La baja de Bare confirma un centro del campo que sin albanés se parece en exceso al de la temporada anterior y repite sus defectos
¿Cuánto echará en falta el Real Zaragoza no haberse reforzado en el centro del campo como indican los cánones de los equipos que aspiran al ascenso o aquellos que han detectado carencias en esa parcela? Por el momento lo hizo en El Plantío, donde no pudo contar por lesión con su representante más diestro, un Keidi Bare a quien le esperan al menos cinco partidos para recuperarse al cien por cien de su rotura fibrilar. Lo que se comprobó en Burgos es que la salud del conjunto aragonés está directamente ligada a la del futbolista albanés. En su primera derrota del curso compitió y pudo haber sacado puntos durante un partido que, sin embargo, jugó sin la jerarquía de los anteriores en el corazón del campo. El partido lo perdió en la penúltima acción, como consecuencia precisamente de un desfallecimiento que empezó con Vital de mediocentro y que encadenó al menos cuatro pésimas decisiones defensivas que abrieron una autopista sin peaje para Sancris, autor del gol. A Víctor Fernández se le cayó el equipo y recurrió a maniobras poco naturales, pero antes, desde el principio, la opción de Moya para acompañar a Aguado, con Francho como otra alternativa, se tradujo en una respuesta plana desde la sala de operaciones. Pese a los espectaculares tiros de Moya, uno de ellos al larguero, la velocidad de circulación y la pobreza de pases que rompieran líneas de una sociedad que nunca ha mezclado bien, resucitó el fútbol plano de la temporada pasada, no exento de imprecisiones y de un Adu Ares decepcionante en su debut que colaboró a acentuar el atasco. La sombra de Bare se hizo fue muy alargada, sensación de vacío minimizada por un Burgos en la misma línea de grosor imaginativo.
Algo muy importante se ha quedado en el tintero de Víctor y Cordero, que no pudieron o renunciaron a la contratación de un centrocampista que sabían capital para el proyecto y que no se consiguió en el mercado de verano, abriendo la puerta del de invierno para apuntalar su planificación, una decisión de riesgo. La cuestión es que el Real Zaragoza ha retocado su portería con Femenías, reconstruido su defensa y poblado su delantera. La revolución no es tal en el centro del mapa. Se fichó al prometedor Gori Gracia sin saber muy bien si cederlo o sumarlo a la plantilla para que fuera evolucionando de las dos graves lesiones de cruzados que había sufrido en el Espanyol B. Citado para todos los encuentros, no ha tenido un solo minuto, tampoco en El Plantío, donde el contexto pedía su participación. En las alineaciones se ha colado Sergio Bermejo con tres titularidades después de ser devuelto por el Sporting por una desconfianza médica sobre una de sus rodillas. El madrileño sigue siendo el de siempre, un refinado transportista de perfumes que muy pocas veces llegan a su destino. En Burgos, desde el banquillo, volvió a dejar su acostumbrado aroma a nada. Moya, con una técnica sobresaliente, peca de una indolencia considerable, y Aguado, que había hecho migas con un Bare que revalorizaba su virtudes posicionales, anduvo desenfocado y agotado en Burgos.
Mejora Keidi Bare a los demás, que reducen sus prestaciones sin él. Francho Serrano podría aproximarse a ese perfil, pero el entrenador ha dejado muy claro algo que ya manifestó la campaña anterior y que se corroboró en esta última jornada, que no le gusta lo más mínimo. Para que el equipo, aún en el horno y con unos buenos resultados y una apuesta valiente, tenga un comportamiento menos previsible en la edificación del juego, está a la espera de lo que le puede ofrecer Aketxe como cordón umbilical entre la zona de lanzamiento y la de aterrizaje. Su baja ha aumentado al sensación de orfandad sin Bare y viceversa. El regreso de ambos supondrá un subidón de posibilidades que habrá que confirmar en el campo, lo que no oculta que el cuerpo técnico no ha calculado bien o la secretaría no le ha traído lo solicitado para disponer de otros corazones para hacer bombear el centro del campo con el compás y los equilibrios que se le piden a un aspirante a subir.
Es un lujo del que puede prescindirse, tener a Aguado en el centro del campo, dedicado a dar pases horizontales y pasos atrás a los defensas. Esporádicamente cortar alguna jugada en auxilio de la defensa y casi nunca filtrando balones de calidad a los atacantes. Con él y ahí en el centro del campo tenemos un problema. Niego que mejore con Bare