La expulsión de Sergi Enrich en la primera parte desarma a un equipo que, pese a su coraje y desordenado ímpetu en la segunda, pierde el liderato por su reiterada crisis ofensiva y un gol en su portería de Jair (0-1)
El Mirandés, acongojado por sus malos resultados anteriores y embutido en un plan ultraconservador, no hizo nada para ganar y tuvo que ser Jair quien le echara un pie para hacerlo, un cruce extremo a ras de césped del portugués que cambió la dirección del disparo de Diego Moreno y congeló a Cristian y a La Romareda. Llegó además el gol en el minuto 88, después de más de media hora en inferioridad numérica por la expulsión de Sergi Enrich al filo del descanso, lo que obligó a Fran Excriba a realizar malabarismos tácticos que le dieron resultado para no sufrir amenaza alguna y para que Azón estrellara una pelota en el larguero en un centro exquisito de Quentin, pero no para sumar al menos un punto como mal menor. El Real Zaragoza pierde el liderato, consuma su primera derrota en casa y la segunda consecutiva y se queda sin marcar por segundo partido. Más que por la ambición de los visitantes, nula, cayó por su propio peso, por la roja y porque apenas genera en ataque, una vez más reducido a los chispazos de Valera y a las apariciones esporádicas de Azón.
Pudo haber terminado la jornada con la dignidad de un empate que no hubiera sido un marcador extraño para nadie. En igualdad de condiciones fue ese equipo con sobrepeso en el centro del campo desde hace bastante tiempo, anclado a la velocidad de Valera como única propuesta ofensiva, autor de un pase que no alcanzó Azón con la plenitud de su bota y que quizás hubiese cambiado el guion del encuentro. Borge cumplía sobrado de lateral derecho y Quentin, de regreso al once y sin ritmo, media mucho sus escaladas por la banda. Con Mesa entre bastidores, Sergi Enrich, relevó de Bakis, perdido en el bosque de los tres centrales del cuadro de Alessio Lici, y Moya y Grau sin colores en la paleta de ese juego gris que cada día predomina más en la medular, el Real Zaragoza encalló donde siempre, en tres cuartos. Con uno menos, de regreso del vestuario, Escribá consiguió más equilibrio táctico y su posesión no se redujo, gracias también a la morosidad de un Mirandés conformado con que pasara el tiempo sin que sucediera nada.
Ese balón a la madera de Azón… Entró el Tiburón con el frontón de su frente a un centro de lujo de Quentin, al igual que Borge una casilla más adelantado para ocupar espacios en la reagrupación, y su testarazo se clavó en el larguero. La exigencia física comenzó a hacer prisioneros en el Real Zaragoza, más ambicioso que su rival pero sin soluciones para intimidarle demasiado. Los músculos de Azón se tensaron y el gemelo de Lecoeuche se estiró por los esfuerzos, obligados a ser sustituidos por Manu Vallejo y Mourriño. Moya se fue otro día sin dejar huella para que entrara Aguado, y Mollejo cogió el testigo de Valera. La coreografía forzosa obligó a cambiar de laterales con Francés a la derecha y Borge desplazado a la izquierda; de central, de todos los centrocampistas menos un laboroso Grau, y de la delantera al completo. En el ocaso, con el 0-1, Cristian se sumó a los rematadores por dos ocasiones… Tampoco el caos le dio resultado.
La actitud fue buena contracorriente pero la aptitud sigue en entredicho en este Real Zaragoza que con los once o con diez insiste en la incomunicación entre los creadores, los suministradores y los finalizadores, que ha dejado de emocionar y se ha convertido en un tedioso equipo previsible que sólo se mueve a impulsos. El Mirandés, blando, juvenil y sin ninguna pretensión en su visita a La Romareda, volvió a hacer de este estadio su jardín del Edén con un triunfo que fabricó con una triangulación de libro, una jugada de la que el equipo aragonés carece en su partitura cada vez más ocupada por los garabatos.
Real Zaragoza : Cristian; Borge, Francés, Jair, Lecoeuchte (Mouriño minuto 72), ; Germán Valera (Mollejo minuto 72), Grau, Toni Moya, Maikel Mesa (Bermejo minuto 91); Iván Azón ( Manu Vallejo minuto 67) y Sergi Enrich.
CD Mirandés: Luis López; Ramón, Barcia (Gómez minuto 66), Barbu, Alcedo, Tomeo; Rubén Sánchez (Diego Moreno minuto 54), Baeza (Sanz minuto 66) , Gabriel Martínez (Durdov minuto 79) ; Carlos Martín.
Árbitro: Galech Azpeteguía, del colegio navarro. Mostró cartulina amarilla a Jair Amador y expulsó por cartulina roja directa a Sergi Enrich por el Real Zaragoza; y a Barcia, Rubén Sánchez, Durdov y Pablo Ramón por el Mirandés
Gol: 0-1, minuto 88: Jair en propia puerta tras centro de Diego Moreno.
Incidencias: Partido correspondiente a la octava jornada de liga con la presencia de 26.127 espectadores.
DIRECTO | Rueda de prensa de Fran Escribá https://t.co/85VeQ1nBkj
— Real Zaragoza 🦁 (@RealZaragoza) October 1, 2023
¿Cuando viene el siguiente equipo de pueblo?…venga señores! Que es muy fácil ganar aqui. Sobre todo humillación, que llevamos poco tiempo soportándola aqui.
Ni actitud ni aptitud. Equipo plano sin ideas y ya lo que faltaba, apático.
De todos los equipos de segunda división y me veo casi todos los partidos, el más lento en los movimientos y en la circulación de balón es el nuestro. La consecuencia es que somos muy previsibles y es fácil neutralizar el ataque, los goles nunca podrán venir de jugada, sino a balón parado o rechace. No se crea nada, abuso del pase horizontal o hacia atrás
. Lesionado Francho no hay un sustituto de sus características, por lo que nadie desborda por el centro.
El equipo está fatal, y de seguir por este camino en Navidad en media tabla y mirando hacia abajo.
Crónica muy complaciente y poco crítica con el equipo.
El equipo no ha jugado bien en los partidos que lleva. El mejor fue el partido del Ciudad de Zaragoza en agosto y no cuenta. Se ha ganado hasta ahora porque el equipo es más serio que el de las últimas temporadas y con cierta suerte en algunos partidos. Ahora toca vivir la realidad de Segunda División, que ya la conocemos.