La crisis de gol del conjunto aragonés vuelve a sufrir una temporada más sus raquíticos números de asistencias, los más bajos de Segunda junto a los del Huesca
Los análisis para explicar el porqué el Real Zaragoza no está donde le gustaría se han multiplicado en una paleta de explicaciones de todos los colores. Plaga de lesiones, tremendos errores personales, rendimientos individuales por debajo de lo previsto, una inestable carácter competitivo y, como siempre en las últimas cuatro temporadas, un frente ofensivo con delanteros sin gol. Además, el vigente y máximo responsable en ataque de este proyecto, Sinan Bakis, está en la enfermería sin fecha para el alta y sin haber estrenado su cuenta realizadora, con Azón a punto de regresar después de superar sus molestias pero con un pobre bagaje anterior de dos tantos. De Sergi Enrich, la alternativa, no hay ninguna noticia positiva. Los tres sufren de un mal sin duda ligado a su calidad o a su estado de forma, pero la historia reciente de fracasos en la elección de este modelo de jugador deja al descubierto que el problema no se ciñe tan sólo a la mayor o menor inspiración de los protagonistas. Toro Fernández, Vuckic, Alegría, Álvaro Giménez, Nano Mesa, Sabin Merino, Gueye y Bakis suman 3.259 minutos para 8 goles. Simeone, sin ser un ariete específico, es el único oasis en ese desierto.
Sin futbolistas del corte de Luis Suárez, Borja Iglesias, Ángel Borja Bastón o el mismo Giuliano, principalmente rematadores pero con diferentes autonomías para resolver situaciones por su cuenta, el Real Zaragoza ha caído en manos de puntas que se alimentan en gran parte del suministro de la segunda línea, convertida en un auténtico erial en las campañas posteriores a la disputa del último playoff de ascenso. Una asistencia en este equipo se ha convertido en un acontecimiento excepcional, producto de la escasa capacidad de centrocampistas de diferentes perfiles para ejercer de pasadores clarividentes. Así, el conjunto aragonés ha conseguido en este curso nueve de sus 21 goles precedidos de un centro certero, una cifra grotesca, la más pobre de Segunda junto a la del Huesca. Y una vez más tiene en la figura del lateral Fran Gámez, como ya ocurriera hacer un par de ejercicios cuando firmó siete entregas que acabaron dentro de la portería, al más destacado mensajero. El defensor facilitó las dianas de Azón en Gijón (0-2), Manu Vallejo contra el Espanyol (1-1) y Mesa ante el Levante (2-0). Manu Vallejo (2), Nieto, Francho, Jair y Grau completan esta lista bajo mínimos por lo que se refiere a facilitar la vida a los futbolistas más adelantados.
El déficit es escandaloso, ya que de seguir esa progresión acabaría la temporada con 18 pases productivos. El Leganés, líder, dio portazo a la primera vuelta con 15, y el Cartagena, colista, con 12. El primero tiene a Raba y Portillo, dos mediocampistas, a la cabeza de sus pasadores más notables, mientras Ortuño, un delantero, y Hector Hevel, un medio que acaba de rescindir su contrato, son los más relevantes en este apartado en el Efesé. El Eibar, con 24, es el rey, con todo su arsenal muy bien engrasado y Stoichkov como gran referente para marcar y para entregar regalos. Junto al Huesca, también con nueve, el Real Zaragoza encabeza con deshonor ese catálogo de raquitismo en las ayudas. Ahora que Juan Carlos Cordero, con otras cuestiones que atender, se debate entre fichar en el mercado de enero un delantero o centrocampistas con último pase, la crónica de este y los tres años anteriores, que es cuando se ha producido esta grave carencia de suministro, recomienda reforzar los dos puestos, pero cubrir la ausencia de un jugador especializado en asistir es claramente prioritario. Si es que esta ventana tan estrecha en todos los sentidos lo permite. De la actual plantilla, Gámez acumula 14 pases de gol desde que fuere contratado en 2021, mientras que Sergio Bermejo, testimonial esta campaña, almacena 10 desde 2020. Desolador para el equipo y para cualquier delantero.
