El recuerdo indestructible del padre

El Real Zaragoza pierde pero no olvida a Manolo Villanova, una de las más emblemáticas y honestas figuras de su historia

Manolo Villanova se ha ido a los 83 años sin la mayoría de sus recuerdos. La enfermedad de Alzheimer que sufría fue robando poco a poco la memoria de un hombre que había dedicado la mayor parte de su vida al Real Zaragoza. Primero como portero. Después como entrenador del filial y del primer equipo. También como director técnico. Ya retirado, consagrando su tiempo a propagar su amor por el club sin traicionar uno de sus grandes valores, esa honestidad que le distinguía en el elogio y en la crítica de la que fue y es su casa. Con él parte una de las figuras más emblemáticas de la institución, un infatigable trabajador que cedió su sabiduría innata y su fuerte carácter cuando fue requerido para los diferentes cargos que ocupó y dignificó. En ese adiós que la naturaleza pretende torpemente que sea en blanco, la efigie paternal y auténtica de Manolo se eleva indestructible bajo el arcoíris de las porterías que defendió como jugador y junto a los banquillos de La Romareda donde permanece su huella de técnico servicial y enérgico.

Allí residirá para siempre, en el ángulo inmortal del reconocimiento, este zaragozano a quien se le salía el corazón del pecho para fustigar cuando lo requería el guión de este deporte no apto para pusilánimes y para ofrecerlo como cálido hogar de todo aquel que se acercaba a escuchar la inmensidad de su latido humano. Olía a linimento, a hierba, a vestuario, a cuero… a verdad. A personaje hecho a sí mismo, con profundas cicatrices que jamás exhibió en público. Hablaba de fútbol y respiraba por él sin tecnicismos, con un lenguaje cuya riqueza residía en la simplicidad. No se besó el escudo; posiblemente jamás cantó el himno ni ondeó la bandera, pero a Manolo Villanova lo encontrabas en primera línea del frente. En todas las batallas donde el Real Zaragoza estuviera en apuros o en peligro, como un padre, sin reproches. Hoy pasea con todos sus recuerdos intactos, inalcanzables para el viento del olvido.

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