Un presidente virtual en el belén

Que Jorge Mas esté estos días en Zaragoza ha ocupado bastante espacio en los medios de comunicación, información y nichos de manipulación porque, efectivamente, es noticia. Fría noticia pese a que se le haya dado cierto tinte de fastuosidad. Asistirá a diversos actos protocolarios, la Junta General de Accionistas y el partido frente al Levante. El presidente virtual vuelve a su segunda casa por Navidad y de inmediato regresará a su vida color de rosa en la soleada Florida, junto a Messi y David Beckham, por los que bebe y comparte los vientos. No, el Real Zaragoza no es la joya de la corona de la multipropiedad pese a que el multimillonario empresario lo manifestara en su berlanguiano aterrizaje en la ciudad como cabeza visible del grupo inversor, que se ha ocupado de minimizar la deuda para conquistar el corazón de los inocentes, forjar una alianza con el oportunismo político y con la burguesía inmobiliaria y conseguir que la nueva Romareda salga adelante bajo sus leoninas condiciones. Esto es un negocio, en principio excelente para el fondo que presenta Mas si todo transcurre según su hoja de ruta y, por el efecto rebote, genial para Zaragoza y los zaragocistas. Con el equipo en Segunda y la previsión de que siga una decimosegunda temporada más en esta categoría, el fracaso deportivo se intenta presentar como un asunto menor, resembrando la ilusión sobre un todavía ambiguo proyecto a largo plazo para el reencuentro con la élite y una solicitud de paciencia y fe a la hinchada que se doctoró hace mucho en esas materias.

Puede que sean los tiempos que tocan, sin duda lo son, y que no haya más camino para evitar el infierno que bailar al son del diablo y sus apóstoles, serviles consejeros puestos con calzador y otros personajes que realizan sin pasión alguna su función al servicio de un libro de cuentas. El Real Zaragoza vive sin presidente desde septiembre de 1992, cuando se transformó en sociedad anónima deportiva. Alfonso Soláns Serrano, con sus salidas de tono, fue el último representante próximo por actitud que no por consenso popular a aquella figura que, con sus ansias de poder, notoriedad o simple altruismo (el menor de los casos), era elegido por los socios. Desde entonces, por el sillón han desfilado, en paralelo a la decadencia de la institución y después del insensible Solans júnior, subalternos ajenos a cualquier apego emocional, funcionarios, muñecos de trapo y, claro, Agapito. La ruina más absoluta condujo a una subasta teledirigida que ha desembocado en este presidente de videoconferencia y redes sociales a quien hay que aplaudirle, eso sí, que estuviera en el homenaje a Zapater, el busto de la propiedad que de vez en cuando se hace carne para ocupar durante alguna horas su lugar en el belén de este club envuelto en promesas de oro, incienso y mirra que pierde con el Alcorcón, el Racing de Ferrol, el Huesca, el Mirandés, el Albacete, el Atzeneta y empata con el Amorebieta… Si el Real Zaragoza gana al Levante con Jorge Mas en el palco, es posible que desde el ayuntamiento y sus foros amigos se le proponga para hijo predilecto de la ciudad. Y a Messi de próximo pregonero o que el estadio mundialista lleve el nombre del astro argentino, que para eso es el rey.

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