El Real Zaragoza, un poema de medianoche

La proximidad del peligro, la épica y la lucha de los desangelados se concentran en el partido nocturno contra el Eldense, con la victoria como única salida hacia la salvación de la nada

El Real Zaragoza es un poema cerca de la medianoche que vive durante toda la temporada y de la que le espera al final del encuentro si no gana al Eldense (21.00), otro equipo nocturno que busca la luz en el sótano de la competición. Apenas hay argumentos para propagar el optimismo y el favoritismo en esta cita de desangelados que el equipo o sucedáneo de Miguel Ángel Ramírez afronta entre estupefacto e ignorante, entre mensajes ambiguos y la confusión a todos los niveles que provoca la proximidad del abismo después haber sido expulsado de la fiesta del ascenso por acudir con una invitación falsa.

Lo terrible es que no se sabe lo que va a ocurrir, qué hay detrás de esa cortina. Porque el Eldense, cinco puntos por debajo de su presa, distancia que debería marcar una diferencia de clases y de armadura, se presenta como mejor fachada deportiva y psicológica. Lo dicen sus últimos resultados y el aplicado ejército que ha reunido José Luis Oltra tras un mercado de invierno bastante bien trabajado. Al levantarse el telón será complicado distinguir, aunque sus economías y su historia digan lo contrario, quién se hará con los tres puntos. En ese teatro de las miserias, el fútbol va a ceder su protagonismo a la épica, posiblemente bajo una lluvia torrencial que inundará el escenario de héroes de barro.

El Eldense ha sido gestado para surfear en la agonía y el Real Zaragoza nació malformado y fue depositado en una cuna de oro que ya no disimula su delicada salud. Tiene Ramírez un buen puñado de jugadores lejos de su mejor estado de forma, un grupo que físicamente se derrumba a partir del minuto 70. En el baile de los centrales esta vez obligado por la baja por sanción de Jair, Arriaga, un centrocampista, tendrá a Clemente o Vital de pareja sin que ninguno ofrezca garantías, las mismas que Calero, posiblemente relevado por Luna, y Tasende.

El técnico, que empezó amurallándose, ha delegado en el perfil ofensivo de la plantilla para salir de este desfiladero ideal para una emboscada de cualquiera. Con Soberón, Pau Sans, Liso y Dani Gómez por delante de Bare y Francho, mediocampistas con tendencia a irse hacia arriba. El Real Zaragoza juega con dos medios cuerpos, seccionado por una herida defensiva en constante hemorragia y un frente atacante de buscavidas, de tipos listos que anteponen su instinto a la organización, a la asociación. La propuesta alicantina es más ortodoxa: proteger su portería sobre todas las cosas y lanzarse tras robo sin mediar en exceso con el balón, con dos puñales por las bandas y centros para sus rematadores o para generar confusión en una segunda acción.

La afición entiende el encuentro, con buen criterio y olfato, dentro de un envase dramático, pero desde el club, con Fernando López y Miguel Ángel Ramírez a la cabeza, el mensaje se suaviza porque queda mucho por delante como para cargar esta jornada tanta trascendencia. La paradoja, y el peligro real, es que ese camino por recorrer viene precedido de una avenida anterior de decepciones y rendimiento infame precisamente en La Romareda. La credibilidad del Real Zaragoza se ciñe a que alguna de sus individualidades o una encuentro de aislada iluminación le conduzca a un triunfo catártico que le aleje por fin del descenso, de esta medianoche eterna por la que vaga como un poema de estrofas descosidas desafinados e insensatos trovadores. La salvación de la nada.

Foto: Real Zaragoza

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *