El Real Zaragoza gana el festival del horror

Bazdar, Azón, Liso y Luna sacan adelante con goles y una asistencia un partido infame que el Eldense empezó por delante, empató e igualó en errores e imprecisiones (2-3)

Sólo el Huesca le puede quitar mañana la segunda plaza al Real Zaragoza si vence al Sporting en El Molinón. Se aferra el conjunto aragonés a la cima de la clasificación con uñas y dientes pero sin fútbol. ¿Hasta cuándo le dará para seguir remontado partidos a este equipo inclasificable que cambió de futbolistas y de esquema en Elda para empeorar en la construcción del juego, hacerse aún más vulnerable y recurrir, una vez más, a la influencia de sus canteranos para sumar los tres puntos? Si no crece mucho más en defensa, de nuevo caótica, y en la parcela táctica, su destino será la zona templada de la tabla ya que la calidad colectiva viene de fábrica y no es mucha. Una vez más, los canteranos acudieron al rescate después de que el Eldense se pusiera por delante aprovechando un desdibujado rombo con grietas en los costados, sobre todo por el de Clemente. También después de que los alicantinos empataran a dos pasando por encima de Kosa y permitiendo un frentazo de Youness a un palmo de Poussin. Sin Azón ni Bazdar en el campo, cuando más descabezado estaba el ataque y Víctor Fernández protegía el punto con Luna de segundo lateral y Liso, fusil en la zurda, intentaba conectar con Marí, llegó el gol de la victoria. Con sello aragonés, cómo no. Marí aguantó una pelota y cedió a Luna, quien asistió a Liso, matador implacable de tiro cruzado. El chico ya había fabricado un centro que Keid Bare remató mal para que Iván Martos evitara el tanto bajo el larguero. Cualquier movimiento revolucionario que busque el éxito debería sentar a este extremo en el primero de sus tanques. Sólo con percibir su presencia, Fulgencio Batista habría salido corriendo sin zapatos de la Habana.

Víctor había detectado demasiadas fugas de agua en el trabajo defensivo, y el calendario, cargado de exigencias, le invitaba a probar algo diferente. Hay que descubrir si la variante en el dibujo se hizo para custodiar a un equipo agujereado cada jornada o para buscarle un lugar a Aketxe, que salió de enganche por detrás de Bazdar y Azón para tener más protagonismo que en la banda. El experimento nació con el cordón umbilical enroscado al cuello. El Eldense, descarado y motivado por la nula energía del Real Zaragoza, que empezó a ponerse morado por la falta de oxígeno, orden y balón pese a sus tres centrocampistas, Bare, Aguado y Francho, aplicó la sencillez en estos casos: pelotas a los espacios abiertos, sobre todo al de Víctor García, para asfaltar autopistas en dirección a Poussin. A los cinco minutos, Ortuño finalizó a placer una internada de su compañero. En el área estaban todos, pero se fueron de parranda. Secuencias eternas de pases y un aire de altivez excesiva del Eldense a la hora de sacar el esférico desde atrás le dieron al Real Zaragoza tres ocasiones consecutivas que no materializó. A la cuarta, Bare vio a Bazdar y el serbio, tras driblar a Mackay, clavó la pelota en la red. El partido no había por dónde cogerlo, con dos equipos malos de solemnidad, sin un pase decente. En ese festival del horror, el conjunto de Dani Ponz inició una nueva acometida por el mismo flanco, con Chapela coronándose rey de los caños. Poussin despejó casi en el área pequeña una bomba de Ortuño, detuvo un tiro de Jorquera tras un fallo de Calero y vio pasar, totalmente vencido, un lanzamiento de Quintana por encima de su larguero.

Del 3-1 se pasó al 1-2. En la última acción de la primera parte. Aketxe sacó una falta a la cabeza de Azón y el delantero firmó su tercer tanto consecutivo, de cabeza, claro. No había lógica en nada sobre el césped, pero toda en el aire, donde Iván ha establecido su imperio inmisericorde. En la segunda mitad, Víctor hizo algunas correcciones sin cambios. Bazdar tapó a Víctor García y Francho se acostó un poco más a la derecha para frenar a Marc Mateu y ayudar a Calero. En un momento determinado, el técnico sintió pasar un ángel y quitó casi al mismo tiempo al serbio y Azón para dar entrada a Marí para sellar las orillas con Luna y Liso. Ave María Purísima. Sin los goleadores y más de veinte minutos por delante para hacer frente a un contratiempo. Que llegó de una manera cómica: un balón se que iba por la línea de fondo, pegó en el banderín y provocó una lucha finalizada con falta para los locales. El centro de Marc Mateu se fue directo a la cabeza de Youness, agradecido de un mal paso de Kosa hacia ninguna parte. El encuentro estaba para ser suspendido por espantoso, norma que debería recoger el reglamento en semejante escenario ruinoso. Al final, el talento natural, en tarro aragonés, se elevó por encima de un juego ajeno al fútbol. Liso se subió en la tanqueta ayudado por Luna –genial en un balón a Marí que éste desaprovechó– y arrancó la victoria con su primera diana del curso. Su rebeldía, la del joven a quien su entrenador recordó con mal gusto que no había marcado, y la de Azón fueron lo único revolucionario de un Real Zaragoza que sufre demasiado como para tomárselo en serio en el casting del ascenso. Segundo está. ¡Viva México y la solidez defensiva!