El conjunto oscense, pese a su delicada situación en la tabla, llega a La Romareda avalado por la segunda mejor defensa a domicilio para enfrentarse a uno de los peores locales de la Liga
Es un partido extraño que se jugará en la boca de un volcán en erupción para ambos equipos. Real Zaragoza y SD Huesca necesitan ganar por diferentes razones pero hermanados por el peligro y las consecuencias que significa no hacerlo. El conjunto de Antonio Hidalgo está en puestos de descenso y el de Fran Escribá, en una cómoda pero al mismo tiempo maligna décima plaza después de seis partidos consecutivos sin conocer la victoria en Liga y la aún sangrante eliminación de Copa. Los azulgrana, en pleno proceso de cambio de propiedad y con un técnico destituido a cuestas, Cuco Ziganda, contemplan la salvación como asunto prioritario, mientras que los blanquillos están inmersos en una profunda crisis que podría acabar este sábado con la destitución de su entrenador. Lejos de sus objetivos, se cruzan en un camino sembrado de minas, más aún para el Real Zaragoza, que ha viajado de la euforia a la desesperanza y las dudas a una velocidad endemoniada y que sólo ha sumado 11 de los 24 puntos que ha disputado como local. Mirandés, Alcorcón y Eibar le han derrotado en casa, y Racing y Oviedo han empatado. No vence ante su afición desde el 3 de septiembre, hace más de dos meses, cuando se impuso al Eldense. Más datos que evidencian su grave situación en general y en particular en El Municipal: con 8 tantos a favor, sólo han marcado menos goles en feudo propio los cuatro últimos, mientras que es el 11º más inseguro en su área.
La diferencia que refleja la clasificación se estrecha considerablemente para este duelo regional entre un par de equipos muy próximos en la necesidad pero, sobre todo, en su falta de inspiración frente a la portería rival. Y mucho más si el encuentro se circunscribe a la vieja Romareda como será el caso este sábado. El Huesca, el tercer menos realizador en los desplazamientos con cinco dianas, una por encima de las tienen Real Oviedo y Albacete, muestra el segundo perfil más rocoso de la categoría: fuera ha encajado cinco goles, con el líder Leganés, con tres, con mejor registro en este apartado. Es aquí donde puede estar la clave de un partido que en principio y según las tendencias sugiere que el gol se pagará a precio de oro y que el Real Zaragoza va a enfrentarse a una adversario macizo en defensa fuera de El Alcoraz, donde sufre un martirio y aún no ha vencido. Con Ziganda, los oscenses eran duros de pelar pero no había forma desvincularse de los empates y las derrotas por la mínima, siempre con el déficit ofensivo como herida abierta permanentemente. Con Hidalgo se ha hecho más homogéneo para sobrevivir, protegiendo al máximo a Álvaro Fernández, a quien le han hecho sólo tres tantos con el nuevo entrenador con una igualada en Eibar y un triunfo en Amorebieta en el registro de las cuentas a domicilio.
El Real Zaragoza, que ha encadenado por segunda ocasión en este curso dos jornadas en el campeonato doméstico sin nada que celebrar (0-0 ante el Oviedo y 2-0 en Elche), carece del mínimo margen para confiarse. Ni su supuesta mejor plantilla ni actuar ante su gente porque la SD Huesca, con sus limitaciones, se escuda en su composición granítica como viajero, sin que le afecte la altura del enemigo ni los escenarios hostiles. Al margen de los números, los altoaragoneses, muy conscientes de su situación y de la urgencia por acumular puntos que le alejen de la zona roja, no van a dejarse llevar por el dramatismo de la atmósfera que respirará un Real Zaragoza al borde de un ataque de nervios.