El boquete del centro del campo

Miguel Torrecilla ya está manos a la obra para hacer y deshacer mientras en el resto de los despachos los propietarios de las sillas no saben si continuarán sentados en ellas o tendrán que cederlas. En ese paraíso de la confusión, de los silencios, de una nueva normalidad que nunca fue tan amorfa, el Real Zaragoza de la próxima temporada se está construyendo con materiales baratos en prevención de que no se produzca ningún tipo de inyección económica o cambio accionarial significativo. Salvo el director deportivo y de Juan Ignacio Martínez, cuya continuidad fue confirmada por el propio entrenador sin que nadie haya abierto la boca para agradecer su trabajo ni para ratificarle en el puesto, seguirán al frente del barco fantasma de la Fundación los mismos ectoplasmas que lo han conducido ocho campañas consecutivas por Segunda reduciendo deuda pero rumbo al naufragio deportivo, una paradoja que tiene su explicación: intereses disfrazados de altruismo y una profunda incultura futbolística.

La confección de la plantilla está en marcha, y afecta o debería afectar a casi todas las líneas si el objetivo de salida es luchar por las seis primeras plazas. Una vez más, la incongruencia impacta contra los deseos, ya que el club aragonés dispondrá de menos ingresos en una categoría donde la diferencia de clases cada día es mayor. El curso recién finalizado ha plasmado esa realidad con las grandes potencias conquistando el salto directo a Primera y las plazas de playoff. El equipo que se plantea, al margen del destino final, necesita cirugía completa, con la delantera en el foco. Con Azón como único y notable superviviente atacante, a Vuckic se le busca una salida para liberar espacio y masa salarial. A Narváez nadie le discute, pero su revalorización le sitúa muy cerca de la puerta de salida en cuanto alguien ponga sobre la mesa una cantidad apetecible para al club aragonés. Se necesitan por lo tanto dos futbolistas que aseguren goles con el estrepitoso fracaso del ejercicio recién finalizado de fondo.

El asunto principal en esta reconstrucción es muy visible, pero el importante se localiza en un centro del campo que es un auténtico boquete. Su configuración carece de llegada, físico, ritmo, velocidad y líderes absolutos. JIM tuvo que hacer malabares para otorgarle consistencia, administrando a jugadores habituales con otros que aportaron cosas a cuentagotas, recuperando las virtudes tácticas de Zapater, sacrificando a Narvaéz como tapón en banda… En ese espacio, Francho se ha elevado por encima de la media por su frescura y gestión veterana de la pelota. No hay que olvidar que aun con su desparpajo y talento está en periodo de formación, si bien cuesta visualizarle fuera de la titularidad en cualquiera de los casos. El resto de los componentes de la medular son absolutamente prescindibles y solo Zapater, en su calidad de recurso o personaje de equilibrio dentro del vestuario, tendría un lugar.

Igbekeme es fijo en la enfermería y nunca ha llegado a alcanzar una velocidad de crucero competitiva. Su fútbol de notables gestos técnicos abarca zonas de escasa trascendencia. Hacia arriba no posee gol, ni disparo ni asistencia, y en defensa le falta continuidad mental. Se le pondrá en el mercado pero con mínimas posibilidades de aparezcan ofertas dado su historial médico. Eguaras enamora y desenamora. Este año la margarita dijo no para un centrocampista con mucha clase y cada vez menos incidencia en el juego. No está ni de lejos para acaudillar un equipo. Bermejo gusta al público en general, seguramente porque se agradece una gota de agua en el desierto aunque no sacie la sed. Sin embargo, su juego promete mucho más de lo que produce. En la derecha con tendencia a centrarse ha dejado detalles para el recuerdo y muchos minutos de vacío, y en otras posiciones como la de enganche apenas ha tenido peso. Se trata de un futbolista de vuelo ligero y muy buen trato y conducción con el balón. Adrián dejó atrás sus mejores días aunque aportara cosas para ayudar al equipo en su salvación. Las lesiones lastran su fiabilidad a largo plazo. Sanabria, con quien se quiere seguir contando como cedido, parece tener maneras y apetito en su periodo de aprendizaje.  Javi Ros no tiene la rodilla para un segundo más.

Delanteros sí. Son la prioridad, pero hay que hacer especial énfasis en un mediocampo al que añadir músculo, personalidad y constancia. No hubo goles porque los puntas no dieron la talla y porque sufrieron un severo embargo de suministros de una línea que pide mucha más consistencia.

One comment on “El boquete del centro del campo

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    Totalmente de acuerdo. Hemos criticado mucho a los delanteros. Pero a mí me preocupaba más lo poco que remataban (salvo Narváez) que el hecho de que rematasen fuera lo poco que les llegaba. Yo, en diciembre, defendía que había que traer más centrocampistas y viendo el rendimiento ofrecido por Alegría, creo que estaba en lo cierto

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