Los informativos tras el biombo sitúan a Cristian y sus 38 años con un pie fuera y el otro en la plaza de tercer guardameta o en el homenaje sin que nadie se haya pronunciado sobre el futuro del, por ahora, guardameta más destacado
El Real Zaragoza va adquiriendo futbolistas de fondo de armario. Ahora le falta precisamente el armario, que se supone se corresponderá con la lujosa promesa de construirlo con la madera noble necesaria para que destaque sobre el resto en la lucha por el ascenso. Hay que creer porque no queda más remedio, sin excesivos argumentos todavía, soñando por decimosegunda temporada consecutiva en que los propietarios dejen de mirarse el ombligo inmobiliario y reconozcan con hechos al equipo como parte de sus intereses. Por el momento y tras el patinazo con Ander Herrera, nadie sale de la madriguera, ni para explicar el pasado aunque sea por fariseo protocolo ni para confirmar que el proyecto apunta a la cima de la clasificación. Han llegado Soberón y Femenías, dos complementos, y en las oficinas se trabaja para dar entradas y salidas que permitan cambiar lo máximo posible el rostro competitivo del vestuario. El despacho de Juan Carlos Cordero tiene que ser un manicomio, y no habrá baterías suficientes en el mercado para su teléfono móvil.
En esta operación de embarcos y desembarcos en la plantilla, Cristian Álvarez se ha ganado un protagonismo insano sin que nadie se halla pronunciado sobre su futuro, ni el entrenador, ni el director deportivo, ni el portero. Aun así, el argentino sale en los informativos con un pie fuera y el otro en la plaza de tercer guardameta. Esta maniobra es muy antigua en el fútbol: se difunden detrás del biombo una serie de rumores para tomar la temperatura del aficionado y, en función del resultado de la encuesta oficiosa, se apoya una decisión final. El rosarino, con contrato hasta 2025, tiene 38 años, ha sufrido tres lesiones que le han dejado fuera casi por completo esta temporada y, como es lógico y ya se intentó el curso pasado, se le está buscando heredero por si persistieran sus dolencias. La opinión popular, sin conocer parte médico alguno que aconseje una negociación para rescindir su salida, ya se va decantando por Edgar Badía, objetivo del Real Zaragoza para hacerse con la titularidad con Femenías de escolta. Y lo peor, se está estableciendo un juicio sobre la vejez del argentino y sus achaques además de una corriente que apela a la dignidad y la humanidad para darle una salida honrosa a alguien sin quien el club, posiblemente, estaría fuera del fútbol profesional.
Que se haya convertido en una leyenda y que fuera nombrado Hijo Adoptivo de la Ciudad por sus hazañas y comportamiento no son avales para eternizar a un jugador si ya no es válido. ¿Pero quién tiene la certeza de que Cristian esté poco menos que acabado? Y si es así, por qué no se evita esta letanía, y aquí si debe entrar el corazón y la sensibilidad con un personaje tan querido, y se afronta la cuestión de cara y cuanto antes, no por efecto rebote de las especulaciones. El tema es muy delicado, pero llevarlo al alargue no es beneficioso para nadie. ¿Qué ocurriría si Badía no recala en La Romareda? ¿Se está esperando al cierre de esa negociación con el Elche? ¿Y si, por un casual, Cristian tuviese que comenzar la campaña en la portería? ¿Permitirá Víctor que una personalidad tan fuerte se siente cada fin de semana a sus espaldas? Las preguntas se agolpan entorno a la figura de un profesional a quien es difícil imaginar despedido con otro show made in MLS, o metido a entrenador de porteros. Su carácter no se lo permitiría. En cualquier caso, como dijo aquel, a lo mejor de presidente…
Siempre hay que medir los tiempos con futbolistas de su significado se cual sea la resolución final, pero no tanto porque lo único que se está consiguiendo es que la gente le saque de la foto antes de que se dispare el obturador. Quizás es lo que se está buscando. De esta forma las famosas medidas dolorosas lo son menos para el ejecutor. Con lo bien que quedaría un retrato de Cristian volando hacia la escuadra en la primera jornada. Porque mientras no se demuestre lo contrario con luz, taquígrafos y doctores, el viejo sigue siendo el mejor.
Cristian Álvarez está más cerca de la retirada que de cualquier otra cosa. Y por ley de vida, sus mejores años ya han pasado. Yo le habría ofrecido un buen homenaje al final de la temporada, como se le hizo a Zapater el curso anterior, y habría pasado página, que nadie es eterno. Y un club que quiera ascender no puede estar pendiente de las constantes lesiones de un deportista que ocupa una posición absolutamente decisiva y que apenas ha jugado el 25% de los partidos de la temporada.
Cristian ha sido un jugador de gran carisma en el vestuario y entre la afición. Lo que ocurre a este gran portero es que su etapa de esplendor individual no coincidió con lo que debió ser la marcha del equipo. Posiblemente será mejor que Cedrun, pero será sólo un nombre entre tantos pasados los años.
Mi opinión es bastante coincidente con la de Ricardo. Debió recibir el homenaje de despedida este hombre cabal. La competición siempre aniquilado el romanticismo.
Zaragocista como el que más, aún no siendo de aquí.
Se merece un gran homenaje. Y soy de los que pienso que pasará a la historia del zaragocismo. En Segunda, pero pasará a la historia. Veremos si en este Club sabrán gestionar correctamente los últimos momentos de este excelente portero.
Las lesiones, tan reiterativas, y en zonas musculares, que requieren elasticidad y potencia, son un claro reflejo de la pérdida de facultades derivadas de lla edad para el alto rendimiento. Aún así, pienso que de inicio la portería tiene que ser para él. Depende de como acabe la próxima temporada dirá adios o se mantendrá una más, que entonces sí será la última