Opinión es «el juicio o valoración que se forma una persona respecto de algo de alguien». Se trata de una interpretación de sus actos, intenciones o actuaciones y es algo personal que también se puede compartir y debatir con los demás. Ya desde hace años la libertad de expresión ha estado coartada, manipulada o incluso prohibida. Y las diferentes aperturas han coincidido con cambios de regímenes hasta que las nuevas políticas se han asentado en los diferentes países en aras de esperados cambios en favor de la sociedad que confiaba en ellos.
Joseph Pulitzer escribió que «una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico. Otro emblemático personaje como Ryszard Kapuscinski afirmó que «cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante». Por último, Malcolm X aseguró que «con una hábil manipulación de la prensa pueden hacer que la víctima parezca un criminal y el criminal, la víctima». Pues no les digo nada si estas personas hubieran vivido en el siglo XXI con el poder de las redes sociales y la entrada de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas.
Sin valorar en absoluto la polarización interesada de los medios de comunicación, propiedad de grandes empresarios, políticos e inversores de países influyentes y de cariz no democrático, sí quiero hacer mención de quienes trabajan en ellos. Como estamos comprobando en los últimos años no interesa tener comunicadores independientes o liberados de favores prestados. Antes, en el fútbol se podía opinar y hasta ser crítico incluso durante la dictadura. La transmisión de partidos de fútbol por la radio, las entrevistas en directo sin pasar previamente por la censura y el estallido de José María García de la mano de Martín Ferrand en «Hora 25» como azote de la corrupción balompédica, terminó con su inesperada retirada de la profesión después de cambiar de medios durante más de treinta años.
Desde hace tiempo vuelve a ser muy difícil mantener el criterio propio frente a los intereses del propietario que suele pagar bien a mediocres encargados para vigilar a los jóvenes osados o a los veteranos liberados y mantener el orden necesario. Por eso no voy a preocuparme en absoluto de los rumores del mercado de invierno hasta que se cierre oficialmente y el club haga oficial las entradas y las salidas si se producen.