El técnico valenciano, a falta de un partido para igualar los 15 de su antecesor, sólo ha sumado dos puntos más. Con cuatro goles de ventaja y tres más encajados, el Real Zaragoza reincide en sus graves lagunas congénitas
Fran Escribá, a un encuentro de igualar los 15 partidos que estuvo Juan Carlos Carcedo, mejora por ahora los números –no todos– del Real Zaragoza, pero el rendimiento que está sacando del equipo se aproxima (casi acaricia) al que consiguió el entrenador riojano. Comenzó su trabajo dotando al equipo de un aire más ofensivo y alegre con la fusión de dos delanteros. La reunión de Giuliano y Mollejo se tradujo en una mayor chispa ofensiva, pero con la llegada de 2023, a excepción de la remontada en Villarreal, se regresó a la falta de eficacia rematadora y se fue entrando en una terrible dinámica defensiva, pilar que sostenía la esperanza de una posible reacción y que ha desmontado cualquier ilusión. La lesión de Mollejo y la reincidencia de las molestias de Azón han descompensado la ya de por sí débil estructura del bloque, reproduciendo las graves lagunas congénitas de verano que no se han resuelto en invierno.
En definitiva, Escribá ha colisionado con el mismo Real Zaragoza de Carcedo. El resultado de ese cambio en el banquillo no ha surtido el efecto de lanzadera del conjunto aragonés hacia posiciones superiores. A falta de 13 jornadas para el ocaso del campeonato, puja por la salvación con un colchón de seguridad de cinco puntos, pero con una imagen muy similar a la de antes de que se produjera el relevo en la dirección. Bebé es la única gran diferencia entre ambas etapas, un arma exclusiva de largo y corto alcance que Escribá utiliza sin reparos y ya sin disimulada obsesión como principal referencia de mediocampo hacia arriba.
El entrenador ha comenzado a dudar de gran parte de la plantilla, con especial insistencia en Tomás Alarcón, un mediocentro fichado en la ventana invernal que en teoría venía a dotar de músculo a la medular y que ha sido desplazado por Zapater. Cree poco o nada en Grau, Manu Molina, Eugeni y le despiertan sospechas Fuentes, Gámez, Larrazabal y últimamente Francés, quien es cierto que ha empequeñecido en relación a sus temporadas anteriores para beneficio de un Lluís López que le suple sin elevar en exceso el nivel del canterano. Lo de Gueye, al igual que a Carcedo, le lleva por el camino de la amargura y ha hecho debutar al juvenil Pau Sans ante la incompetencia del senegalés y como alternativa desde el banquillo a un Puche decepcionante.
Con el anterior técnico se sumaron 16 puntos gracias a las victorias contra Ponferradina, Sporting, Villarreal B y Tenerife y los empates ante Las Palmas, Levante, Eibar y Oviedo, estos cuatro rivales aún pendientes en el calendario de la segunda vuelta. El debut de Escribá coincidió con la eliminación de Copa frente al Diocesano, y después se han recolectado 18 puntos en Liga con los triunfos sobre Ibiza, Huesca, Villarreal B y Andorra y las igualadas con Málaga, Burgos en dos ocasiones, Albacete, Mirandés y Ponferradina. Con Carcedo se firmaron 9 goles a favor y se encajaron 13 y con Escribá se han conseguido 14 tantos y se han recibido 16. En el Anxo Carro se igualará el número de encuentros entre uno y otro, contra un Lugo que se impuso en La Romareda a aquel Real Zaragoza que se parece tanto a este que no ha podido enmascarar Raúl Sanllehí.
Un partido menos y un punto más para terminar la temporada que ya se hace larga.
No hay mejor resumen que el del refrán:» Donde no hay harina todo es mohína».
Heramos pocos y sin Azon y Mollejo, un poco menos. Estamos como institución deportiva en un bucle imposible de salir. Qué más da el entrenador, los hemos probado casi todos. Los jugadores son otra cosa. Ningún equipo asciende de categoría sí en su seno no cuenta con algunos jugadores de la categoría a la que se aspira. Cuantos en el Zaragoza? Hoy Bebé.
Lecciones a aprender para el mañana