El Real Zaragoza mantiene el grueso de sus mediocampistas, que la temporada pasada marcaron tan sólo nueve goles, la quinta peor aportación anotadora de esa línea en toda la categoría
Kervin Arriaga acaba de firmar con el Levante. El hondureño marcó un tanto en Liga. El grueso de los centrocampistas que actuaron la temporada pasada se mantiene, con Keidi Bare y Toni Moya, que ni se estrenaron frente a la portería rival, Raúl Guti y Ager Aketxe, con un par de aciertos cada uno, y Francho al frente de la lista con sus cuatro goles. Entre los siete, más Marc Aguado hasta el mercado de invierno, consiguieron un global de tan sólo nueve dianas, la quinta peor aportación realizadora de Segunda en esa línea por detrás de Málaga (8), Eldense (8), Éibar (6) y Racing de Ferrol (6). Txema Indias tiene todos los frentes abiertos en la reconstrucción o maquillaje del equipo, con la portería y la defensa como epicentros de su tarea. Los problemas, sin embargo, también se le amontonan en el resto del campo. En la medular casi todos han entrado al taller de Gabi Fernández para que mejoren prestaciones, en una puesta a punto a la que será complicado sumar pólvora ofensiva en futbolistas con escasa pegada en su naturaleza competitiva.
El Real Zaragoza fue un equipo ininteligible, en ocasiones abstracto, sin conceptos defensivos generales ni jugadores aptos para esa labor con alguna garantía. En gran parte se partió también como consecuencia de una medular desnutrida, y todos los entrenadores, tarde o temprano y para reducir riesgos, buscaron resumir el fútbol a la búsqueda más inmediata posible del escuadrón de los delanteros, el sexto más poderoso y productivo del campeonato con los 37 goles que rubricaron Mario Soberón (10), Iván Azón (7), Samed Bazdar (4), Adrián Liso (4), Pau Sans (4), Dani Gómez (4), Adu Ares (2) y Alberto Marí (2). Cuatro de ellos no estarán la próxima temporada por venta, cesión o regreso a sus clubes de origen. No fue una vanguardia exuberante, pero picando de la inspiración puntual de unos y otros el Real Zaragoza evitó el descenso a Primera RFEF sin mirar hacia sus espaldas, donde el desbarajuste y los errores le arrastraban al infierno.
El cuadro aragonés se quedó colgado en el balcón del descenso por un sinfín de razones. Entre ellas, el poco peso amenazador de sus creativos, algunos tan distraídos con el canto de la musas como Moya y Aketxe, con seis y tres asistencias respectivamente. Francho y Bare dieron dos, Arriaga una y Guti y Aguado, ninguna. Ningún adversario se echaría a temblar con esas contribuciones. El director deportivo no puede desatender esta realidad, la de un núcleo que sin Arriaga reclama musculatura y una mayor colaboración a la hora de llegar y pisar el área con resolución. La respuesta no está en casa, sino en el mercado.
El prodigioso Yeremay y Mella en el Deportivo con once y seis goles respectivamente; el oportunismo en las apariciones de Suero (11) en el Castellón; la elegancia de Ontiveros con el Cádiz (10); las irrupciones de Jacobo (9) con el Córdoba; la zurda atómica de Morcillo (8) para el Albacete; el estilete de Pablo Rodríguez (7) en el Racing y de Nico Melamed en el Almería (7). Kochorashvili, Nico Fernández, Sielva, Gelabert… El Real Zaragoza no dispone de centrocampistas con este colmillo ofensivo. Y le hace mucha falta para su delicada mandíbula.