El Huesca desfigura el proyecto de Cordero

El tajante equipo de Antonio Hidalgo zarandea en todos los aspectos (0-2) a un Real Zaragoza que pierde de vista su objetivo del ascenso por el bloqueo de su entrenador y unos futbolistas desvalorizados

El Huesca hizo su trabajo con escrupulosa perfección sobre la mesa de la autopsia, donde una vez más el cuerpo agonizante del Real Zaragoza se sometió a un bisturí que rasgo de arriba abajo su fina piel de equipo perdedor, en lo que le ha convertido un entrenador sin soluciones y unos jugadores desvalorizados en el bloqueo general. La derrota en Elche y la eliminación en la Copa frente a rival de la quinta categoría del fútbol español perforaron la credibilidad de un conjunto que vivía en el corazón de un tornado. El 0-2 en el duelo regional con el significado que envuelve caer en casa con los altoaragoneses, procedentes antes del partido de la zona de descenso, ha acabado por poner en entredicho el coloreado y feliz proyecto veraniego del director deportivo, Juan Carlos Cordero, con cuyo trabajo logró un espectacular crecimiento de abonados y una atmósfera eufórica. A estas horas, con una sola victoria en los últimos once encuentros de Liga, el objetivo del ascenso es una dolorosa chanza que sólo, y ya con muchas con dificultades, se puede solucionar con un relevo en el banquillo.

El encuentro, en el fondo, fue un duelo de entrenadores, una batalla que Hidalgo preparó y ejecutó con el máximo aprovechamiento de sus herramientas y de las heridas sin cicatrizar de su enemigo y que Escribá trató con profunda desgana, reincidiendo en un planteamiento inservible y en jugadores, caso de Bermejo, que no tienen cabida ni siquiera en la plantilla. Renunció a Aguado y a Mesa, quienes pese ha hallarse en esa dinámica de confusión y rendimiento muy por debajo de sus capacidades, son piezas imprescindibles en el tablero, y puso a los mandos a un Francho tan honrado como fuera de forma y a Grau, un peón de obra a quien el técnico ha declarado capitán general. Con Valera poseído hace tiempo por una aceleración de una sola y alocada marcha y Bermejo picoteando migas en zonas intrascendentes, la coordinada medular del Huesca se apropió del balón y de las posiciones, dándole al juego la dirección que más le convenía. El enjambre formado por Sielva, Mier, Joaquín y Javi Martínez clavó el aguijón por delante de una defensa ya de por sí firme antes de pisar La Romareda donde Pulido y Blasco ejercieron de maestros de la demolición de un inerme ataque local.

El Real Zaragoza no consiguió en ningún momento desprenderse del fantasma de la Copa y de esa ráfaga de marcadores que le tienen desterrado del triunfo y para el que siempre encontraba una justificación en las lesiones, el colegiado, los errores, la eficacia del adversario… Su trato con la pelota fue infame, con una lluvia de pases al área oscense pobres de toque y de intención, sencillos de desactivar y generadores de contragolpes a quien se lo proponía, bien Gerdad Valentín, Pulido… La imprecisión, las prisas, el lanzamiento de satélites a un órbita inalcanzable para dos puntas, Enrich y Azón, sin aguja ofensiva y los pasitos en corto de Bermejo allanaron el camino de un Huesca sereno, con personalidad y entrenador. Al cuarto de hora, Azón desatendió a Obeng, un hercúleo rematador, y el ghanés cabeceó a centímetros de Rebollo. El gol seccionó aún más al equipo blanquillo, que dejó al descubierto todas sus vergüenzas sin más argumento que el compromiso de Francho, la honestidad de Borge y los despegue de Quentin. Mouriño y Jair se descompusieron frente a la musculada y tenaz pelea de Obeng y las diagonales de Joaquín. La tragedia no se masticaba, se digería mientas rebollo sacaba con apuros una falta directa de Sielva y Álvaro Fernández, en la otra portería, transitaba por un encuentro sin sobresalto alguno.

Escribá contemplaba su obra desde la profundo de la butaca del banquillo, según él para no encender más a las masas, pero lo hizo al sacar a Borge del campo. El chico, que había sufrido lo suyo con Joaquín pero siempre cumplidor, no se merecía esa humillación para poner a Gámez, de reciente regreso de una lesión. El lateral acompañó en un triple relevo a Mesa y Manu Valejo por Valera y Sergi Enrich y nada varió. El Huesca insistió en su perfil maduro, de saber perfectamente qué y cómo hacer su trabajo, sin dejarse intimidar por la desordenada procesión de voluntades sin alma del Real Zaragoza. Juanjo Nieto emprendió una galopada tras una pérdida por blandura de Grau, saltó las débiles trincheras de Quentin, Jair y Mouriño y clavó el balón con la zurda en la red de Rebollo. Tremendo gol y tremenda empanada. La grada estalló con gritos a Escribá y a los padres de la criatura, Sanllehí y Cordero, este último héroe estival ahora despojado de capa y espada a la espera de elegir sustituto, de acertar con alguien que resucite su plan desfigurado por un Huesca que jugó con cerebro con el cada día más débil corazón del Real Zaragoza.

One comment on “El Huesca desfigura el proyecto de Cordero

  • Maño de Vilassar , Direct link to comment

    Eso, el proyecto de Cordero, desfigurado. Tengo dudas sobre si no es una plantilla sobrevalorada

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *