El conjunto aragonés se condena el resto de la temporada a la lucha por el descenso, donde podría ingresar este domingo, tras perder ante un Almería que le envía por velocidad a la edad de piedra y pone a Ramírez en la puerta de salida (4-1)
La pregunta popular se concentrará casi en exclusiva en cuántas horas le quedan a Miguel Ángel Ramírez como entrenador, para abrirse de inmediato la incógnita sobre quién será su sustituto. Sus números son lápidas funerarias de un tonelaje aplastante, a los que se añade la categórica derrota en Almería, la mayor goleada de la temporada para corroborar su cada vez más fuerte candidatura al descenso. Si el Eldense gana este domingo al Mirandés en el Pepico Amat, el Real Zaragoza sentirá por primera vez las llamas del infierno en primera persona. Casi todo se ha reducido ya al grado de culpabilidad del entrenador canario en este cataclismo sin aparente punto final. Es imposible que escape a su responsabilidad, que es mucha, la misma que la de su antecesor, arquitecto junto a Juan Carlos Cordero de este equipo chiquito juegue con dos o tres centrales; con uno u otro sistema; con este o aquel futbolista. El técnico regresó en esta ocasión a sus orígenes, a una defensa de cinco, en la búsqueda de soluciones y frenos. Dio igual. Al cuarto de hora perdía por dos tantos y, lo peor, daba la imagen de saberse perdedor, de asumirlo, sin sangre en las venas ni en las botas para responder a su adversario, que por velocidad lo descuartizó cuando y como quiso.
El pueblo pedirá alguien nuevo en el banquillo, y algo hay que hacer porque los mercados ya están cerrados y aunque estuvieran abiertos, la propiedad ha dejado bien claro con su política roñosa que en la parcela deportiva se acabó lo que se daba. Ni para centrales, ni para laterales, ni para tiritas. En este contexto, Ramírez tiene todos los boletos para que le preparen las maletas, lo que no resultará gratis y supondrá quemar el último cartucho de un vestuario sin pólvora futbolística ni anímica. Más que un entrenador, el conjunto aragonés necesita un espiritista, un curandero, uno de esos hechiceros que venden su veteranía como el gran bálsamo. Porque un profesional como Dios manda tampoco entra en el presupuesto de esta directiva apática que contempla la Primera RFEF como quien tras una noche de juerga observa el fondo de un cubata. El Real Zaragoza, embutido en ese traje avispa con barras horizontales, se ha condenado a la perpetuidad de once jornadas, las que restan para acabar la competición, a una lucha por evitar el descenso en la que en cualquier momento puede dejar de depender de sí mismo. El Eldense, al alza, dirá cuándo después de que la pasada semana en La Romareda diera una lección de cómo.
Había muy poca fe en este desplazamiento pese a que el equipo de Rubi llevara ocho encuentros consecutivos sin vencer. Suponía un viaje a ninguna parte, con la crisis instalada a sus anchas en el corazón del Real Zaragoza y un escenario absurdo, de esos que los malos dirigentes levantan como nadie cuando todo se tuercen las cosas hasta provocar esguinces en la toma de decisiones. Un entrenador paseándose por el alero, un director deportivo siguiendo su cuerda y un centro de poder sin masa gris detectable. La nada es el peor de los horrores, y en ese lugar vive este equipo, con un bono para el tren de la bruja sin túnel de salida. El Almería le atizó con la escoba desde el primer minuto y acabó pegándole con un mazo, el de Luis Suárez, dueño y señor del partido. Marcó de rebote Edgar, fusiló Suárez a Femenías, un muñeco en la feria, y después de que el propio Edgar se metiera un balón en su portería, el colombiano asistió a Nico Melamed para que se luciera en la definición y Marc Pubill firmó el cuarto a balón parado con el hombro… En ese ametrallamiento en dos partes, el Real Zaragoza pecó del infantilismo que le acompaña desde que nació, una concesiones defensivas por abandono de rigores tácticos que a alguno podría costarle el carnet de futbolista profesional si existiera un jurado para estas causas. Como a Bazdar, que actuó como un niño malcriado en una entrada que le costó la roja en la recta final.
La velocidad que imprimió el conjunto andaluz, un cohete que en ocasiones le explota en las manos por la asunción de riegos, trasladó al Real Zaragoza a la edad de piedra de este deporte. Cada activación ofensiva de los locales procediera de un lateral como Bruno Langa, centrocampistas como Lopy, Melero, Melamed o Robertone o de esa flecha cafetera de Santa Marta deja un surco de fuego en el césped por el que Tasende, Luna, Jair, Clemente, Vital o Moya trotaban a ritmo de percherón, arrastrando el peso de la premiosidad física que persigue a todo el mundo. Si atrás hubo una descomposición absoluta sin que Arriaga, esta vez de mediocentro vulgar, pudiera solucionar algo, Soberón y Dani Gómez quedaron reducidos a figuritas del belén. El Real Zaragoza lleva tocando fondo desde hace tiempo, pero en Almería añadió un abrumador componente de indefensión, un aura de fracasados que no sólo proviene del entrenador, sino también de un equipo construido a mala fe. A conciencia entre la conjunción envenenada de falsas promesas y trasnochados aires de grandeza.
Ahora, ocho meses después y a tres de que caiga el telón o el sudario, se presume la figura del cuarto entrenador, algo que sólo ha ocurrido en dos ocasiones más en la historia del club y siempre con Víctor Fernández como primer destituido o dimitido, en las temporadas 1997-1998 y 2007-2008. ¿Qué tipo de profesional es el adecuado? ¿Uno de remiendo u otro al que habría que entregarle el proyecto del enésimo ascenso? En este caso la ignorancia del responsable o responsables va ligada a la parálisis que genera un grupo indetectable para el aficionado, un consejo de administración burocratizado por la desidia deportiva. Esos personajes sin relieve decisorio van camino de señalar el cauce del descenso. Mañana juega el Eldense dentro de este tren de la bruja al que se ha subido un Real Zaragoza con cuerpo de algodón de azúcar.
Almería UD, 4: Maximiano; Langa, Radovanovic, Edgar, Marc Pubill; Lopy, Melero (Sergio Arribas, m.78), Nico Mr (Lázaro, m.65), Robertone (Selvi, m.66), Arnau (Pozo, m.); Luis Suárez.
Real Zaragoza, 1: Femenías; Luna (Adrián Liso, m.60), Bernardo Vital, Jair, Clemente, Tasende (Calero, m.45); Kervin Arriaga, Francho, Toni Moya (Guti, m.60); Soberón (Bazdar, m.60) y Dani Gómez.
Goles: 1-0, Edgar (m.6). 2-0, Luis Suárez (m.16). 2-1, Edgar en propia puerta (m.25). 3-1, Nico Mr (m.49), Pubill 4-1 (m.53).
Árbitros: Palencia Caballero. Amonestó a Lopy del Almería. Amonestó a Luna del Real Zaragoza. Roja directa a Bazdar.
Ya cualquier comentario sobre el comportamiento del equipo en los partidos en los que interviene es redundante.
Lentos hasta la desesperación.
El Almería tuvo hoy cinco marchas más.
Consecuencias se llega tarde a todos los balones, perdiendo la mayoría delos duelos individuales. Tan pronto como traspasamos la raya del centro del campo, parada de burro, el juego se relentiza comenzando un insípido rondo de pases horizontales y atrás que facilita la desactivacion por el contrario de un ataque romo e impreciso.
El Almería jugó hoy frente a un primera federación por méritos propios.
Echarán a Ramírez? Tal vez, pero quien venga no puede enseñar a un jugador a parar un balón, a saber posicionarse, a centrar balones al area levantando la cabeza para ver al compañero desmarcado. La plantilla se confeccionó de retales no reciclables, y eso ya no tiene solución.
No se me ocurre, vistos los mimbres a quien podemos ganar.
Parece que nos visita el Córdoba, es igual quien lo haga. El guión es bien conocido, lo saben todos los rivales.
Aguantar las primeras embestidas durante un cuarto de hora y poco a poco, el contrario nos irá madurando con presión arriba hasts sacar de quicio a nuestra endeble línea defensiva.
Quién podrá cambiar esto. Los despachos no. Y los jugadores no parecen sentirse implicados en el desafío de impedir el fin del fútbol profesional en Zaragoza.
Quería decir:.. El Juego se ralentiza…
Disculpen!
R.I.P.