Entre el cielo y la tierra en Todos los Santos

El Real Zaragoza inconcluso de Carcedo se juega ante el posesivo Andorra aproximarse a la parte alta o quedarse en la zona fría con el Alavés a la vista

Esquivado el infierno de los últimos puestos con la victoria en Tenerife con una armadura defensiva tan sorprendente sobre el papel como eficiente en el campo una vez superado el chaparón inicial de Enric Gallego gracias al paraguas de Cristian, el Real Zaragoza recibe al Andorra (16.15) con opciones de mirar hacia arriba. Por el momento, esta categoría tan canalla permite que de una jornada a otra gran parte de los equipos pasen de la depresión a la euforia, por lo que también está presente en el caso del conjunto aragonés la posibilidad que quedarse en la tierra fría si no vence en La Romareda al equipo de Eder Sarabia. Y mirando de reojo al calendario, que el viernes obliga a visitar al potente Alavés en Mendizorroza.

Los tres puntos del Heliodoro Rodríguez han tenido un efecto balsámico y han despejado por ahora la incertidumbre. En ese encuentro, Juan Carlos Carcedo ofreció una versión acorazada que le dio resultado con Petrovic de tercer central. El experimento funcionó y el fútbol militarizado que propuso el técnico acabó imponiéndose con dos acciones puntuales de Valentín Vada a un Tenerife inerme. Lo importante era ganar y se hizo cerrando filas en torno a Cristian antes, durante y hasta después del partido por si la moscas. Con dobles laterales incluidos y un compromiso defensivo intachable. Se logró algo grande con espíritu de equipo pequeño, pero por primera vez, guste o no, el Real Zaragoza fue muy superior a su adversario.

Ahora bien, repetir con Petrovic en una línea de cinco con dos laterales de vía estrecha e insistir en un solo delantero puede que quede resultado de vez en cuando, pero por lo general supone achatar los pocos recursos de un conjunto que ante la falta de calidad individual necesita valentía en los planteamientos y las ideas que se transmite, que no es el caso. Sí lo es el del Andorra, un recien ascendido que sin contar con una plantilla interestelar sí se caracteriza por su atrevimiento a través del balón, de una posesión que nadie le discute en Segunda y de vivir el fútbol con paciencia extrema y verticalidad sin treguas. Un enemigo en apariencia asequible y, al mismo tiempo, capaz de amargar la tarde al público del Municipal.

La intención de Carcedo es refrescar la alineación y, posiblemente, regresar a un esquema más abierto. Aunque nada es seguro en este equipo inconcluso y temeroso de su entrenador, se espera una actividad más ambiciosa con el regreso de Jair a una zaga de cuatro con Francés, Larrazabal y Fuentes y la inclusión de Francho en la medular en lugar, o al menos así debería ser, de un Manu Molina sin ningún poder de liderazgo en el juego. Grau y Vada no se moverán de sus puestos, ni tampoco Mollejo ni Giuliano. Quedan por descubrir dos cuestiones: si Petrovic adelante un paso al centro del campo y si Carcedo opta por Puche o tira la casa de la ventana con Gueye. Un nuevo triunfo dejaría ver el cielo entre las nubes y un tropiezo pondría de nuevo al Real Zaragoza con los pies en la tierra. En el día de Todos los Santos.

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