De los ocho fichajes, sólo Keidi Bare y Aketxe, con parecida capacidad goleadora y más fútbol que Mesa, elevan con certeza el nivel de la plantilla de la temporada pasada
El fichaje de Ager Aketxe lo ha deslumbrado todo. Hasta el respeto de un par de periodistas (soldados muy rasos de Víctor Fernández), eufóricos por el error de otros compañeros que habían situado al mediapunta en un destino diferente. La contratación del vasco es un buena operación de Juan Carlos Cordero porque recluta a un futbolista que en la madurez de su carrera por fin ha explotado todo el talento que había mostrado a cuentagotas en sus anteriores destinos, incluidas sus dos primeras temporadas en el Éibar, donde en la última descorchó 14 goles (11 en Liga) y seis asistencias. El brillo del vizcaíno está en el bazoka que lleva acoplado en su zurda y en su calidad para interpretar el juego en los espacios interiores más altos. Especialista en el cañonazo a corta y larga distancia, también lo es desde el punto de penalti. A balón parado, al de Getxo no hay quien le tosa en la categoría, con lo que el Real Zaragoza suma a su armamento una pieza de artillería que en esta categoría es oro de muchos kilates.
Su vida laboral no es, sin embargo, mucho mejor que la de Maikel Mesa, traspasado al Tenerife por deseo expreso del máximo realizador el pasado curso, con los mismos números anotadores en la competición doméstica que Aketxe y con un parejo bagaje histórico de ambos desde que iniciaron iniciaron su larga e irregular travesía por Segunda. La diferencia entre ambos en lo referente al juego colectivo reside en la mayor participación del vizcaíno, un falso extremo que se instala en los diferentes puestos de guardia del frente ofensivo como enlace de las acciones atacantes. Cuando los partidos exigen generosidad en el esfuerzo, los genios que llevan dentro les seducen para que lo administren. Así que no busquen más sudor en la camiseta de Aketxe que en la de Mesa en una comparación de la que sale ganador el vizcaíno por un año magnífico con el equipo armero y por esa catapulta izquierda que puede desatascar encuentros en un campeonato mustio de imaginación combinativa.
La revolución en la plantilla que se anunció está pendiente todavía de la reconstrucción masiva que persigue Víctor Fernández, en comprobar si el puñado de jugadores que restan por llegar subirán el nivel de la plantilla de la temporada pasada. Por ahora, con los ocho fichajes, la insurrección se acerca más a una pequeña revuelta liderada sin duda por la adquisición de Keidi Bare. Aquí, en el albanés, sí se detecta un considerable salto de calidad competitiva para un centro del campo que incorpora a un guerrero con personalidad, carácter táctico y ocupación de espacios, además de un fuerte temperamento para cortar por lo sano lo que sea necesario, por lo general con el lastre de un buen número de tarjetas. No existía esa figura en el Real Zaragoza, que dota al equipo de un mayor catálogo de posibilidades en el centro del campo, incluida la mejora de quienes le rodean.
El resto, por lo visto en la pretemporada y por sus propias biografías, están pendientes de demostrar que la apuesta realizada por el cuerpo técnico tiene fundamento. ¿Es mejor Calero mejor que Gámez? ¿Y que Luna? Tasende, muy fino en las subidas y con retardo en los regresos, ¿supera la solidez defensiva y los centímetros en el juego aéreo de Nieto? ¿No era Mollejo, con todo su histrionismo, más futbolista que Soberón? ¿Concede Femenías la seguridad en la portería que Cristian o Badía? ¿Puede desplazar un Bazdar aún sin brújula a Azón? Gori, con gestos elegantes en los minutos que ha participado, lleva un trote demasiado lánguido, muy lejos del ritmo adecuado para esta categoría.
Keidi Bare y Aketxe, por este orden, encabezan las buenas operaciones de este mercado al que le restan 21 días para darle al Real Zaragoza el tamaño de un aspirante al ascenso. Hace falta mucho, entre otras cosas suturar la profunda herida que con continúa abierta tras la venta de Francés al Girona. Pero también gente por fuera y gol una vez más. Y no digamos si el Getafe seduce a la propiedad con sus insistencia y sobre todo dinero para que le venda a Adrián Liso.
Foto Real Zaragoza
No hay que dar más vueltas. No espero nada de ninguno de los que han venido.
Esperemos a que vendan a Liso por las perricas (no han cambiado nada en este aspecto a la fundación)(y a menudo club, otro digno representante de la «mejor liga del mundo») pues han de ir recuperando lo invertido.
Un asco de mercado, por no decir algo peor.