El Real Zaragoza no es una fábrica

No tenía demasiadas expectativas ante las declaraciones de Fernando López ayer en la sala de prensa del Real Zaragoza. Es un empleado de la sociedad anónima deportiva con nueve años de presencia en el Atlético de Madrid antes de acudir a Ottawa para organizar al filial del equipo rojiblanco en la franquicia canadiense que interviene en la Liga de los Estados Unidos. Aunque lo he intentado nunca he podido hablar con él porque mi condición de persona con criterio después de casi cincuenta años dedicado al mundo del periodismo, especialmente deportivo, ha sido una muralla al no formar parte de un medio de comunicación y ser incómodo ante la oligarquía. Los que vendieron la propiedad, a los que inconscientemente puso a parir ayer López en la rueda de prensa, están cada vez más incómodos con mi continuidad en el espacio de comunicación digital a través de mis cuentas de internet y de participar en La8 Zaragoza Televisión con viejos amigos y compañeros a los que no nos mueven ni el dinero ni los halagos.

Fernando López, a quien le viene grande el cargo, solamente puede ofrecerse a la crítica mensurada asumiendo su responsabilidad porque su sueldo conlleva aguantar lo que le caiga de vez en cuando. Como es comprensible no tiene un sentimiento zaragocista ni es capaz de encabezar una revolución para solucionar los problemas de estructura que sufre el Real Zaragoza y que son también producto de la gestión de la Fundación Real Zaragoza 2032 cuando se rindió César Alierta. El objetivo de los inversores era el proyecto de la construcción del nuevo estadio y convertir la zona del campo desmontable en una apuesta interesante a nivel de suelo para edificar en unos terrenos públicos. Algo que en todo el siglo XXI había sido imposible por la falta de acuerdo entre los partidos políticos de uno y otro signo. Que como todos sabemos dependen de Madrid o no tienen suficiente representación para una mayoría absoluta.

Desde la muerte de Alfonso Soláns el club entró en crisis y fue moneda de cambio para intereses políticos que han fracasado rotundamente. ¿Cuántos conciertos van a realizarse en la nueva Romareda? ¿Cuántas finales de Copa? ¿Quizás dos o tres partidos en el Mundial de Marruecos 2030? ¿Van a tener abierta la nueva Romareda como un centro comercial? ¿Cuántas tiendas van a ubicarse en el interior de ese espacio deportivo que busca un nombre para hacer rentable su utilización? ¿Será masiva la afluencia de público siete días a la semana para comprar en la tienda o ver el museo zaragocista? No lo sé, a mi lo que me interesa es que el Real Zaragoza regrese a Primera División y ojalá que los inversores se vean recompensados con beneficios una vez entiendan que un club de fútbol y más el nuestro, no es una fábrica de inodoros, colchones o de productos porcinos, con perdón a quienes les moleste la carne de cerdo.

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