El último gran servicio de Luis Costa

Era un persona reservada, en ocasiones tímida, encantada de estar lo más lejos posible del foco mediático y lo más cerca posible del campo. Sencillo, humilde, con las ideas claras sin hacer el menor ruido. Un técnico que hoy en día no aparecería en las portadas, pero que, quizás, debería ser considerado el mejor entrenador en la historia del Real Zaragoza. Todos fuimos crueles e injustos alguna vez con él y sin embargo, pese a que las espinas le dolían y mucho, nunca levantó la voz contra las críticas. Luis Costa, alicantino como Juan Ignacio Martínez, solo supo ser profesional de principio a fin, desde que cogiera el equipo un partido como puente entre Villanova y Beenkakker hasta que fue despedido sin ningún tipo de delicadeza después de 12 años alternos, de casi una vida, de servicio y fidelidad absoluta al club aragonés.

Se cumplen 20 años de la Copa ganada al Celta en Las Cartuja en 2001. Fue su último gran servicio a la institución, broche a una temporada que dejaba tras de sí la vergüenza de Cracovia y una salvación en la última jornada precisamente frente al conjunto vigués. Una buena porción de aquel trofeo le pertenece porque el Real Zaragoza salía perdedor en todas las apuestas frente a un rival glamuroso que dirigía Víctor Fernández. Durante una semana antes de la final tuvo charlas intensas con Gurenko, un futbolista de corte militar cedido por la Roma campeona de Fabio Capello. Le puso una buena colección de vídeos para explicarle que la llave del tesoro de los gallegos la tenía Mostovoi, un zar ruso de dotes artísticas en la mediapunta. A las primeras de cambio se le fue y marcó. Durante el resto del encuentro, Gurenko le desconectó por completo y llegaron los goles de Aguado, Jamelli y Yordi. La jugada de Costa, que en una decisión poco popular había dejado en el banquillo a Garitano y Aragón, resultó magistral.

Una vez más, en esta ocasión con el equipo de los pequeños (Rebosio, Acuña, Jamelli, Vellisca, José Ignacio Juanele…), el entrenador tocaba el cielo, el de Sevilla en una tarde noche de temperatura infernal. Así dejaba en las vitrinas del Real Zaragoza la segunda Copa con su firma después de la que, también contra todo pronóstico, le birló al Barcelona en 1986 con el gol de Rubén Sosa (en semifinales había eliminado al Madrid). Luis Costa, tras ese hito y clasificar cuarto y quinto en Liga al conjunto blanquillo, de llegar a las semifinales de la Recopa ante el Ajax de Rijkaard, Van Basten, Bosman, Wouters, Winter y Cruyff de técnico, regresó en 1997 con el tren de Logroño para salvar al Real Zaragoza del descenso.

En estos tiempos que se aprovecha cualquier aniversario de algún evento destacable para amortiguar la tristeza y la incertidumbre de un futuro de horizontes muy nublados, recibir a Luis Costa en el salón de los recuerdos memorables es un placer. Con traje, con chándal, en el filial o al frente del primer equipo, en otros lugares más agradecidos con el trabajo y los frutos de la gente de la casa, su figura sería considerada como legendaria. Para el fútbol lo es. Perdón y gracias eternas.

02 comments on “El último gran servicio de Luis Costa

    • Maño de Vilassar , Direct link to comment

      Hombre de club, buena persona y honesto profesional. Nos falta ese tipo de perfil. Y es verdad que no se le ha reconocido como se merece

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