El Mirandés corta la respiración al Real Zaragoza

El equipo aragonés, con una propuesta futbolística muy rudimentaria y dos buenas paradas de Poussin, experimenta el partido más incómodo frente a un a un rival asfixiante para sacar un punto que pudieron ser tres en el último minuto con un palo de Azón (0-0)

En el último minuto, como ocurrió en Cartagena, el Real Zaragoza pudo llevarse una victoria de Anduva por la que no pudo ni supo pujar a lo largo y ancho de todo el encuentro. En el Cartagonova Francho acertó con el hoyo y esta vez quien tuvo la oportunidad para completar un pleno de triunfos en el tercer desplazamiento fue Azón a centro de Calero, pero su formidable testarazo de ariete salió hacia uno de los palos de la portería de Rubén Fernández, congelado por la fuerza y precisión del frentazo. Ese premio hubiera sido excesivo para el equipo aragonés, cuya propuesta rudimentaria de pelotazos para escapar de la asfixia del Mirandés le convirtió en un conjunto plano. De su peor versión con diferencia en este arranque de curso junto a la primera media hora de la anterior jornada, logró un empate, lo que le permite salir de este triple y consecutivo viaje con 7 puntos de 9 posibles, una rica cosecha con la calculadora en mano.

La liga de agosto, la que se juega con las plantillas pendientes del cierre de mercado y de la aclimatación de las nuevas adquisiciones, está llegando a su fin. En una o dos semanas más se comenzará a vislumbrar la verdad de cada cual. La del Real Zaragoza, brillante en Cádiz, heroico en Cartagena y vulgar en este último compromiso está por concretarse. Lo más evidente por ahora es que Víctor Fernández quiere que la criatura ataque, que con dos puntas y dos extremos sea el rey de la fiesta. Lo intentó de nuevo con Bazdar y Soberón, Liso en su rampa de lanzamiento y la novedad de Pau Sans por Bermejo, a quien parece que se tenía previsto quitar el descanso para que se estrenara Adu Ares. La sacrificio del canterano, que estaba al mismo nivel que sus compañeros aunque solicitando más el balón, tuvo algo de capricho previsto. El extremo cedido por el Athletic acusó su falta de familiarización con su nuevo entorno y pasó por el encuentro con menos vigor que Sans.

Los cinco defensa de Lisci y la coordinación abrasiva de sus futbolistas en la presión en todas las líneas, con ayudas múltiples, hicieron que al Real Zaragoza se le arrugara el cerebro en la búsqueda de alternativas para escapar de las ratoneras. Bare se cargó con una amarilla temprana, algo que habría que corregir en el futuro, y el juego de los aragoneses se resumió en quitarse el esférico de encima, lo que animó al Mirandés reafirmarse en su planteamiento. Ssus servicios de inteligencia tenían buenos informadores, porque todos comenzaron a bombardear a Poussin desde lejos, pero el francés, que pese a su notable actuación sigue dejando tics de inseguridad en sus medias salidas y en gestos poco ortodoxos, sacó un par de manos estupendas a dos tiros maliciosos, uno de ellos del fino Lachuer y otro con bote tramposo. De ese acoso sin grandes ocasiones, estuvo a punto de salir a hombros con una falta que Tasende, defensivamente aún deficiente, lanzó con belleza estética y maestría para lucimiento de Raúl Fernández.

El Real Zaragoza no se complica atrás. Rompe la pelota hasta hacerle sangre, lo mismo Vital que Lluís López, con el catalán sufriendo fuera de zona como ya le ocurriera con Gastón Valles. Panichelli, un delantero de gatillo fácil, volvió a sacarlo de paseo y las pasó canutas. A balón parado es una zaga caramelizada: un córner cruzó el aire que antes cortaban Jair y Francés y el Mirandés acarició el gol. En la segunda parte, una falta atravesó el área como una flecha sin que nadie reaccionara y se estampó en el poste, y Juan Gutiérrez, sin marcaje, remató fuera un córner. Víctor volvió a Francho y Toni Moya, respetando a Aguado y prescindiendo de un Bazdar suprimido por Tachi y Juan Gutiérrez y de Soberón, a la sombra de esa muralla.

Al final se quedó Azón con toda la responsabilidad ofensiva que hasta ese momento había abanderado Liso, el único que cuando recibe la pierna se vuelve cañón. Camino del empate, un buen resultado para lo poco ofrecido, Iván reventó la asistencia de Calero con un salto y un giro de cabeza que hizo que el espíritu de Ocampos sobrevolara Anduva. Hubiera sido un milagro, pero mientras Bazdar sigue sin anotar y la espera de lo que traiga Alberto Marí, el zaragozano acude a su cita con su casaca de revulsivo. Justo en el instante que más se le necesita, que coincide cuando el Real Zaragoza tiene problemas, y contra el Mirandés acumuló muchos. El redondeo que no se produjo el viernes por la noche en la plantilla que quería Víctor asomó el hocico. Aun sí, la la liga auténtica arrancará seguramente ante el Elche en el primer partido en casa. A partir de ese punto fronterizo, se comenzará a ver al otro lado está el paraíso o una más que presumible Segunda División con su tradicional peaje de competición martirizante.

0 – Mirandés: Raúl Fernández; Hugo Rincón, Juan Gutiérrez, Pablo Tomeo, Tachi, Julio Alonso; Lachuer (Homenchenko min 84), Reina, Gorrotxategi; Panichelli y Joel Roca (Alex Calvo min 64).