El Real Zaragoza, en muchos sentidos, es un calco del equipo que en la anterior temporada luchó por la permanencia, objetivo que logró en parte a Iván Azón, quien había sido también uno de los grandes responsables de que el conjunto aragonés conservara la categoría tras la llegada de Juan Ignacio Martínez. ¿De qué juega este chico de 19 años y a qué se dedica? De delantero y es goleador pese que en este proceso de ganar relevancia a pasos agigantados por su propio esfuerzo y cualidades haya sufrido no pocas críticas además de la desconfianza del cuerpo técnico de JIM. Un edema óseo que ha sido guardado como información clasificada por el club le ha impedido estar en las dos primeras jornadas y tampoco le ha permitido viajar a Cartagena. Sin que los servicios médicos hayan dicho aún ni mu sobre el asunto, se sigue especulando sobre una recuperación a largo plazo. A la par, las conjeturas sobre quién será el futbolista que venga a reforzar el inexistente ataque del Real Zaragoza de la mano de Miguel Torrecilla han disparado la incertidumbre si no el pavor. Las consecuencias del contratiempo físico y de la incapacidad para hallar un punta más se han traducido en la continuidad de la sequía realizadora y de la cosecha de los empates.
No es cierto, mientras se pregona el tópico, que el gol sea una cosa de todos. Se utiliza la coletilla cuando algo no va bien y se argumenta, como ocurre en el equipo de Juan Carlos Carcedo, que la mejor forma de equilibrar esa carencia es el alistamiento de todos los futbolistas para marcar. Suele ayudar mucho las colaboraciones especiales, los tantos de segunda línea y los de defensas que emergen en las acciones tácticas, pero si hay una figura determinante en este deporte, es la que pisa el área para decretar que todos los balones en sus pies son fiesta. Además, esa ejército de salvación no existe en el equipo aragonés: Vada fue la excepción el curso pasado, pero el resto de los centrocampistas, alejados o próximos a la zona caliente, no son precisamente virtuosos frente a la portería. Y ahí aparecen Narváez, Giuliano y Mollejo como únicas y poco fiables opciones en Cartagena para liderar la primera victoria. El mercado de verano pide a gritos un artillero que le dé sentido a todo: la estrategia, los automatismos, la fe, el sacrifico, el agrupamiento tribal y, claro, las sensaciones, esa vara de medir tan subjetiva que se utilza cuando los triunfos se hacen de rogar.
Por fortuna, en ese calco del Real Zaragoza de los últimos y peligrosos ejercicios continúa conservado su gruesa piel defensiva. No ha encajado un tanto, algo que sólo han logrado Granada, líder, Las Palmas y Burgos. Si no fuera por esa disciplina que Carcedo ha mantenido y elevado de la era JIM, donde Cristian Álvarez ha sido decisivo contra el Las Palmas y Levante, el arranque de campeonato hubiese sido bien distinto. El técnico, visto lo que tiene en sus manos y también en parte a su gusto por controlar lo incontrolable, maneja un plan de inconfundible y en nada criticable conservadurismo: trabaja para tener el balón lo más lejos del arquero argentino para que no lo juegue el adversario más que para jugarlo con profundidad o asociaciones y espera que un contragolpe le alegre el día. Es muy sencillo, pero se ha puesto de moda redibujar sobre la pizarra lo magnífico de sobrevivir en el tablero sin contar con la reina. Esa partida, si no lo resuelven Torrecilla y Sanllehí antes del 1 de septiembre, ya se sabe cómo termina: dando guerra, firmado tablas como mal menor y con otra temporada de jaque mate a la ilusión.
La visita a Cartagena, la última antes del cierre del mercado, puede deparar de todo, con el empate dejándose querer de nuevo como premio al ordenamiento, la actitud y la ausencia de llegada con martillo. El conjunto de Luis Carrión vive para el todo o la nada. Por eso es el máximo realizador con cinco dianas al igual que la Ponferradina y por la misma causa arrastra la condena de ser el que más tantos ha recibido, otros cinco junto al colista Málaga. Con 13 incorporaciones y la notable pérdida pérdida de Rubén Castro, es uno de los bloques más veteranos de Segunda, con solventes jornaleros como De Blasis, los ex del Huesca, Datkovic, Mikel Rico, Musto o David Ferreiro y un Ortuño que en El Alcoraz ofreció un recital de lo que es un 9. Sí, de ese futbolista que añora el Real Zaragoza a cinco días para encontrarlo mientras Azón se somete a las curas del silencio. El gol no es cosa de todos por mucho que se solicite un reclutamiento en masa.
e