El vacío y el silencio de un lugar mágico

El pasado sábado disfruté de una tarde festiva como hacía mucho tiempo y antes de pasear por el Parque Grande caminé alrededor de La Romareda para recordarla antes de su derribo. Observé con atención la parte antigua, con el gigantesco techo del estadio, las remodelaciones del Mundial 82 y los Juegos de Barcelona 92, el espantoso edificio en ruinas de la antigua gerencia de urbanismo y el cubo azul que lamentablemente no ha servido para nada. El coliseo zaragozano se levantó dos años antes de que yo naciese pero está dentro de mi desde crío; tenía seis años cuando acompañé a mi padre y me sentó al lado de Manolo Muñoz, comentarista deportivo de Radio Zaragoza, que me fue dando a conocer lo que era el fútbol y su entorno. Ganó el Real Zaragoza de los «Magníficos» y recuerdo que uno de los goles lo marcó Santos de penalti. En la antigua cabina di mi primera crónica de un partido de Copa que solventó el equipo aragonés ampliamente a través de un teléfono de magneto con línea directa a los estudios de la radio tras «el parte» de RNE por la noche. Después llegó el Mundial y las conexiones con la SER, la liga y la Copa, mi presencia en Carrusel Deportivo antes de la llegada de Pepe Domingo Castaño, los Juegos Olímpicos de 1992 y desde entonces hasta 2019 que transmití en la Romareda al Real Zaragoza mi último partido. No he vuelto a entrar por voluntad propia porque, para mí, el fútbol no es un entretenimiento sino la comunicación con los oyentes y el trabajo colectivo a la hora de crear un espectáculo radiofónico.

El domingo se disputa un encuentro intrascendente, no podía ser de otra manera después del fracaso de los últimos años. A las nueve de la noche, con la gente cansada y menos público. Sin un presidente en el palco, con un entrenador que aún debe decidir si continúa o no, además de un irregular elenco de futbolistas a los que habrá que dejar salir. Y con el imbatible Raúl Sanllehí o el derrotado Juan Carlos Cordero cuyo futuro espero que se conozca pronto. El público se irá, las luces se apagarán y solamente quedará el enorme vacío y silencio de un lugar que llegó a ser mágico.

One comment on “El vacío y el silencio de un lugar mágico

  • Maño de Vilassar , Direct link to comment

    En mi caso me inicié en la década de los 70, primero en la grada infantil del corner en el Gol de Jerusalén y luego ya con mi padre en Tribuna de Preferencia. Momentos mágicos. Y eso, que algún descenso vimos. Pero la recuperación de la 1a División era inmediata. Lo dicho: momentos mágicos.

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