El fin de la edad de piedra

El Real Zaragoza anuncia la salida de Luis Carlos Cuartero del club

Desde que llegó la nueva propiedad para hacerse con el club, entre todos los asuntos importantes, uno de los más importantes no lo consideró como tal: borrar del mapa de la institución la figura de Luis Carlos Cuartero como enlace con el pasado y el presente más oscuro de la historia del club, el que estuvo ligado a la ruina más absoluta y a un periodo de glaciación bajo el gobierno de la Fundación 2032 que condujo a la supervivencia agónica y al desprestigio de la entidad a todos los niveles. Es más, el nuevo director general elevó y santificó su figura como pieza fundamental en la transición, alabó su intachable zaragocismo y le ofreció un cargo interino que el exfutbolista rechazó. En un comunicado se explica que ese puesto «se hizo redundante y que el Real Zaragoza ha tomado la decisión de finalizar su contrato debido a dicha duplicidad en la dirección general».

La espera ha finalizado hoy, después de varios meses especulándose con la fecha de su adiós definitivo, con las causas que parecían impedirlo y de esa posible continuidad que le propuso Sanllehí y que no le convenció, Cuartero cierra la edad de piedra que ha vivido el club bajo su siempre alargada sombra desde que en 2009 dejó el fútbol profesional y comenzó a escalar en la entidad desde el área social pasando por la consejería y atacar en la cúpula del trueno, una dirección general para que le nunca presentó cualificación alguna –no como el resto de los profesionales de los demás clubes de Segunda– y en la que se mantuvo protegido de todas el aluvión de críticas bajo el paraguas de Agapito y de los miembros de la Fundación, con quienes mantiene una estrecha relación personal. Uno de los grandes misterios de su recta final en el puesto queda sin embargo en el aire: como convenció a Sanllehí, si es que lo hizo alguna vez, de unos valores que el resto de la humanidad zaragocista nunca encontró en el de Pradilla.

Instalado en los silencios y en su animadversión a expresarse en público pese al alcance de su posición profesional –una actitud que puso de moda durante su gestión y que aún perdura–, el Real Zaragoza ha ido descendiendo a pasos agigantados escalones hacia el infierno.  Han pasado entrenadores de todos los perfiles posibles y ninguno ha conseguido el éxito, es decir un ascenso por el que se luchó en tres ocasiones mientras en el resto de los cursos se salvaban los muebles del hundimiento y de la amenaza constante de desaparición. Sobrevivió a directores deportivos con distintos métodos de trabajo y a un rosario de futbolistas que cada temporada rebajaban progresivamente el talento de la plantilla. Su habilidad para salir ileso de los ataques de los seguidores y de la prensa con una de las más perfectas interpretaciones  de la estrategia del avestruz, le han servido para perdurar impasible e incomunicado, encerrado en quien se sabe y reconoce mediocre.

Con Cuartero se van además muchos secretos, en su mayoría de su viaje con Agapito Iglesias, colaborando a destruir a su paso todo lo que pisaban. Huidizo, temeroso pero no por ello muy influyente en decisiones de calado donde buscaba más complicidad que valía, el despido del ya exdirectivo supone la primera piedra a favor a nivel institucional de una multipropiedad todavía lejos de la plena modernización que necesita el Real Zaragoza para que su proyecto evolutivo sea creíble. Aun así, habrá que echar bastante lejía sobre la herencia de Cuartero, sin duda la de un paleolítico cuya único avance fue la metalurgia de cobrar puntualmente por el sedentarismo.

Carta de despedida de Cuartero

Queridos zaragocistas:

Después de más de treinta años unido al Real Zaragoza, ha llegado el momento de decir adiós. Me marcho con un sentimiento de profundo agradecimiento, que es el único que cabe en mi corazón después de todo lo que he vivido en este queridísimo Club.

Llegué siendo apenas un niño para formarme en la Ciudad Deportiva y bajo la dirección de brillantes técnicos tuve el orgullo enorme de vestir la camiseta del primer equipo; y disfrutar después de momentos históricos, fijados en el alma de todos los zaragocistas. Que guardaré por siempre en lo más hondo de mi ser.

Procuré más tarde ayudar con mi dedicación en momentos que han resultado muy complicados, y a los que ahora, con el cambio de rumbo establecido por la nueva propiedad, pongo punto final, deseándoles toda la suerte del mundo.

Al volver la mirada atrás, solo puedo dar gracias por haber podido participar de este escudo y estos colores. Que estoy convencido que es lo más grande a lo que puede aspirar un futbolista y un profesional. Y que van a seguir siendo mi norte. Dejo un camino sembrado de personas admirables, maravillosas, que me han ayudado a ser sobre todo mejor persona. Siempre tendré presente aquello que me inculcó mi padre de niño, que el zaragocismo de una persona se mide por la lealtad de su corazón y la humildad de su alma hacia los dos pilares más importantes: el escudo y el león.

Me llevo cosido al corazón el cariño inmenso, las innumerables muestras de afecto de todos cuantos me lo han manifestado, orgullo que debo al Real Zaragoza. Y respeto también a quienes, con el mismo respeto, han entendido las cosas de una manera distinta.

Gracias por encima de todo al Real Zaragoza, que ha marcado y marcará el sentido de mi vida y por el que estoy convencido de que merece la pena entregarse. A ello he procurado dedicarme, con el respaldo y la comprensión de los pilares más importantes de la vida: la familia y los amigos.

Gracias de todo corazón. ¡Aúpa Real Zaragoza!

One comment on “El fin de la edad de piedra

  • Maño de Vilassar , Direct link to comment

    Un nefasto personaje. Aunque con mérito de sobrevivir desde el 2009 con diferentes propiedades. Ni una entrevista en todo este tiempo. Qué secretos debe conocer para que lo hayan mantenido tanto tiempo. O qué contrato le firmaron en su día. Pero el resultado de su gestión está ahí. Nefasto

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