieron soportar pese a ponerse por delante del marcador: en los últimos minutos, el equipo de Albés impuso su genética irreductible y se llevó los tres puntos. Nadie escapa a un rival ni un escenario tan fáciles de reconocer y tan complicado de contrarrestar. El Real Zaragoza tampoco aunque en sus historial de ocho enfrentamientos como visitante sólo ha perdido en dos ocasiones. Sin embargo, en tres de sus cuatro empates ha sufrido en sus propias carnes el carácter de guerrero tribal del conjunto gallego.
En el Anxo Carro, el cielo es el infierno por lo general a balón parado. Los cornes y las faltas, un fútbol directo sin negociaciones de por medio, hacen que todo balón aéreo colgado sobre el área enemiga transporte una gran carga de explosivos. El curso pasado, sin ir más lejos, el Real Zaragoza acudió a esta cita en plena batalla por al salvación frente a un adversario directo, y en el último saque de esquina de la primera mitad Manu Barreiro hizo valer su poderoso salto para marcar de cabeza. Después de que empatara Adrián de penalti gracias a una pena máxima cometida por Alberto Varo sobre Iván Azón, el Lugo sacó petróleo de un nuevo córner prologando por Barreiro que Venancio, sin marcaje alguno, no perdonó en el segundo palo. La historia de este encuentro tuvo un final feliz e inesperado cuando en el minuto 97, Cristian Álvarez subió a la caza una falta botada por Bermejo y estableció con frente y hombro un 2-2 catártico.
En la primera ocasión que el conjunto aragonés visitó el Anxo Carro, en la campaña 2013-2014, ya probó la eterna pócima del Lugo. Víctor Marco se adelantó de cabeza a una falta de procedencia lateral para cabecear a una de las escuadras de Leo Franco y firmar las victoria de los gallegos. Al año siguiente, la traca. Borja Bastón puso en ventaja al equipo que entrenaba Víctor Muñoz y David López estableció el primer empate de falta directa. De nuevo Bastón puso tierra de por medio y de nuevo David López le contestó con la igualada. Luis Fernández remontó para los locales y a falta de un minuto William José evitó la derrota con un lanzamiento tremendo. Después del único 0-0 que se ha dado entre ambos en tierras gallegas, estalló otro 3-3. Lanzarote aprovechó un error de cálculo de José Juan para abir el cruce de fuego posterior. Al 1-1 de Pedraza respondió Ángel con dos tantos que parecían dejar sentenciada la contienda, pero Joselu y Campillo, este de falta directa, fusilaron a Irureta.
La segunda y última derrota en el Anxo Carro se produjo el 15 de septiembre de 2017. Muy próximo al descanso, Buff se escapó en solitario y cruzó ante la salida de Juan Carlos, pero el Lugo accionó los motores de su bombardero en la recta final del partido para ganar: Fernando Seoane definió un rechace procedente de un córner y en el 89 un centro lateral fue cazado por la frente de Iriome. Aire envenenado para el Real Zaragoza en las jugadas que nacen de balón parado. Incluso con un 0-3 obra de Kagawa, Guti y Linares, en la segunda y última victoria aragonesa en el estadio lucense, Josete marcó el tanto del honor de cabeza, cómo no en un saque de esquina.
En una situación de ciertas urgencias para mbos equipos, empatados a todo en la parte baja de la tabla, se presenta este nuevo duelo a cara de perro en el Anxo Carro. La historia le explica, le cuenta y la advierte al equipo de JIM que debe aumentar al máximo su atención defensiva sin posibilidad de bajar los brazos en momento alguno. Del cielo cae el infierno y del cielo se puede pasar al infierno en un campo donde el fútbol es una guerra que no admite prisioneros.
