El Real Zaragoza visita Eibar muy seguro de sí mismo (viernes, 21.00). Y no se enfrenta a cualquiera, sino al líder, que sólo ha caído en casa ante el Cartagena, «al bloque más sólido de la categoría» como reconoce con buen criterio Fran Escribá pese a que lleva cuatro semanas alejado de los triunfos. Ese subidón de confianza tiene su razón de ser en ocho jornadas consecutivas sin perder, las dos últimas salpimentadas con dos triunfos, el primero de calidad contra el Granada y otro acompañado de goleada al Racing. También en un fútbol que se ha musculado en ataque con el regreso de Iván Azón, cuya influencia abarca a todos los sectores, incluido el defensivo, el auténtico sostén de la mejoría colectiva e individual en algunos futbolistas caso de Bermejo, Francho o Nieto. Ipurúa es lo más parecido a la caldera del diablo para los rivales del conjunto armero, aunque, ocurra lo que ocurra, este Real Zaragoza abordará el encuentro bautizado por el agua bendita de los buenos resultados y su correspondiente sobredosis de determinación.
En parte del entorno, y en el corazoncito del vestuario, sumar los tres puntos en esta cita haría que la ilusión por alcanzar todavía puesto de playoff aumentara una pizca más. Pero no es más que eso, una ilusión, porque después habría que ganarlo prácticamente todo para ser sexto. Esa antesala de la euforia fuera de lugar aun legitimada por tantos años de desesperanza tiene otra puerta, la de una derrota que podría provocar una notable desplome en la clasificación por el atasco con ocho clubes emparedados en dos puntos, de los 47 del equipo de Escribá a los 45 del Sporting… El objetivo era despegar de la zona baja y competir al máximo nivel posible con la plantilla que hay. Ambas metas se han cruzado, la primera con solvencia, lo que no significa que el resto del campeonato se deba afrontar con al albornoz. El técnico lo ha subrayado antes de viajar a tierras guipuzcoanas, «no hay nada hecho», y es cierto. Un mínimo de relajación, la tentación de gustarse en el espejo del pasado por muy próximo que esté, y el daño no sería poco.
Enmedio de esa cortina de ilusión y de humo, el Real Zaragoza buscará encadenar su tercer triunfo, lo que sería novedad este curso y un paso de gigante para acabar el año con la mayor dignidad posible y el correspondiente premio económico por estar lo más arriba en la tabla. El encuentro exige al Real Zaragoza de la segunda parte en Levante y al que tumbó al Granada. También al que descuartizó en 20 minutos al Racing. Ni un gramo menos de concentración, de equilibrios, de seguridad atrás siempre y de eficacia delante cuando se dé la oportunidad. De perfección. Porque la escuadra que entrena Gaizka Garitano, pese a su mala racha, dispone de argumentos y variedad como para salir de su accidente en Albacete atropellando a quien se le ponga enfrente. Escribá ha vuelto a ser diplomático sobre si repetirá por tercera vez la alineación, pero todo indica que lo hará: Cristian, Gámez, Lluís López, Jair, Nieto, Grau, Francho, Bermejo, Bebé, Giuliano y Azón. Es un once que a bote pronto ofrece garantías para dar guerra en Ipurúa y hacer que los feligreses más entusiastas convoquen una misa negra por el playoff. La brujería, sin embargo, está en manos de Juan Carlos Cordero y un proyecto, el del próximo curso, que sí va a pedir un buen número de sacrificios.
📋 ¡Los 24 convocados por Fran Escribá para el #EibarRealZaragoza!#DefendiendoAlLeón 🦁 pic.twitter.com/EmTMeGGGKS
— Real Zaragoza 🦁 (@RealZaragoza) April 20, 2023