El Eibar paga su dureza con dos expulsiones, pero el impersonal conjunto aragonés ni se aproxima a la victoria con 32 minutos contra diez ni durante los 21 finales frente a nueve
El Mirandés no había ganado en toda la temporada y lo hizo con una suficiencia juvenil y aplastante contra un Real Zaragoza apocado y sin gol. Participó así en un capítulo importante para la crónica de esta temporada al sacar a los burgaleses de la cola de la clasificación. Frente al Eibar escribió con letra mayúscula en las páginas negras de la historia y de las estadísticas, seguramente de las suyas, al ser incapaz de imponerse al equipo de Gaizka Garitano pese a jugar 32 minutos contra diez por la expulsión de Venancio ni durante los 21 finales frente a nueve al ver también la roja directa Javi Muñoz. Sólo se puede comprender semejante impotencia si se ve el encuentro, un partido extremo en dureza de los guipuzcoanos y su magistral capacidad para resistir y la bacanal de despropósitos de un Real Zaragoza que ni antes de después de estar con superioridad creo una ocasión. El problema de Carcedo es de los gordos, porque por muy poco inspirado que estuviera de nuevo en el planteamiento de poco se le puede acusar si son futbolistas no lo son ni para aproximarse a la victoria con todos los vientos a favor.
Nunca la derrota y el empate que sucedió estuvieron tan hermanados. La sensación de haber perdido se instala en el cuerpo de un equipo pese a que el marcador diga que sumó un punto. Y lo hace sin caretas. Pese a la presencia por primera vez de Azón en el equipo, que hizo unos minutos correctos aunque escasos de combustible, el entrenador transformó a Giuliano en el nuevo Narváez para encarcelarle en la banda, donde es una pieza mucho más facial de cazar. El aparente giro hacia la valentía del técnico fue sólo representación, porque desde el inicio se entregó a los deseos del Eibar sin amenazar lo más mínimo a Yoel. Los armeros vivieron en su paraíso toda la primera parte hasta que Venancio, relevo del lesionado Berrocal, soltó un buen guantazo a Vada para ganarle la posición. Con el argentino en la lona quejándose de la mandíbula, el colegiado pasó de largo de la acción pero no el público, que se metió directamente en la sala VAR para que todo el equipo arbitral se enterara de que el central había agredido al argentino. La rectificación llegó por la insistente presión de la grada y comenzó otro duelo que parecía que iba a ser distinto al jugar contra uno menos.
Carcedo intentó reaccionar al estirar la banda con Larrazabal por un Gámez con amarilla, y subió unos metros a Gabi Fuentes para centrar a Simeone y a Azón. La velocidad de crucero de este equipo no da más que para un paseo marítimo sin oleaje ofensivo, con un centro del campo en el que sólo Grau dio algo la talla, con Francho, Bermejo y Vada pisándose sus propias sombras por inoperancia para extraer una única gota de petróleo de los espacios que podía dejar su rival. Mucho antes, Gaizka Garitano había ordenado bajar el puente del castillo con una armadura de tres centrales –cinco defensas–, tres por delante, un sólo delantero y el sacrifico al sol de sus jugadores más inquietantes, Corpas y Stoichkov. Quitó del césped a su goleador y su principal cuchillo, como ya había comprobado fuentes por su orilla de nuevo mal defendida. El entrenador tenía un plan y Carcedo un puñado de gente a la que fue echando al montón de la mediocridad.
Los vascos se fueron cargando de tarjetas apurando al máximo la defensa de una igualada por la que no sufrían. Hubo un momento, sin embargo, que el Real Zaragoza marcó. Lo había hecho Bermejo todo perfecto, creándose un espacio para firmar un elegante disparo que no alcanzó Yoel. Algo extraño había ocurrido para que Arbilla, defensa forjado en hierro, se quedara inmóvil ante el quiebro del centrocampista. El VAR descubrió que la habilidad de Bermejo venía precedida de un arañazo en la cara ( y el ojo) del capitán armero y Trujillo no dio por válido el tanto. Víctor Mollejo y Pape Gueye fueron los elegidos para la gloria por Bermejo y un Azón visiblemente cansado. No había forma, el Real Zaragoza conducía en exceso, sin abrir el campo, cociendo balones en la olla como un vulgar equipo muy mal pilotado desde el banquillo. Las órdenes de Carcedo no se escucharon o sus futbolistas deben pasar consulta urgente por el otorrinolaringólogo. La sordera, no obstante, parecía mutua, una desconexión global entre la orquesta y su director que hacía daños a los oídos y también a la vista.
Con los armeros fortificados en su solidez y la falta de recursos de los locales para asaltar la muralla, a Javi Muñoz se le ocurrió cortar el césped y de paso la canilla de Fuentes. Otra roja y otro mar abierto de par en par para que el triunfo cayera por su propio peso. Allí sacó Carcedo a Puche y Manu Molina, pero los minutos se consumían sin más sensación de peligro que una peinada de Vada antes de producirse los cambios. Subió Jair de ariete, se atacó a si mismo por desesperación Giuliano con jugadas de patio de colegio y Gueye confirmó que aún está como una grúa portuaria, ayudando con su corpulencia a hacer masa a la zaga guipuzcoana. Ni contra nueve ni contra diez. Ni con ocho minutos de añadido en cada parte. Así se hubiesen ido sumando expulsiones en el Eibar o alargándose el encuentro hasta el juico final. El apocalíptico Real Zaragoza cabalga a lomos de un entrenador muy pesaroso y de un equipo sin montura de calidad para hacer un gol ni para fabricar una oportunidad. Con cinco partidos de ocho sin marcar, sólo dos victorias y cuatro tantos a favor y el espectáculo de anoche, en el futuro habrá que entrenar al menos cómo vencer a un contrario con nueve. Si Carcedo no opta antes por imprimirle a su limitado batallón de esforzados un aire más intrépido con dos delanteros y Giuliano en su sitio.
Eibar: Yoel; Tejero, Berrocal (Venancio, m.29), Arbilla, Imanol (Quique, m.81); Sergio Álvarez, Matheus Pereira; Corpas (Correa, m.42), Javi Muñoz, Stoichkov (Nolaskoain, m.42); y Bautista (Blanco Leschuk, m.46).
Árbitro: Trujillo Suárez (Comité de Tenerife). Expulsó con roja directa a Venancio (m.40) y a Javi Muñoz (m.77). Amonestó con tarjeta amarilla a Fran Gámez y Jair, del equipo local y a Berrocal, Tejero, Arbilla, Correa, Blanco Leschuk, Imanol, Nolaskoain y Matheus Pereira del visitante.
Incidencias: partido correspondiente a la octava jornada de Liga de Segunda división disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza ante 18.523 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por la tragedia ocurrida en Indonesia y por el exportero Edu Navarro.
¡Banda de tuercebotas…todos!. No conocen ni saben aplicar las bases elementales del juego. Y el equipo técnico (???)…sin comentarios. Hay que ser muy, muy, pero que muy forofo o hooligan para tragarse cada bodrio de este equipucho de regional. El llamado fútbol actual es lo peor…y como dice el dios Floren «si seguimos así nos cargaremos el negocio «.